sábado, 29 de diciembre de 2012

LA NUEVA ERA QUE NECESITAMOS



              Ciertamente resultaba poco creíble la profecía de los Maya, según la cual el fin del mundo se realizaría el 21 de diciembre pasado. Hacía falta ser demasiado supersticioso para abrazar esa creencia. Pero todo este revuelo, que fue tomado en broma incluso por Mario Monti, quien esperó ese día para demitir con la frase “tutto é finito”; en todo este revuelo, digo, se encuentra algo que es interesante pensar en serio.
                En un primer sentido siempre asistimos al fin del mundo, como el acabamiento de nuestras creencias y el cambio de las mismas. Y en este mundo globalizado y de cambio vertiginoso, siempre necesitamos adaptarnos a las nuevas situaciones, aunque tal vez estemos ya demasiado acostumbrarnos a adaptarnos y no a transformar nuestro entorno. Pero por otro lado, el fin del mundo supone un cambio de era, que no es otra cosa que una transformación en nuestros hábitos de pensamiento.

                Quiero recorrer este segundo camino, el del cambio de nuestros modos de pensar. Esta idea me trae a la mente el subtítulo de un libro de William James, obra a la que le tengo gran aprecio. El título es Pragmatismo, y el subtítulo es “un nuevo nombre para viejas formas de pensar”. Ciertamente, James no quería darle un significado especialmente conservador a su filosofía. La segunda idea que viene a mi mente es la idea del conductismo, que se ha renovado en nuestros tiempos, según el cual los hábitos nos hacen a nosotros como sujetos, en vez de que nosotros a ellos. Esta creencia conductista es obscenamente conservadora y ha penetrado en muchos campos de la vida social en las experiencias de las personas. La creencia de que el conductismo es verdadero se conecta con la idea según la cual una persona tiene que ser realista y no idealista. Y la palabra realista esconde dos ideas detrás: la primera es que uno debe adaptarse a un  mundo que no puede cambiar, mientras que la segunda es que uno debe de ceder al desencanto y al desánimo, y seguir para delante aceptando las condiciones que el “sistema le impone” y frente a las cuales no hay nada que hacer.

                Ambas ideas no resisten el mínimo examen conceptual e histórico. De hecho un mundo globalizado como el que tenemos es un mundo en constante transformación, y los medios para participar de esa transformación han sido democratizados por el avance tecnológico. Pero no quiero ir por este derrotero. Lo que me interesa aquí son las condiciones psíquicas en las que los jóvenes de hoy se enfrentan a este mundo. El desencanto ha convertido a esos jóvenes en espectros que viven sus vidas divididos entre lo que sueñan y lo que creen que pueden lograr. Como prueba de ello, sugiero ver la comparación de los jóvenes de hoy y los del mayo del 68.

                Es evidente que nos estamos abriendo a una nueva era, pero es necesario pensar qué clase de era necesitamos: ¿acaso la del realismo desencantado y la del conductismo coactivo?, ¿o aquella que ve en las nuevas condiciones sociales, políticas y tecnológicas una oportunidad para participar en la transformación de nuestro mundo? Tanto el realista desencantado, que cree que el mundo no se puede cambiar y sólo queda adaptarse, como quien cree lo contrario no cuentan más que con creencias, con apuestas, sin evidencia certera alguna. Ambos se encuentran frente a la misma necesidad de apostar. Si queremos un mundo que dé cabida a nuestras aspiraciones, hemos de persuadir a los jóvenes de hoy que vale la pena apostar por el cambio.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Está agotado el proyecto político de la ilustración?


           Los intelectuales de orientación foucaultiana, que extienden erróneamente las críticas de Nietzsche a la cultura también al ámbito de la política y a las cuestiones públicas, sostienen que el proyecto de  político de la ilustración se encuentra completamente agotado, y que no vale la pena actuar propositivamente en defensa de las autonomías privada y pública de los ciudadanos. Sólo queda realizar cuestionamiento y crítica constante al sistema democrático.  En cambio, los intelectuales ironistas no extrapolan las críticas a la cultura que hicieron Nietzsche y Heidegger a las cuestiones políticas y públicas.

            Richard Rorty y  Jürgen son quienes más han defendido la idea de que el proyecto político de la ilustración sigue en pie. Rorty, siguiendo las ideas de Dewey, señala que la escuela filosófica pragmatista con la que se encuentra comprometido lleva adelantes las propuestas de la ilustración.  De esta manera señala que:

 

 “Voy a interpretar la objeción pragmatista a la idea de que la verdad es una cuestión de correspondencia con la naturaleza intrínseca de la realidad de forma análoga a la crítica que la Ilustración hizo de la idea según la cual la moralidad es una cuestión de correspondencia con la voluntad de un Ser Divino”

 Y continúa diciendo:

 “A mi parecer, la explicación pragmatista de la verdad y, más generalmente, su explicación antirepresentacionalista de la creencia constituye una protesta contra la idea de que los seres humanos deben humillarse ante algo no humano como la Voluntad de Dios o la Naturaleza Intrínseca de la Realidad” [1].

    
            De esta manera, el pragmatismo de Rorty y Dewey continúan adelante con el proyecto de la ilustración, proyecto que consiste en cuestionar las pretensiones que algunas personas e instituciones tienen de imponerse sobre los ciudadanos para limitar la autonomía privada y la autonomía pública. De esta manera, nadie, ni en nombre de la voluntad divina o de la naturaleza humana, está justificado para limitar la libertad de los ciudadanos. Igualmente Habermas sostiene que el cuestionamiento de la razón hecha por Nietzsche, y continuada por Lyotard y Derridá en Francia no conduce a las consecuencias que ambos señalaron, a saber, el acabamiento de la modernidad y el inicio de la postmodernidad. Habermas es claro en afirmar que el reemplazo de las pretensiones de razón por las exigencias de la “ética del discurso” permite continuar con el proyecto político de la razón por otros medios. La ética del discurso supone que las normas morales y jurídicas, así como los proyectos políticos deben someterse al torbellino de la problematización que la deliberación pública supone. Dicha deliberación tiene ciertas exigencias fundamentales, especialmente, que los participantes en la discusión tienen que expresar argumentos y razones claramente sustentadas y que se encuentran sujetas al cuestionamiento y la crítica; además, todos los implicados tienen los mismos derechos de participar en la discusión y que se ha de tener en cuenta las consecuencias que pesarán sobre los implicados por las decisiones asumidas[2].

            De esta manera, resulta discutible la afirmación según la cual el proyecto político de la ilustración ha agotado por completo sus energías. La filosofía, y en especial, la filosofía política, ha de fomentar en la cultura contemporánea lo que Rorty señala que debe promover también la educación universitaria: la capacidad de dudar y cuestionar como la capacidad de imaginar. La capacidad de dudar y cuestionar las verdades recibidas y consagradas tanto por la cultura anquilosada por el positivismo como los saberes recibidos en la academia universitaria. Dichas verdades deben ser discutidas públicamente, tanto dentro y fuera de la universidad. Pero también debemos cultivar la imaginación para generar relaciones sociales cada vez más libres y emancipadas. El cultivo de la imaginación se realiza justamente a través del contacto con la cultura, de manera que se abren nuestros espíritus en un proceso de reedificación y forjación constante[3].



[1] RORTY, Richard; Pragmatismo, una versión: antiautoritarismo en epistemología y  ética, Barcelona: Ariel, 2000. P. 21.
[2] HABERMAS, Jürgen; ¿Afectan las críticas de Hegel a Kant a la ética del discurso? En: Escritos sobre moralidad y eticidad, Barcelona: Paidós, 1998.
[3] Respecto la importancia del cultivo de la imaginación por medio de las artes y las humanidades, Cf. NUSSBAUM, Martha; Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades Bnos.As.: Katz, 2010 y de la misma autora: El cultivo de la humanidad. Una defensa clásica de la reforma en la educación liberal, Barcelona: Paidós, 1998.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

LOS GUARDIANES SOCRÁTICOS NACIONALISTAS EN EL PERÚ


             En su República el filósofo Platón puso en boca de Sócrates la afirmación según la cual los Guardianes del Estado estaban adecuadamente preparados para el gobierno. Ciertamente, Platón no se refería específicamente a los hombres de las armas, sino a los especialistas del pensamiento, es decir, los filósofos. Hoy en día,  el Comandante Ollanta Humala, lleva a cabo una praxis de gobierno, que cual Platón desafinado no da pie con bola.

            La interpretación que hace de Platón el Presidente de la República es extraña, para darle un calificativo. Humala considera que los guardianes socráticos es la casta militar, no la de los filósofos. Si el presidente ha leído la el texto que cita, creo que es necesario que le regalemos, para esta Navidad, una traducción decente. Pero más allá  de ello, hay que aclarar algunas cosas al respecto.

            En primer lugar, Platón no negaba la posibilidad de la homosexualidad entre la élite gobernante. De hecho él mismo, como otros filósofos de su época lo eran abiertamente. La homosexualidad no era un problema para los atenienses de entonces. Nuestro platónico presidente, con su lerdo consejo de ministros –que no pudo remover a un ministro prepotentón que agredió a una trabajadora de LAN sin que la presión pública se pusiese en movimiento- ha sacado un decreto según el cual se va a hurgar en los dormitorios y entre las sábanas de las fuerzas del orden para ver si son “bien hombrecitos” y “bien mujercitas”. Eso tiene un nombre: legislar discriminación.

            Pero el conocimiento de la historia de la filosofía del Sr. Presidente se encuentra corto, pues no sabe que Kant, en el siglo XVIII señaló con lucidez que los filósofos no deben concentrar el poder, pues sabía bien que el poder corrompe si se tiene concentrado entre las manos. Además, desde Kant se afirma un principio fundamental en toda República, que es el Principio de Publicidad, según el cual toda acción, decreto y ley del Estado debe ser de conocimiento público para ser legítimo. Ahora los “guardianes Socráticos Nacionalistas”  han decidido echar por la borda dicho principio clave para toda democracia, legislando el secretismo respeto de todo lo referente a “seguridad del Estado”, sea lo que ello signifique. De esta manera se pretende amordazar a la prensa respecto de cuestiones referidas a las condiciones de vida de los cadetes o al uso del presupuesto militar. De ahora en adelante las FF.AA. no van a rendir cuantas a la sociedad del uso de sus recursos, como si ese dinero no saliera de los bolsillos de todos los ciudadanos.

            Esta política bizarra se conecta con una creencia estrambótica según la cual ahora le toca a los militares gobernar este país, después de 20 años de gobierno civil. Si bien es cierto que en la historia de este país los gobiernos civiles y militares se han sucedido constantemente, ello no quiere decir que ello deba ser así. Si queremos vivir en un país decente, la democracia y los gobiernos civiles deben asentarse y madurar. Hay que fortalecer el sistema democrático y no debilitarlo con legislaciones discriminatorias, secretistas ni manteniendo a ministros que se dan el lujo de golpear a los ciudadanos y a las ciudadanas, porque son ministros y les da la gana hacerlo.

            Parece ser que es desde la sociedad civil que se tiene que poner freno a estas intentonas autoritarias. Así, como desde la sociedad civil reflexiva de este país, liderada esta vez por Anel Townsend, que se va a dar la batalla por el NO a la revocatoria. La revocatoria a Susana Villarán ya ha mostrado su verdadero rostro. Ya está suficientemente documentado quiénes se encuentran detrás de este intento de remover a la alcaldesa. Tal intento no es otro que el de debilitar la institucionalidad democrática en el Perú. Es tan claro que defender el NO es defender la democracia, que hasta personas que no votaron por Susana Villarán, como Fernando de Szyszlo, están comprometidos con la campaña liderada por Townsend.  Resunta claro que hay que defender la democracia, y tal como afirma Charlie García, es necesario rechazar la Filosofía barata y los Zapatos de goma.   

martes, 4 de diciembre de 2012

LAS CONDICIONES DEL DEBATE PÚBLICO SOBRE LA HISTORIA RECIENTE EN EL PERÚ ACTUAL (SEGUNDA PARTE)


Una sociedad se constituye como tal cuando los ciudadanos se encuentran dispuestos a cooperar entre sí y no sólo se encuentran velando por sus intereses particulares. Esto hace que la sociedad se entienda como un sistema de cooperación. Además, si sus miembros se encuentran comprometidos con un relato sobre el pasado, relato que sirve para hacer justicia con los ciudadanos afectados por procesos de violencia, tendremos entonces una sociedad justa. La justicia también implica leyes que gocen de legitimidad, el cumplimiento de las mismas y el descenso significativo de los índices de corrupción, claro está.

La articulación de un relato sobre el pasado que pueda ser intersubjetivamente verdadero es importante para lograr la estabilidad de una sociedad democrática. En el Perú actual adolece de la falta de dicho relato, y ello es debido a que el compromiso de las personas y los grupos con la sociedad entendida como sistema de cooperación ha sido endeble o inexistente. Vivimos en una sociedad profundamente fragmentada por intereses particulares o partidarios. Estas no son las condiciones más adecuadas para enfrentar a la amenaza que SL-MOVADEF representa para la democracia.

Desde las tiendas de la derecha más radical, como el fujimorismo duro, ciertos sectores empresariales o el sector fascista de la Iglesia Católica, se levanta la voz con prepotencia exigiendo el desmantelamiento de la democracia y la vuelta a la dictadura (con todo lo que respecto a violación de derechos humanos y a corrupción significa). No es casualidad ni extraño que sea precisamente esto mismo lo que Sendero Luminoso esté buscando. La exigencia de amnistía general –es decir, la liberación de los líderes del fujimorismo, de los miembros de las Fuerzas Armadas violadoras de Derechos Humanos y de los presos por terrorismo- significa volver al status quo previo a la vuelta de la democracia.

Otras voces que suenan menos pero que razonan más y más comprometidas con el destino de la sociedad, sostienen que la mejor manera de enfrentar a Sendero Luminoso es mostrando que la ley en este país no está pintada y que aquí no vence el que grita más fuerte o el que golpea más bajo.  Además, se trata de un sector, desgraciadamente minoritario, que cree que el fortalecimiento de la democracia es importante y que el debate político es central para fortalecerla. El debate político tiene tres espacios centrales para tomar cuerpo y conseguir generar conciencia ciudadana: la universidad, los partidos políticos y el congreso. Ciertamente, espacios como los medios de comunicación son también importantes.

Las universidades deben convertirse en centros de discusión de ideas políticas y no de adoctrinamiento. La discusión de ideas potencia las capacidades de debate público y tolerancia razonable, y permite que las posiciones radicales den paso a ideas más moderadas. Ello permitirá que las DBA y la “Izquierda Macha” tengan discursos marginales en los campus universitarios. Pero para ello hay que combatir la creencia de la derecha radical de este país, según la cual las universidades son instituciones que una facción política funda para expandir su visión del mundo y confrontarse, por medio de la fuerza y no por medio del debate, con otras visiones del mundo que otras facciones fomentan. A su vez, los partidos políticos deben dejar de ser empresas personalistas o familiares de búsqueda de poder, para convertirse en centros de debate de ideas. Las elecciones de candidatos debe ser por medio de primarias democráticamente realizadas. Si este fuese el criterio a utilizar, ¿cuántos de los partidos nacionales y locales pasarían el examen de democratización? ¿No resulta acaso contradictorio que partidos no democráticos se encuentren en el centro de una sociedad democrática? Ello sólo consigue debilitar la democracia en el Perú.

No es de extrañar que SL-MOVADEF logre encontrar el espacio libre para actuar si tenemos una sociedad con estas características. Ellos se mueven en una doble dualidad. En primer lugar, ellos se presentan como un partido político mientras se muestran como una secta mesiánica, pues consideran que su líder, Abimael Guzmán, no se puede equivocar.  En segundo lugar, ellos defienden la multiplicidad de relatos de la historia reciente mientras que, al mismo tiempo, consideran que poseen la verdad absoluta y que el resto de la sociedad se encuentra profundamente en el error. Lo dramático, es que los otros grupos, especialmente la derecha radical en este país se mueve en la misma doble dualidad. Mientras compartan los mismos presupuestos que SL- MOVADEF, los grupos de derecha radical sólo conseguirán imponerse por la fuerza del poder fáctico, pero no lograrán evitar que los jóvenes rechacen las ideas de Sendero.

domingo, 25 de noviembre de 2012

LAS CONDICIONES DEL DEBATE PÚBLICO SOBRE LA HISTORIA RECIENTE EN EL PERÚ ACTUAL (PRIMERA PARTE)


           En el debate político de los últimos tiempos en el Perú se ha generado un fenómeno extraño, pero que es consecuencia de las acciones que los actores políticos han tenido en los últimos años. Este fenómeno atañe a la imposibilidad de articular un relato sobre la verdad de lo sucedido en los años de violencia en este país. Dicha articulación ha sido imposible por dos motivos centrales. En primer lugar, los agentes políticos que actuaron de manera cuestionable en el pasado han utilizado su influencia y la fuerza para que este relato no logre cuajar. En segundo lugar, la influencia que autores postmodernos tienen en las actuales ciencias sociales y en la teoría literaria arroja una relativización del relato sobre el pasado.

            Estas actitudes, que fueron tan provechosas para la derecha más radical en el Perú, aquella derecha que se encuentra involucrada con la violación de derechos humanos; dichas actitudes, digo, han terminado por generara un efecto búmeran, pues ahora SL-MOVADEF aprovecha dicha relativización del pasado para declara a sus presos como “presos políticos” y a sus acciones terroristas y genocidas como las de combatientes en una “guerra civil”. Esto les da las armas suficientes para que SL-MOVADEF convenza a un grupo de jóvenes, que viene a ser sus nuevos cuadros. Ellos saben que no necesitan de millones para tener en vilo al Estado peruano, sino que basta con 2000 o 2500 jóvenes debidamente adoctrinados para hacerlo cuando consideren que “las condiciones objetivas estén dadas”.

            El gobierno considera que da un gran paso declarando que MOVADEF no sólo puede inscribirse como partido político y declarándolo como brazo político de Sendero Luminoso, y por lo tanto fuera de la ley. Ciertamente, este paso es importante, pero no es lo más importante. Lo crucial resulta ser demostrar que su relato histórico no es una opción entre otras, sino que se encuentra profundamente equivocado. Pero, cómo hacerlo, después de que en la sociedad durante los últimos años han circulado relatos diferentes y completamente opuestos sobre lo sucedido en los 80 y 90 en el Perú, y que muchos de estos relatos tenían la clara intencionalidad política de  sustraer a criminales de las manos de la justicia.  Es más, esos sectores implicados en masacres y crímenes ahora sostiene que si ellos estuvieran de nuevo en el gobierno no estaríamos con los problemas que tenemos, cuando en realidad constituyen un  grupo que contribuyó a ponernos en esta situación tan peligrosa.   

            Ciertamente, no es posible tener un relato “objetivo” sobre la historia, y menos sobre la reciente, pero sí es posible tejer un relato intersubjetivo que gane el consenso de las partes de la sociedad. La articulación de este relato intersubjetivo fue encargado por el gobierno de transición de Valentín Paniagua a los miembros de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Pero tanto durante el trabajo de la Comisión como después de que se hubiere presentado el Informe Final de la CVR, los sectores más radicales de este país (la derecha política radical, representada por el fujimorismo y sus aliados, como el sector de derecha radical de la Iglesia Católica en este país, y la derecha empresarial y mediática) se dedicaron a bloquear el trabajo y a desprestigiar tanto a los miembros de la Comisión, como al Informe Final. Incluso, las amenazas de muerte a los miembros no se hicieron esperar. Todo ello muestra que no hubo voluntad política colaborar en la gestación de una verdad intersubjetiva sobre lo sucedido en los años de violencia.

domingo, 18 de noviembre de 2012

¿ES COMPATIBLE LA AMENAZA DE MUERTE CON LA POLÍTICA?


            De un tiempo a esta parte la acción en la esfera pública en este país está mostrando ribetes gansteriles. El uso de la violencia y el recurso a la intimidación están reemplazando la actividad política, y eso es algo que debe preocuparnos a todos. Las protestas violentas, la contratación de delincuentes para bloquear el cumplimiento de ordenanzas municipales o el ensalzamiento de las acciones de grupos genocidas se están convirtiendo en el día a día en el Perú, ante la mirada complaciente de los ciudadanos y de la clase política.

            Ahora le ha tocado el turno a la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien el viernes denunció que había recibido amenazas de muerte en su contra y en contra de sus familiares. Estas amenazas se encuentran inmersas en un contexto político particular, marcado por tres procesos importantes: la consulta de revocatoria de la alcaldesa, el desmantelamiento del mercado de La Parada (con el consecuente enfrentamiento de las mafias que lo controlaban) y la puesta en marcha del reordenamiento del transporte público en Lima a través de la puesta en marcha del proceso de licitación de las rutas (con el consecuente enfrentamiento de las mafias que se oponen a dicho reordenamiento).

            Además, en contexto político en torno a la alcaldía se ha visto enrarecido con las pruebas periodísticas que muestran la conexión entre los organizadores de la campaña de la revocatoria y el exalcalde Luis Castañeda y su grupo político Solidaridad Nacional. Aunque el grupo en cuestión niega ese vínculo, las evidencias periodísticas son incuestionables, y la pregunta que cae por su propio peso es: si promover la revocatoria no es ilegal,  ¿por qué Solidaridad Nacional no dio la cara desde el inicio y aún niega la evidente vinculación?

            Todo esto hace que la política en torno a la alcaldía no sólo se encuentre enrarecida, sino que muestre las garras de mafias que no tienen reparos en amenazar de muerte a una autoridad democráticamente electa. Un ciudadano limeño puede estar a favor o en contra de la revocatoria, pero no puede estar de acuerdo con las amenazas de muerte contra una autoridad elegida a través de un proceso democrático. No puede estarlo, porque ello significa que su voto y su peso político como ciudadano no vale nada. Aquellos ciudadanos que aceptan eso están condenándose a la “muerte política”, es decir, a que su voluntad política no tiene peso alguno.

            Lo cierto es que todo esto está ocurriendo ante la vista indolente de los ciudadanos. ¿Qué nos permite explicar esto? Mi hipótesis es que una gran mayoría de ciudadanos de esta ciudad no entienden realmente lo que significa la ciudadanía.  Carecen de conciencia ciudadana. Ello se expresa claramente en que el comportamiento de muchos ciudadanos se dirige a velar sólo sus intereses privados y/o partidarios, pero no los intereses generales. No se encuentran comprometidos con la defensa de los derechos y las libertades de todos, ni con la defensa de la democracia. No se encuentran comprometidos con las cuestiones de interés público.  

            Todo ello habla de una sociedad civil poco articulada que carece de la consistencia para hacer frente a las amenazas a la democracia. Un caso claro, es la penetración del Movadef en una sociedad que tiene la solidez y la entereza ciudadana de la mermelada. El Movadef consigue sus objetivos utilizando, entre otros, un recurso que les ha servido de manera contundente, a saber, relativizando la verdad histórica. Ellos señalan lo siguiente: “ustedes y la CVR dicen que lo que hubo en el Perú en los años 80 y 90 fue el combate a un grupo terrorista y genocida, pero nosotros tenemos otra lectura de los hechos, de acuerdo a la cual lo que ocurrió en este país fue una guerra civil, y una vez acabada la guerra se hace necesaria la reconciliación la cual se consigue amnistiando a todos”

            Frente a ese argumento, la sociedad civil y la clase política se ha quedado paralizada, porque hay otras fuerzas, como la del fujimorismo que también le interesa relativizar la verdad histórica reciente. La sociedad no consigue articular un acuerdo fundamental que le permita construir un relato consistente y sólido sobre lo que sucedió en el país, y ahora vemos que esa incapacidad está abriendo las puertas a que el valor de su voto político sea reducido a nada.

            La sociedad está tan escandalosamente desarticulada por el peso de los intereses particulares que la política está siendo reemplazada por la actividad delictiva y criminal. Tal vez algún iluso pueda pensar que la política no importa con tal que haya crecimiento económico. Pero aquél debe saber que el crecimiento económico no significa necesariamente desarrollo y que la historia de este país está plagada de episodios vergonzosos de prosperidad económica que desvanece  inmediatamente: el guano, el caucho, etc.

            Es por ello que es de vital importancia la defensa de la política en el Perú, y levantar la voz frente a las amenazas de muerte contra las autoridades. Si no lo hacemos, estaremos demostrando que nuestro valor como ciudadanos es ínfimo.      

domingo, 11 de noviembre de 2012

SÓCRATES Y LA DEMOCRACIA


El filósofo inglés Bernard Williams señala que Sócrates es el iniciador de lo que conocemos como “filosofía moral”.  ¿A qué se refiere Williams con esto? ¿Acaso no hubo antes principios éticos antes de Sócrates? Ciertamente sí los hubo. De hecho, en la tradición griega anterior a Sócrates  se contaba con ciertos parámetros morales que provienen de la tradición religiosa que los poetas representaban. En esa época, los poetas eran los sacerdotes en el mundo griego. Esta tradición religiosa se encontraba cristalizada en las obras que atribuimos a Homero (La Ilíada y La Odisea) y a Hesíodo (La Teogonía y Los Trabajos y los días). En estas obras se presentan las acciones y hazañas de hombres heroicos y de dioses, y por lo tanto presentaban los modelos de comportamiento y de vida que los jóvenes debían seguir para su formación moral.

            Pero para los griegos del siglo V a.C., especialmente para los atenienses, las pautas que venían de la religión no era suficiente, porque no ofrecían las razones por las cuales deberíamos vivir de esta manera y no de otra. De hecho, los poetas no ofrecían razones convincentes cuando se les preguntaba por qué se debería vivir del modo que ellos indicaban, pues todo lo que decían es que  hablaban por inspiración divina. De otra parte, los maestros más famosos en la Atenas democrática –los llamados sofistas- sostenían un escepticismo frente a las razones, de tal manera que lo que decían es que lo que los seres humanos debíamos hacer es utilizar toda nuestra fuerza y poder para imponernos sobre los otros y lograr satisfacer nuestros deseos. Es por ello que ejercitaron a los jóvenes en la retórica, que consiste en la capacidad de ejercer presión psicológica en el oyente para que abandone sus opiniones y abrace las del hablante.

            Si los poetas y los sofistas desconfiaban en la capacidad de dar razones, Sócrates representa la confianza en que podemos justificar nuestras afirmaciones a la hora de plantearnos la pregunta central de la ética, a saber, ¿cómo debemos vivir? Los sofistas y Sócrates comparten la necesidad de tomar distancia de la religión, a la hora de responder a esta pregunta. Pero lo característico de Sócrates es que señala que es posible argumentar y ofrecer razones para justificar nuestras opciones respecto de la vida que vamos a llevar, y que a través del diálogo podemos intercambiar argumentos que son susceptibles de crítica y fundamentación. Es por esta razón que Williams no se equivoca al señalar que la filosofía moral nace con Sócrates, pues ésta se concentra en las razones y las justificaciones de lo que consideramos un tipo de vida adecuado.

            A la pregunta ¿cómo debemos vivir?, Sócrates responde que debemos de vivir de manera reflexiva. En su Apología de Sócrates, Platón recoge esta exigencia moral en los siguientes términos. “Una vida sin reflexión no vale la pena vivirse”. Tal como señala Enst Tugendhat (Lecciones de ética), reflexionar significa ir en búsqueda de razones. Una razón es una justificación para nuestras afirmaciones tanto en el ámbito teórico (es decir, respecto del conocimiento de las cosas en el mundo) como en el práctico (respecto de nuestros proyectos de vida y nuestras exigencias morales). Ahora bien, una razón puede ser confrontada con otras, puede ser puesta en cuestión, pero también puede ser defendida, justificada y respaldada sobre la base de razones. Es por ello que es muy importante, sobre todo en el campo de la moral, el diálogo, que es el lugar en el que se da ese intercambio de razones que permiten esclarecer, por una parte, cuáles son nuestras exigencias con los otros y con nosotros mismos, y, por otra, qué tipo de vida debemos tener.

            En su época, Sócrates se daba perfecta cuenta de que las respuestas que daban sus conciudadanos a las cuestiones morales eran sumamente limitadas y superficiales. Lo que sucedía a los conciudadanos de Sócrates era que daban por evidentes cosas que en realidad no eran evidentes en absoluto. A través de la reflexión racional Sócrates demostraba que las propuestas de sus interlocutores no contaban de una justificación suficiente, porque eran profundamente inconsistentes. Los interlocutores de Sócrates (los políticos, los sofistas, los poetas, los artesanos, etc.) caían en contradicciones al momento de intentar dar razón de sus proyectos de vida. Con gran lucidez, Sócrates desenmascaraba a sus interlocutores, quienes decían saber de qué modo debíamos conducirnos en la vida, mostrando sus inconsistencias, sus incoherencias y la oscuridad de sus razonamientos. Respecto de esto último, es decir, de la denuncia de la oscuridad de los razonamientos, Sócrates es un referente para nosotros hoy en día, pues al igual que en la época de Sócrates nos encontramos hoy con muchas personas e instituciones que disfrazan su superficialidad, su falta de argumentos y sus pretensiones de dominio tras un lenguaje oscuro y misterioso. De hecho, de lo que se puede decir, se puede hablar claramente  y se pueden mostrar con claridad las razones.  

            Sócrates señalaba que la polis de Atenas era como un caballo hermoso y bueno, pero que se encontraba adormecido por la superficialidad de los discursos de los políticos, de los poetas y de los sofistas, e instalado en sus convicciones y verdades carentes de reflexión. Es por ello que él considera de su tarea consistía en despertar a la ciudad para que comenzara a reflexionar. Es por esta razón que decía de sí mismo que era un tábano, es decir, aquél tipo de mosquito que con su aguijón pica y despierta a los animales que se encuentran durmiendo. En este sentido Sócrates es un modelo para filósofo, pues en toda sociedad podemos encontrar adormecedores, neutralizadores de la reflexión, así como convicciones y verdades no reflexionadas. ¿Cuáles son las de nuestra sociedad?

            La actitud socrática se vuelve indispensable en una sociedad como la peruana, en la que los radicalismos políticos, religiosos y de otras índoles han contaminado profundamente el espacio de la discusión pública. Todos estos radicalismos comparten un elemento en común: la desconfianza en la deliberación racional y en la capacidad de mostrar argumentos. Así, de un lado tenemos el fundamentalismo político de derecha, en el ala radical del fujimorismo y en el radicalismo religioso católico y evangélico, como en el radicalismo de izquierda representado por SL – MOVADEF.  El espacio público debe abrir espacio a una discusión argumentativa si queremos construir el tejido social y el pacto político básico de este país tan fragmentado por intereses partidarios.

 

domingo, 4 de noviembre de 2012

REVOCATORIA Y DEMOCRACIA PARTICIÁTIVA


           
 
           Las democracias contemporáneas deben contar con dos dinámicas para ser saludables. La primera es la dinámica representativa, mientras que la segunda es la participativa. La dinámica representativa de la democracia se realiza cuando los ciudadanos, por medio del voto,  eligen a sus representantes en el congreso, a los alcaldes y regidores o al presidente de la república. La dinámica participativa de la democracia, en cambio, implica la actividad política de los ciudadanos en la sociedad civil organizada ejerciendo el derecho de deliberación sobre cuestiones públicas.

            Los mecanismos de democracia directa pueden ser incorporados en el funcionamiento de  Estado democrático de derecho, pero si se hace un uso indiscriminados de ellos, pueden llegar a atentar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Estos mecanismos son plebiscitos, mecanismos de elección por asambleas populares, y entre estos se encuentra el mecanismo de la revocatoria.

            La revocatoria ha sido instaurada como mecanismo legal en la Constitución de 1997, durante un  gobierno que consideraba que verdadera democracia era la directa, porque a través de ella el pueblo podía canjear derechos y libertades por promesas de paz y seguridad. Hoy sabemos que ese canje no era una buena idea, aunque los partidarios de la dictadura sostengan lo contrario de manera falaz. Si bien, el mecanismo de la revocatoria es constitucional, hay que comenzarse por preguntar si en realidad tiene sentido y si realmente se condice con la democracia.

            Por desgracia, en el Perú, los problemas se discuten cuando recién llegan a Lima. Pero desde hace varios años en provincias ha venido sucediendo que en las elecciones los alcaldes son electos realmente con un treinta por ciento o menos, y el resto de votos les venían endosados de otros grupos que no pasaban a la segunda vuelta o tenían pocas probabilidades de ganar. Pero una vez terminadas los comisión y nombradas las nuevas autoridades, los perdedores se aliaban e iniciaban el proceso de revocatoria. Si las autoridades electas contaban solamente con un treinta por ciento duro, resultaba fácil a los revocadores aglutinar al setenta  por ciento restante. De esta manera, la revocatoria se ha venido convirtiendo en un mecanismo usado sistemáticamente para llevar adelante una revancha política.

            Más allá de si se trate de Susana Villarán u otra persona, el hecho es que ese modo de acción ya llegó a Lima. Esto se asemeja con lo sucedido en La Parada: el mecanismo de reivindicar una protesta por medio de la vulneración de derechos y acciones violentas que se ha ido permitiendo en el interior del país ha llegado a Lima, y la oposición violenta, ilegal y deplorable se presentó en el exmercado mayorista. Todo esto demuestra, entre otras cosas, que por no enfrentar los problemas a tiempo y de manera correcta algunos sectores de la población están aprendiendo que pueden realizar acciones ilegales, cometer crímenes y delitos o desestabilizar el poder democrático y nadie va a decir o hacer nada.

            Si la Constitución ya pree el mecanismo de destitución del cargo a un funcionario público que es encontrado delinquiendo en el uso de su función, son queda muy claro qué relevancia tiene la revocatoria. Si un alcalde en descubierto en flagrante delito debe dejar el cargo y someterse a la justicia. Pero la revocatoria carece de parámetros que impidan el que se convierta en un mecanismo de vendetta política de los perdedores, o simplemente porque los medios generan en la población la sensación de ineficacia y antipatía en contra de una autoridad democráticamente elegida. Hoy es por la sensación de ineficacia, mañana, porque no nos gusta su peinado o su cara o su apellido; lo cierto es que aquellos que perdieron siempre encontrarán la manera de encontrar los vientos de los medios a su favor. Además, el proceso de revocatoria significa un alto costo que reae en los impuestros que pagan los ciudadanos.

            A fin de cuentas, hay que preguntarse ¿qué se gana con la revocatoria?. Paralizar una ciudad, detener una gestión y generar inestabilidad política. En el Perú de hoy ello beneficia, ciertamente a los perdedores de las elecciones, pero en especial a quienes les interesa que la democracia entre en un proceso generalizado de desestabilización. El SL- MOVADEF  es el que más gana con todo ello, sin lugar a dudas. Por ello que no es extraño que ellos estén involucrados en los procesos de revocatorias, como lo estuvieron en el apoyo de los delincuentes de La Parada. Los grupos políticos que se encuentran detrás de las revocatorias en el Perú parecen estar más interesados en satisfacer apetitos personales que defender la democracia.

            Tanto la revocatoria como el indulto presidencial son mecanismos que no pertenecen realmente a la Democracia Constitucional. El primero proviene de la democracia directa y el segundo del modelo de gobierno absolutista, pero que para que puedan ser incorporados al sistema democrático deben ser regulados adecuadamente o eliminados. El indulto presidencial tiene una adecuada regulación, en cambio la revocatoria carece de regulación y control democrático real. Porque es difícil regularlo adecuadamente, sin caer en subjetividades extremas, y porque existe la destitución, debe ser eliminado. Si queremos consolidar la estabilidad democrática frente a SL-MOVADEF es algo que se vuelve urgente.

domingo, 28 de octubre de 2012

UNA ALCALDESA VALIENTE

La alcaldesa de Lima, Susana Villarán está mostrando la valentía y la entereza que sus predecesores no habían tenido al momento de plantearse hacer frente a dos problemas centrales de la ciudad: el de la Parada y el del reordenamiento del transporte. Sus adversarios políticos han argumentado que la estrategia para llevar adelante ambos proyectos no era adecuada, y por ello se produjeron actos de violencia extrema el jueves en la Parada, y que por lo mismo tiene un sector de transportistas y de medios de comunicación que apoya la revocatoria.

