Las
democracias contemporáneas deben contar con dos dinámicas para ser saludables.
La primera es la dinámica representativa, mientras que la segunda es la
participativa. La dinámica representativa de la democracia se realiza cuando
los ciudadanos, por medio del voto, eligen
a sus representantes en el congreso, a los alcaldes y regidores o al presidente
de la república. La dinámica participativa de la democracia, en cambio, implica
la actividad política de los ciudadanos en la sociedad civil organizada
ejerciendo el derecho de deliberación sobre cuestiones públicas.
Los mecanismos de democracia directa
pueden ser incorporados en el funcionamiento de
Estado democrático de derecho, pero si se hace un uso indiscriminados de
ellos, pueden llegar a atentar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Estos
mecanismos son plebiscitos, mecanismos de elección por asambleas populares, y
entre estos se encuentra el mecanismo de la revocatoria.
La revocatoria ha sido instaurada
como mecanismo legal en la Constitución de 1997, durante un gobierno que consideraba que verdadera
democracia era la directa, porque a través de ella el pueblo podía canjear
derechos y libertades por promesas de paz y seguridad. Hoy sabemos que ese
canje no era una buena idea, aunque los partidarios de la dictadura sostengan
lo contrario de manera falaz. Si bien, el mecanismo de la revocatoria es
constitucional, hay que comenzarse por preguntar si en realidad tiene sentido y
si realmente se condice con la democracia.
Por desgracia, en el Perú, los problemas
se discuten cuando recién llegan a Lima. Pero desde hace varios años en
provincias ha venido sucediendo que en las elecciones los alcaldes son electos
realmente con un treinta por ciento o menos, y el resto de votos les venían
endosados de otros grupos que no pasaban a la segunda vuelta o tenían pocas
probabilidades de ganar. Pero una vez terminadas los comisión y nombradas las nuevas
autoridades, los perdedores se aliaban e iniciaban el proceso de revocatoria.
Si las autoridades electas contaban solamente con un treinta por ciento duro,
resultaba fácil a los revocadores aglutinar al setenta por ciento restante. De esta manera, la
revocatoria se ha venido convirtiendo en un mecanismo usado sistemáticamente
para llevar adelante una revancha política.
Más allá de si se trate de Susana
Villarán u otra persona, el hecho es que ese modo de acción ya llegó a Lima.
Esto se asemeja con lo sucedido en La Parada: el mecanismo de reivindicar una
protesta por medio de la vulneración de derechos y acciones violentas que se ha
ido permitiendo en el interior del país ha llegado a Lima, y la oposición
violenta, ilegal y deplorable se presentó en el exmercado mayorista. Todo esto
demuestra, entre otras cosas, que por no enfrentar los problemas a tiempo y de
manera correcta algunos sectores de la población están aprendiendo que pueden
realizar acciones ilegales, cometer crímenes y delitos o desestabilizar el
poder democrático y nadie va a decir o hacer nada.
Si la Constitución ya pree el
mecanismo de destitución del cargo a un funcionario público que es encontrado
delinquiendo en el uso de su función, son queda muy claro qué relevancia tiene
la revocatoria. Si un alcalde en descubierto en flagrante delito debe dejar el
cargo y someterse a la justicia. Pero la revocatoria carece de parámetros que
impidan el que se convierta en un mecanismo de vendetta política de los
perdedores, o simplemente porque los medios generan en la población la
sensación de ineficacia y antipatía en contra de una autoridad democráticamente
elegida. Hoy es por la sensación de ineficacia, mañana, porque no nos gusta su
peinado o su cara o su apellido; lo cierto es que aquellos que perdieron
siempre encontrarán la manera de encontrar los vientos de los medios a su
favor. Además, el proceso de revocatoria significa un alto costo que reae en los impuestros que pagan los ciudadanos.
A fin de cuentas, hay que
preguntarse ¿qué se gana con la revocatoria?. Paralizar una ciudad, detener una
gestión y generar inestabilidad política. En el Perú de hoy ello beneficia,
ciertamente a los perdedores de las elecciones, pero en especial a quienes les
interesa que la democracia entre en un proceso generalizado de
desestabilización. El SL- MOVADEF es el
que más gana con todo ello, sin lugar a dudas. Por ello que no es extraño que
ellos estén involucrados en los procesos de revocatorias, como lo estuvieron en
el apoyo de los delincuentes de La Parada. Los grupos políticos que se
encuentran detrás de las revocatorias en el Perú parecen estar más interesados
en satisfacer apetitos personales que defender la democracia.
Tanto la revocatoria como el indulto
presidencial son mecanismos que no pertenecen realmente a la Democracia Constitucional.
El primero proviene de la democracia directa y el segundo del modelo de
gobierno absolutista, pero que para que puedan ser incorporados al sistema
democrático deben ser regulados adecuadamente o eliminados. El indulto
presidencial tiene una adecuada regulación, en cambio la revocatoria carece de
regulación y control democrático real. Porque es difícil regularlo
adecuadamente, sin caer en subjetividades extremas, y porque existe la
destitución, debe ser eliminado. Si queremos consolidar la estabilidad
democrática frente a SL-MOVADEF es algo que se vuelve urgente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario