jueves, 24 de marzo de 2011

¿Se encuentran los militares capacitados para gobernar un país democráticamente?

El ascenso de Ollanta Humala en las encuestas debería poner sobre el tapete nacional la cuestión sobre si los militares se encuentran preparados para gobernar un país que tiene régimen político democrático.

Ciertamente, dicha pregunta no ha sido planteada abiertamente debido, entre otras cosas, a que la presencia de Humala en la política ya tiene un tiempo que parece ser suficiente para barnizar su persona de espíritu democrático y, por otra parte, porque la clase política y los medios de comunicación han decidido hacerse de la vista gorda. Si bien no existe ningún impedimento legal, la escasa formación democrática de Humala debe llevarnos a la reflexión.


Los militares en el poder


La historia de la República ha mostrado cómo la presencia de los militares en el poder ha sido una piedra en el zapato para el fortalecimiento de las instituciones democráticas en el Perú. La democracia de baja intensidad que vivimos hoy es el resultado de un proceso histórico en el cual el régimen democrático ha sido permanentemente quebrantado por la presencia del autodenominado “poder tutelar de la nación”.

Mientras los militares se sigan pensando como los tutores de la nación, la relación entre instituciones democráticas y fuerzas armadas se encontrará distorsionada, cosa que produce un daño terrible al país. Las fuerzas armadas deben encontrarse subordinadas al control y al poder civil en vez de presentarse como los tutores del poder civil, tutores con el supuesto derecho de irrumpir en la vida política del país a través de mecanismos diversos con el fin de interrumpir el orden democrático.


Democracia, mano dura y manu militari

Muchas veces en este país, han sido los civiles quienes han tocado la puesta de los cuarteles para poner orden en la sociedad. Muchas veces ha sido la derecha quien ha tenido esa actitud, a fin de mantener su posición de dominio.

Repetidas veces la derecha ha sostenido y ha convencido a la población de lo siguiente: que la democracia no funciona para resolver nuestros problemas y necesitamos una mano autoritaria o militar para hacerlo. Los procedimientos democráticos, dice el argumento, son demasiado largos y costosos, y terminan dilatando y posponiendo la solución que una mano dura puede resolver inmediatamente. Pero siempre quedará la interrogante: ¿a qué costo?


Los militares y la izquierda

La alianza entre la izquierda y Humala parece ser sorprendente, pero en realidad no lo es. En cierto que las fuerzas armadas han visto a la izquierda como una amenaza para el país, sin embargo en el Perú desde el CAEM y la experiencia velasquista cierto sector de las Fuerzas Armadas, del que proviene el Etnocacerismo y el Partido Nacionalista, han congeniado con la izquierda.

Si bien, algunos de los que apoyan a Humala son demócratas, no necesariamente todos lo son. Parte de la izquierda tradicional y antiliberal comparten con los militares etnocaceristas su escaso compromiso con la democracia. Es por ello que han establecido esa alianza.


Una alianza que se entiende pero que no se justifica

Por la historia vinculada a Velasco se comprende la cercanía entre un sector de la izquierda y el Nacionalismo de Humala. Se comprende, también, porque si la izquierda quiere llegar al poder no tiene mejor opción que Humala ¿?. Pero no se justifica. El pensamiento de izquierda en el Perú tiene la obligación moral de madurar y de renovarse democráticamente. El Perú se merece una izquierda liberal y democrática, reformista y no revolucionaria, deweyniana y no foucaultiana.

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Necesitamos un candidato que no sea político para las presidenciales?

Pedro Pablo Kuczynski ha declarado abiertamente que él no es un político, sino un economista. Dicha declaración suele rendir frutos políticos si es realmente creíble y en un contexto en el que la política se encuentra desprestigiada. Personalmente, tengo mis sospechas que estemos hablando de una persona que no sea un político y/o no esté apoyada por partidos políticos de rancia laya.

El popular PPK podría decir, yo soy un economista, no un político, pero quienes van a gobernar conmigo, de ser elegido sí lo son y son pertenecen a una clase política que se encuentra “sobregirada”. Pero el problema no es si estamos hablando de un político o no. Lo que se encuentra en el fondo de la cuestión es el problema de la devaluación de la política.

La necesidad de la política

Siempre rinde réditos políticos en periodos electorales despotricar contra los “políticos tradicionales” y presentarse como alguien que o no es un político o no es un “político tradicional”, así como hacer promesas electorales; porque, a fin de cuenta, lo que importa es sumar votos.