            ¿Por qué razones ni Andrade ni Castañeda tomaron cartas sobre el asunto cuando eran alcaldes? No es difícil adivinar la respuesta: el costo político que ello implica. Se puede criticar muchas cosas al operativo del jueves: la alcaldesa no estaba en Lima, era una mala hora para realizarlo, debió de pensarse en intervenir a los camiones de abastecimiento de la Parada en la carretera y no en La Victoria. Todos estos argumentos caen por su propio peso, por lo absurdo. Los vándalos de la Parada estaban esperando a la policía y se había montado dentro del mercado una olla común para alimentarlos por si el operativo tardase, grupos asociados al MOVADEF estaban infiltrados para aprovecharse del pánico y generar zozobra, además resulta absurda la idea de cerrar el acceso a los camiones desde las vías de acceso a la ciudad. Lo que sí resulta claro el hecho que falto es más eficacia de inteligencia y la coordinación de la alcaldía, y los ministerios de  Interior y de Agricultura. De hecho esos desajustes se realizaron, y el sábado el operativo se había concluido completamente.

            Llevar a cabo este operativo, teniendo sobre la cabeza la espada de Damocles de la cuestionada revocatoria y la oposición de un sector de los transportistas requiere cierta entereza que no se ha visto desde hace mucho tiempo por la alcaldía de Lima. Señalo que la revocatoria es cuestionable por dos razones centrales: 1) los revocadores habían presentado firmas falsas, lo cual constituye un delito, y resulta cuestionable el que se premie a quienes han cometido un delito accediendo a sus pedidos (como lo señalo la jueza que estaba viendo el caso). De hecho el proceso por las firmas falsas está en camino y no se ha cerrado. 2) Esta cuestión y el que los revocadores hayan tenido un día más, de manera misteriosa, ha hecho que se abran dos procesos ante el Tribunal Nacional de Elecciones: el de la RENIEC contra los revocadores ante la mencionada falsificación de firmas, y el reclamo de la alcaldía por ese inexplicable día adicional para presentar firmas. Pero en las dos cuestiones parece que hay manos políticas en acción a favor de los revocadores.

            Por otra parte, lo sucedido el jueves en la Parada es la manifestación de algo que está sucediendo en este país desde hace casi una década: las movilizaciones ilegales no son enfrentadas por el Estado y logran sus objetivos.  Ello ha hecho que los movimientos violentos e ilegales aumenten en una escalada alarmante y el que las ideas de Estado de Derecho y del Imperio de la Ley sean puestas en entredicho. El Estado debe utilizar la fuerza legítima, respetando los derechos humanos para hace que su autoridad sea respetada. El jueves los vándalos azuzados políticamente creyeron que bastaba con actuar con violencia para imponerse frente a la autoridad del Estado, ¿de dónde les habría venido esa idea? Ciertamente de dos fuentes: del conocimiento de las experiencias exitosas de otras movilizaciones anteriores, y de los movimientos políticos que se encontraban infiltrados ese día en la Parada. Ciertamente, no contaban con la presencia de una autoridad que no tenía temor a perder su puesto con tal de imponer la ley en la ciudad.
          En estas circunstancias, tanto al caso del transporte como el de la Parada,  sólo nos quedan a los ciudadanos las dos alternativas que Rosa María Palacios presentó este domingo en su columna de La República: “¿De qué lado se pone cada ciudadano? ¿Del lado de la ley, el orden, la autoridad, o del lado de la delincuencia?”

domingo, 21 de octubre de 2012

PIDO PERDÓN POR LO QUE NO HICE


            Continuando con su campaña de generar la compasión en la población para forzar el indulto, el fujimorismo ha lanzado al aire mediático una imagen del líder de su clan con una inscripción críptica. En ella se puede leer: “Perdón por lo que no llegué a hacer y por lo que no pude evitar”. Este pedido de perdón en curioso, especialmente en el contexto político.

            En primer lugar, este pedido de perdón adviene después de que algunos sectores han lo exigido. Parece ser que no es un pedido basado en la convicción y sinceridad, sino por la presión mediática y que corresponde más a un cálculo político que a una expresión sincera. En segundo lugar, este exótico y oriental pedido de perdón se inserta en un contexto en el que el propio Alberto se reúsa a firmar la solicitud de indulto. En tercer lugar, dicho pedido se da poco tiempo antes de que desapareciesen las muestras de los tumores extraídos al exdictador del INEN.

            Si analizamos el pedido de perdón que Carlos Raffo se encargó de propalar, encontramos en él muchas cosas extrañas. El pedido no está firmado y sólo nos queda confiar  en las palabras del Sr. Raffo, quien atestigua que interviene por la amistad que guarda con Alberto, ¿o acaso lo hizo por su amistad con la familia?; es decir, que Raffo actúa por pedido de la familia y no por pedido del mismo Alberto. Si la palabra del Sr. Raffo no estuviese tan devaluada, no tendríamos derecho a abrazar esta duda.

            Además, el fraseo es curioso, porque es y no es un pedido de perdón. Esta ambigüedad emerge porque nadie pide perdón por lo que hace, a menos que  piense que pudo haber hecho algo que debía hacer. Ciertamente, esta primera parte de la formulación podría interpretarse como “pude haber evitado la violación de derechos humanos, pero no lo hice, por lo tanto pido perdón a las víctimas y los deudos”. Pero, tal como dice la inscripción, se puede interpretar que el pedido de perdón por razones como “pude combatir con más brutalidad el terrorismo y violar más derechos humanos de personas inocentes, y pido perdón por no haberlo hecho” o “pude llevar adelante una política económica más exitosa y no lo hico, por lo cual pido perdón”.

            Pero la segunda parte de la formulación es claramente contradictoria con lo que significa pedir perdón: “pido perdón por lo que no pude evitar”. A nadie se le imputa una sanción moral o jurídica por lo que no puede evitar, de manera que en ese caso no cabe solicitar perdón. Yo no puedo evitar que la sangre corra por mis venas, y es absurdo el que pida perdón por no poder hacerlo. O si no puedo evitar que otro actúe perversamente, lo que debo hacer es denunciarlo, pero no pedir perdón.

            Es supuesto pedido de perdón no es en realidad lo que pretende. Sólo hay dos maneras de explicar esto. La primera es atribuir irracionalidad a quien escribió ese texto; la segunda es la de insertar ese falso pedido de perdón dentro de toda una estrategia. La segunda explicación es más sólida que la primera, pues se engarza adecuadamente con  la política de manipulación de la opinión pública llevada a cabo por los fujimoristas y sus aliados, y es compatible con la negativa del exdictador de firmar  la solicitud de indulto, porque lo que quieren evitar una muestra palpable y firmada de un reconocimiento de haber cometido delitos de lesa humanidad. Además, resulta coherente como estrategia con la desaparición de las muestras del INEN. Esas desapariciones se circunscriben en el contexto en el que se está discutiendo si el líder del clan tiene cáncer terminar, para poder otorgarle indulto humanitario.  Una estrategia bien armada para fortalecer la posición del fujimorismo y auspiciar al clan un buen futuro político.
           
