jueves, 28 de abril de 2011

Liberalismo de izquierda

En el ámbito de las ideas políticas se ha pensado durante décadas que el liberalismo es una corriente exclusiva de la derecha. De esta manera, los intelectuales y los políticos han pensado que la defensa de las libertades y los derechos individuales es una reivindicación política de la derecha

Al mismo tiempo, se ha sostenido que la izquierda se encuentra asociada con la primacía del Estado sobre la sociedad, del colectivo frente al individuo y con el ataque a las libertades individuales. Sin embargo, la investigación reciente de las ideas políticas ha dado arrojado algo sorprendente: el liberalismo no es propiedad exclusiva de la derecha.



No exclusiva de la derecha política



Desde antes de la caída del Muro de Berlín se señaló que la izquierda puede incorporar como uno de sus reivindicaciones centrales el respeto de las libertades individuales. Uno de los exponentes más claros de esta línea de pensamiento es John Rawls, quien en 1971 escribió su Teoría de la justicia, donde coloca como principio fundamental el de igualdad de libertades, acompañado de un segundo principio de compensación social, el “principio de diferencia” (Rawls, Teoría de la justicia, México, 1995).

Ambos constituyen, según Rawls, “principios de la justicia” para una sociedad democrática. El primero es de carácter liberal, mientras que el segundo recoge reivindicaciones fundamentales de la izquierda, a saber, la igualdad básica en la sociedad, especificando un conjunto de bienes primarios del que ningún ciudadano debe carecer y que deben ser aseguradas por las políticas públicas.



Liberalismo y libertarismo



Robert Nozick cuestionó la teoría de Rawls, señalando que no se podría reivindicar la libertad y la igualdad, pues la vindicación de la igualdad atentaría contra la libertad. Es por ello que Nozick asume como único principio el de la libertad, abandonando por completo el de igualdad básica y los bienes primarios. A esta posición Nozick denomina libertarismo. El libertarismo se asocia a las ideas políticas y económicas de Von Hayeck y Mises. Es lo que se conoce como el liberalismo de derecha.

Este liberalismo de derecha levanta las banderas de la libertad económica de los agentes en el mercado, que es una reivindicación auténticamente liberal, especificada ya por Adam Smith. Dicha libertad exige que los funcionarios del Estado no se inmiscuyan en la sociedad para indicar quiénes tienen derecho de intercambio económico y quiénes no. Se trata de demarcar la línea que separa la esfera de la sociedad –y del mercado- frente a la esfera del Estado (Smith, Investigaciones de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, Barcelona, 1983).



El liberalismo y el arte de la separación



Pero el liberalismo necesita más para realizarse. No basta con garantizar la libertad de los concurrentes en el mercado para ponerse de acuerdo libremente acerca de los precios de los productos y de los sueldos. Es necesario asegurar que los intereses del gran capital no determine la política del Estado.

Michael Walzer ha señalado que el liberalismo es un “arte de la separación de esferas” que permita que el poder político no se inmiscuya en el mercado ni en las Iglesias, ni que el dinero determine al Estado, la Iglesia y la Universidad. El liberalismo resulta ser el proyecto de garantizar la autonomía de cada esfera y evitar los abusos de poder que John Locke denominaba tiranía (Walzer, Guerra, política y moral, Barcelona, 2001).



El neoliberalismo económico



El liberalismo económico defendido por Von Hayeck no hace real justicia al liberalismo, pues defiende sólo las libertades económicas y no el resto de libertades de los ciudadanos.

Esto ha traído el equívoco que hace pensar que el liberal sólo se compromete con la desregulación económica de parte del Estado, el fomento de las inversiones y el crecimiento de los sujetos emprendedores.



El liberalismo de izquierda



La izquierda liberal, en cambio, se compromete con la autonomía de las diferentes instituciones de la sociedad, con las diferentes libertades que brotan de dichas autonomías y con la política social y cultural de parte del Estado.

Esta izquierda liberal no es algo nuevo, nacido de la caída del bloque soviético, sino que tiene larga data. En los años 30 del siglo pasado el norteamericano John Dewey abogaba por ese liberalismo, y en los años 50 una facción importante de la izquierda italiana asume como principio central el de la libertad de los ciudadanos (Rorty, Forjar nuestro país, Barcelona, 1999).