          Para que podamos abandonar la interpretación que he esbozado, lo que debe suceder es que Alberto firme la solicitud de indulto y debe hacer directamente un pedido de perdón claro y sin ambigüedades a las víctimas de las violaciones de derechos humanos y a todo el país por la maquinaria de corrupción generalizada y sin precedentes en la historia del Perú que no sólo permitió sino también promovió y articuló. Debe pedir perdón por hacer denunciado a la Presidencia de la República por fax desde Japón y por haberse escudado cobardemente en su nacionalidad nipona. A demás debe devolver el dinero que sustrajo del tesoro público durante su gobierno.  Y es indispensable que aparezcan esas muestras que fueron sustraídas del INEN. En síntesis, para que creamos en el clan y a su líder, éste debe pedir perdón por haber sometido a todo el país y a sus instituciones (a la FFAA, a los poderes del Estado, a las instituciones) a la  humillación de su historia.  

domingo, 14 de octubre de 2012

MARCA PERÚ – MARCA FUJIMORI


            Durante las últimas semanas la discusión periodística y política ha girado en torno al indulto humanitario a Alberto Fujimori. Este asunto tiene dos aspectos que son necesarios enfrentar a la vez: uno jurídico y otro político. Hasta lo que han dicho los especialistas en derecho, el indulto no va; pero dejaré esa cuestión a los juristas. Lo que me interesa aquí es el aspecto político.

            Cuando ingresamos al rostro político del indulto a Alberto Fujimori, se abren ante nuestra vista dos aspectos entrelazados pero distinguibles. El primero es el análisis de los posibles escenarios políticos que se pueden abrir tanto si el indulto procede como si no procede. El segundo aspecto es el análisis político de lo que ha estado sucediendo para que más de la mitad de los encuestados estén a favor del indulto (más allá de si sea posible jurídicamente). Este segundo aspecto tiene que ver con una política que muchos medios de comunicación han estado desarrollando para que el indulto esté en una buena posición. Muchos de esos medios han hecho algo similar antes, que permitió a colocar a Cipriani en una buena posición en su pleito contra la PUCP.

            Algunos medios han venido promoviendo la idea de que Fujimori debe ser indultado por que se encuentra con un cáncer terminar,  y/o por su edad y las condiciones carcelarias en las que se encuentra, y que  la democracia debe ser benévola y tener compasión con el exdictador. Esta campaña mediática ha sido tan incisiva que ha conseguido atarantar a la población, e incluso al Presidente de la República. Pero esta ha estado basada en dos mentiras. La primera es la que las condiciones de salud de Fujimori justifican el indulto por ser un supuesto cáncer terminal. Ese diagnóstico médico es completamente falso, tanto así que la familia Fujimori ha reconocido que no es ese el caso. Pero las declaraciones de Keiko – la segunda en el clan – ha hecho la semana pasada una declaración falsa como un paquidermo. Ella señaló que el riesgo de que vuelva a aparecer cáncer es altamente probable. Ello no se condice con el informe médico, que señala que lo que ha estado apareciendo en la lengua del exdictador han sido tumores benignos que están controlados.

            La segunda de las mentiras que se han propalado las últimas semanas, es el  que deberíamos mirar el caso con compasión y humanidad, y más allá de su estado de salud deberíamos apoyar el indulto de Alberto Fujimori. En este caso lo que se está haciendo es apelando a la compasión para presentar como necesario el indulto. Dicho argumento se sostiene sólo en baba, y no tiene ningún asidero. Para que lo podamos ver con claridad, propongo un experimento. Pensemos  que tenemos asinado y condenado a cadena perpeta en   Lurigancho una persona que ha asesinado a una menor de edad, después de haberla violado cruelmente.  Pero resulta que esta persona ya tiene edad avanzada y está enferma, aunque no con un mal terminal. ¿Alguien puede imaginarse a la prensa pidiendo clemencia por él a la opinión pública? Yo realmente no, porque esa misma prensa ha defendido una y otra vez la pena de muerte para ese tipo de personas.

            Se me dirá que el caso del exdictador es muy diferente. Se dirá que él no violó a nadie. Estoy de acuerdo en que ambos casos no tiene punto de comparación, sino que lo que hizo Alberto Fujimori ha sido algo mucho peor, y que sus crímenes superan largamente las de aquél supuesto asesino y violador. Lo que está en juego aquí, ciertamente, no es la magnitud del crimen en cuestión. La controversia está girando en torno a intereses políticos. La diferencia entre Alberto Fujimori y aquél hipotético asesino y violador de menores es que el primero representa una fuerza política que tiene gran peso y poderosos aliados, en cambio la otra persona se representa sólo a sí misma.

            Dichos poderes políticos y fácticos que quieren fortalecer más la posición del fujimorismo se han encargado de generar la imagen ante la población que quienes no apoyan el indulto son sujetos insensibles, cargados de odio y de resentimiento. Toda persona de bien, de dice, debe de apoyar el indulto, aunque sea por una razón humanitaria. Esta actividad política llevada a cabo por los medios no muestra otra cosa sino que  se quiere generar una imagen del fujimorismo como la de una especie de marca Perú.  Así como todos debemos promover y ser embajadores de la Marca Perú, se quiere convertir a todos los peruanos en promotores y  embajadores de la Marca Fujimori.  

domingo, 7 de octubre de 2012

RESPUESTA A LA PREGUNTA ¿QUÉ ES UN “CAVIAR”? (SEGUNDA PARTE)


            La ciencia política en nuestro país no puede estar peor representada que por Carlos Meléndez. Su interpretación de los caviares deja mucho que desear. Según él los caviares son clasistas, intolerantes y fundamentalistas, además de encontrarse desfasados de la realidad. Dichos calificativos muestra que la interpretación de la realidad del pequeño jorobito se trae consigo una idea extraña. De hecho, para poder señalar que alguien se encuentra desfasado de la realidad se necesita tener algo así como un acceso directo a la realidad. No creo que la ciencia política mantenga ese presupuesto positivista que la sociología y las demás ciencias sociales (y las ciencias en general) han abandonado desde hace mucho tiempo. Creo que una lectura del libro de Thomas Kuhn “La estructura de las revoluciones científicas” no le vendría mal al Sr. Meléndez.

            Los caviares hacen una interpretación de la realidad política desde la perspectiva de los derechos humanos y la justicia social, y si se trata de gente que tiene instrucción, y tiene cierta posición social ello no significa ser clasista (a menos que Meléndez considere que dicho término significa “pertenecer a una clase social determinada”, en ese caso todos serían clasistas).  Además el blogero interpreta tener un compromiso con ciertos valores públicos necesariamente como “intolerancia” y “fundamentalismo”. Los que él señala como caviares se encuentran abiertos al debate y procuran dar fundamentos razonables para sus afirmaciones y actividades. Más bien los DBA son escépticos respecto del debate y la discusión pública. Meléndez rasca donde no pica cuando equipara a los caviares con los DBA. Los caviares se encuentran abiertos al diálogo y al debate político, porque consideran que es lo más sano para la vida pública de este país, mientras que sus adversarios de la DBA creen que lo que deben hacer es utilizar todo poder fáctico para imponerse.

            Steven Levitsky da en el claco cuando afirma lo siguiente “Si nadie en la élite limeña tiene monopolio sobre la vida acomodada, un desviado sentido de la realidad, o la intolerancia, estas no son características que distinguen a los caviares de los no caviares. Son cojudeces”, refiriéndose ciertamente a las opiniones de Meléndez. Y señala con acierto que las diferencias entre los caviares y sus adversarios son políticas e ideológicas, especialmente con el compromiso de los primeros con la democracia y los derechos ciudadanos. Y continúa señalando que la polémica contra los caviares no se da en otros países donde la democracia se ha asentado. Levitsky muestra ser un científico político lúcido y acertado en sus análisis, y en este caso no es diferente. Recomiendo la lectura de su columna sobre el tema  en http://www.larepublica.pe/columnistas/aproximaciones/los-caviares-desde-otro-angulo-16-09-2012

            Por mi parte considero que la polémica caviar tiene un sentido relativo.  Yo cambiaría el término por otros como “izquierda liberal” o “demócratas”, o “políticos de centro” En la escena contemporánea hay ideas y personas que apoyan ciertas ideas de defensa de la democracia, los derechos humanos y la justicia social, y que les da diferente ponderación conforme se encuentren más hacia la izquierda o derecha liberal y democrática. Levitsky acierta completamente que allí donde la democracia se ha asentado la “polémica caviar” pierde sentido.

            Sostengo que lo que estamos viendo es una confrontación entre un grupo que busca defender la democracia y otro que está tratando de desestabilizarla, para instaurar un sistema dictatorial. Y detrás de esto se encuentran dos maneras de entender la actividad política. Los demócratas (“caviares”) colocan al centro el debate y la discusión de ideas, mientras que los adversarios de la democracia colocan en el centro el ejercicio de la violencia y la imposición por la fuerza. Tanto de parte de la DBA como de la extrema izquierda antidemocrática se acusa a los “caviares” de no estar en las calles rompiendo vidrios, tomando carreteras o en los diarios difamando a personas como se ha hecho últimamente con Diego García Sayán. Los demócratas (caviares) han traído una nueva forma de hacer política que es extraña en nuestro medio, pero que es normal en los países de bases democráticas más sólidas, y eso a desubicado no solo a sus adversarios políticos, sino también a algunos científicos políticos

           

domingo, 30 de septiembre de 2012

RESPUESTA A LA PREGUNTA ¿QUÉ ES UN “CAVIAR”? (PRIMERA PARTE)


El magistrado uruguayo de la CIDH preguntó  a los peruanos, en la sesión respecto del fallo Villastein, qué significa en el idioma peruano el término caviar: La pregunta se hizo pertinente por dos razones: el fallo consignaba dicho  término, y el mismo juez Villastein calificó de “caviares” a algunos miembros de la CIDH. Dicha pregunta no pudo ser respondida por ninguno de los representantes del Estado peruano pudo dar respuesta, y ésta tuvo que venir de los representantes de los demandantes.

            De esto no se puede deducir que los que utilizan el término en cuestión no tengan en claro qué significado tiene éste, pero sospecho que su significado parece ser obvio cuando en realidad no lo es. Hay muchas características de los términos que usan los agentes políticos en sus discursos y declaraciones. Quiero subrayar sólo dos: 1) éstos carecen de un significado preciso y determinado con toda claridad y 2) algunos de estos términos son utilizados para descalificar a los adversarios.  El uso de los términos para descalificar a los adversarios responde a una estrategia política dirigida a bajarle puntos al grupo oponente.

 
Antecedentes y origen del término

            Respecto del término “caviar”, ha tenido su origen en ese intento de descalificar a los adversarios. Como sabemos, ha sido generado en Francia por la izquierda marxista y revolucionaria para descalificar a la izquierda liberal y democrática.  En ese contexto se utilizaba para identificar a un grupo político que se reivindicaba de izquierda, pero que tenía una vida cómoda, cuya mayoría eran intelectuales y funcionarios que ganaban bien y que en sus reuniones supuestamente consumían caviar.

            En nuestro medio este término fue introducido por la derecha para descalificar a un sector de la izquierda peruana que parecía tener características similares a la izquierda liberal francesa. Con anterioridad, cierta parte de la izquierda y los partidarios del APRA utilizaban el término “rábano” para calificar a los izquierdistas que provenían de las clases medias y tenían una vida acomodada. El término hacía alusión a que el rábano era rojo por fuera y blanco por dentro, es decir, estos izquierdistas eran burgueses acomodados que buscaban mantener su posición utilizando de manera cosmética un discurso de izquierda.

 
Características del término en la actualidad

             Pero el término, tal cual es usado hoy en día, no termina de ser todo claro. Tiene, por lo menos dos acepciones complementarias: por un lado, se dirige a calificar ciertas propuestas políticas vinculadas a la izquierda liberal y democrática; por otro, se utiliza para calificar a un grupo específico  que apoya y promueve dichas reivindicaciones.  Las propuestas calificadas como caviares son la defensa de la libertad individual, el fortalecimiento de la institucionalidad democrática, el compromiso con los derechos fundamentales y los derechos humanos,  y el compromiso con la justicia social.

            Pero no   basta para que una persona sea calificada como caviar. Ésta debe tener ciertas características: ser profesional y/o académico, perteneciente a la clase media y clase media alta, y haber egresado de ciertas universidades, como la PUCP. De tal manera que un empresario pujante, por más de que adhiera las propuestas de la izquierda liberal y democrática no será un caviar. Y si una persona tiene todo el perfil señalado, pero en cambio de darle prioridad a los derechos sociales otorga un pero relativo mayor a los derechos políticos y civiles, tampoco será reconocido como un caviar, como es el caso de Rosa María Palacios, Pedro Salinas y Augusto Álvarez Rodrich.
         

Complejidades del término

             Pero las cosas no quedan allí. Si tenemos en cuanta lo anterior veremos que el uso del término está desbordando esa caracterización, porque hay agentes políticos e instituciones que están dotándole de otras características. Por ejemplo, Pedro Salinas ha declarado que él se reivindica un caviar de derecha, lo que significa que da un peso relativo mayor a los derechos políticos y civiles sobre los derechos económicos y sociales en el caso de que entrasen en conflicto. De otro lado, Villastein utilizó el término para calificar a algunos de los magistrados de la CIDH, con lo cual un caviar podría der una persona que no forma parte del ajedrez político nacional y no ha surgido de las universidades “caviar”.
 
Por su parte, César Hildebrandt caracteriza a Faulkner y a Neruda como caviares. En este caso se trata de dos extranjeros que pertenecen a periodos distintos de del siglo XX. Faulkner pudo encontrarse más comprometido con la defensa de la democracia que Neruda, quien venía de las canteras del Partido Comunista Chileno. Con esto, la claridad sobre el término caviar termina por empañarse.  A causa de la proliferación de los usos anómalos del término caviar  es que se ha escrito últimamente. Entre quienes han intentado clarificar el término han sino Carlos Meléndez y Steven Levitsky, ciertamente el segundo con mayor lucidez que el primero.