Esto permite a la izquierda tener un pensamiento renovado, que le permita un compromiso con el crecimiento económico, las libertades de los ciudadanos, los derechos humanos y con la democracia.

Con ello, la izquierda liberal puede distinguirse de la izquierda estatista, revolucionaria y enemiga de la democracia. La izquierda liberal ha demostrado que se puede ser de izquierda, y ser demócrata, defensor de los derechos humanos y del crecimiento económico.

lunes, 11 de abril de 2011

¿En contra del crecimiento o en contra de las condiciones del modelo económico?

Las declaraciones de Alejandro Toledo, al reconocer no haber pasado a la segunda vuelta, tuvieron algo interesante que debiéramos escuchar con atención. Lamento que los demás candidatos no tuviesen una reflexión sobre lo que significa el que Ollanta Humala tenga el 30% de los votos a nivel nacional.

Reclamo de la ciudadanía frente al modelo económico

Toledo señaló con claridad que la votación del domingo 10 de abril expresa un rechazo de parte de un importante sector de la población, en contra del modelo económico.

Ciertamente, mucha gente, en este país se siente indignada por escuchar que el Perú crece económicamente mientras eso no tiene una presencia en su vida. El reclamo es, en términos concretos, la necesidad de que el Estado redistribuya los beneficios del crecimiento.


Los retos de la redistribución

Si ese es uno de los mensajes que hay que tener en claro, la pregunta que hay que hacerse es ¿cuáles son los criterios más adecuados para realizar esta exigencia de redistribución? Posiblemente no exista un único modelo redistributivo adecuado, pero lo cierto es que no todos lo modelos lo son.

Humala y Fujimori expresan dos criterios redistributivos que comparten ciertas dosis de populismo, aunque el peso del componente populista es distinto en ambos y los demás componentes del modelo redistributivo presente por ambos candidatos pueden ser distintos y abiertamente antagónicos.



El populismo

El populismo es el criterio redistributivo que la derecha política ha utilizado reiteradamente para mantener calmada a la gente. Es lo propio de los partidos denominados “Partido Popular”. Éste criterio consiste en distribuir un porcentaje de la riqueza acumulada entre los sectores considerados “clientes políticos” del gobierno, como sucedió durante la dictadura de Alberto Fujimori.

El populismo es el peor de los criterios que se pueden escoger para realizar la redistribución del crecimiento, porque termina socavando las instituciones políticas del país.



Crecimiento económico y política

Tanto el problema de la redistribución como el del populismo traen consigo la cuestión de la relación entre el crecimiento económico y la política en el país. El crecimiento económico puede hace que la economía termine por devorar a la política. Ello sucede cuando se impone un modelo de crecimiento y un criterio de distribución del crecimiento. Ello significa cero política.

El problema de la redistribución del crecimiento exige un debate político. Pero los intereses de las grandes corporaciones familiares peruanas se resisten a dicho debate. Prefieren un populismo tipo Fujimori que un debate abierto sobre el tema.


 
El peligro de la dictadura

Una manera fácil pero nefasta de encarar el problema de la redistribución es a través de la quiebra del sistema democrático. Con ello se elimina el “estorbo” que significa el debate político y el gobierno puede proceder como mejor le parece y le conviene, aplicando un criterio populista de redistribución.

En el Perú ya sabemos lo que el fujimorismo significa al respecto. La derecha política y los grandes empresarios no tiene problemas con el modelo fujimorista, pues cuentan una capacidad inmensa de reacomodarse en ese contexto. Humala, en cambio, puede que no sea una garantía frente a la tentación dictatorial, aunque el no haber sido gobierno antes le otorga el beneficio de la duda.

Lo que sí es cierto es que en el caso de que Humala recurra a la dictadura, la derecha política y las grandes corporaciones nacionales puede tener dificultades para ubicarse e dicha situación.



La derecha, la dictadura y la democracia

Lo que sí es indudable es que la extrema derecha nacional no tiene intereses en la democracia, lo único que le interesa es que la dictadura que se imponga los deje bien colocados.

La derecha democrática es aquella que es consciente que hay un problema en el criterio de redistribución del crecimiento. Lo mismo sucede con la izquierda democrática. Pero ambos grupos son pequeños y tiene poco peso. Esto quiere decir que el centro político está casi despoblado y ello lo debemos al paulatino desmantelamiento del debate político en los últimos años.