Sin embargo, esa actitud, resulta ser poco responsable. Si bien es cierto que en el Perú la clase política se encuentra desprestigiada, ello no significa que la política sea algo intrínsecamente malo. Lo que necesitamos es que los políticos asuman su responsabilidad. El que los políticos se corrompan, convirtiéndose en simples lobistas, o en tránsfugas, o que realicen malversación de fondos va claramente contra su responsabilidad. Pero también no hacen lo que el país requiere cuando desprestigian a la política, diciendo que ellos no son políticos y que ser político es algo malo por antonomasia.

Nuestros políticos harían mejor en tratar de reivindicar la política, corrigiendo sus malas prácticas y combatiéndolas dentro del sistema; es decir, mostrando que también es posible ser político honesto. Muchos ciudadanos no ingresan a la política porque la ven corrompida y sucia, pero si la gente honesta no se compra el pleito la política va a seguir siendo igual. Con esa actitud los ciudadanos se convierten en cómplices, sin saberlo, de la degradación de nuestra política nacional.

La necesidad de partidos políticos

La política necesita del fortalecimiento de los partidos. Ellos son un espacio de discusión y clarificación de ideas, además de un lugar de formación en cultura política. Además el debate político entre los partidos permite fortalecer la cultura política de los ciudadanos y de los mismos miembros de los partidos.

El debate político entre los partidos y en la sociedad es importante, además, porque eso hace que los grupos políticos radicales se eduquen en el diálogo y el respeto de los demás. Sin la discusión política se corre el riesgo de fortalecer a los sectores radicales, cosa que mina a la misma política. En nuestro país, las agrupaciones han tenido una práctica perversa: la descalificación de las ideas políticas de sus adversarios. Una cosa es debatir las ideas, otra es descalificarlas de entrada. Lo segundo hace un daño terrible al país.

Los partidos en el “fin de las ideologías”

El discurso del “fin de las ideologías” ha estado abonando en la crisis de los partidos y de la política. Dicho discurso, en realidad es una ideología, así como declararse como un no político es una forma de hacer política.

Este discurso ha dañado la política porque ha difundido la falsa creencia que en política ya no hay nada que debatir y que el camino está claro. Frente a eso los políticos se han convertido en unos perseguidores de votos y de cuotas de poder, y no en instituciones serias donde se debate ideas.

La reciente ciencia política

Los científicos políticos actuales también han colaborado con la crisis de la política en nuestro medio. Mucho de sus análisis han abandonado el estudio de las corrientes de ideas y se han dedicado a tratar la política con las herramientas metodológicas de la mercadotecnia. De esta manera, para ellos, hacer política es como vender autos o competir entre diferentes marcas de shampoos.

¿Es responsable que un candidato se declare no político?

La respuesta es contundente. Es absolutamente irresponsable. Los candidatos y los partidos que los soportan tienen que revalorar la política para el fortalecimiento de las instituciones políticas y permitir la renovación al interior de los partidos incorporando a jóvenes. También son irresponsables los periodistas que saludan y alaban a los políticos que se declaran no políticos o no políticos tradicionales. Lo responsable, más bien,  es elevar el nivel de la política para revalorarla, en cambio de desprestigiarla de entrada.

A mi parecer, los políticos que se declaran “no políticos” pero se encuentran rodeados de una rancia y hambrienta clase política se desprestigian a sí mismos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Derecha e izquierda en el Perú

La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas
Lucho Hernández


Satanización de la izquierda

Durante los últimos meses, a raíz de la contienda electoral municipal, pudimos observar en acción toda una maquinaria que tenía como finalidad satanizar y criminalizar a la izquierda. Los medios de comunicación tenían como consigna decirle al espectador "si Ud. vota por la candidata de la izquierda (es decir, la actual alcaldesa, Susana Villarán, estará cometiendo un crimen" Ciertamente, si uno hace apología del terrorismo estaría perpetrando algo que va contra las leyes, pero en un país con un sistema de partidos sano, votar por la izquierda no radical no es algo condenable. 

Rechazo  de la democracia

Pero estos sucesos son la muestra de una actitud que la derecha ha estado mostrando desde décadas en en Perú.  Dicha actitud nos muestra que hay una derecha en este país que rechaza la democracia. Ciertamente, no se puede evitar que algunos grupos sean esemigos de la democracia, pero el problema es que se trata de un sector dominante en la derecha peruana.

Ciertamente, contamos también con una derecha democrática, pero ésta no es tan fuerte como la antidemocrática. La derecha antidemocrática se encuentra coludida con los poderes fácticos para hacer que en este país tengamos una "democracia de baja intensidad" o lo que Alexis de Tocqueville denominó "despotismo blando".

Esta derecha autoritaria quiere libertades económicas, pero no libertades políticas. Es decir, pugna porque el mecado no tenga ningún tipo de regulación por parte del Estado, especialmente en mercado de trabajo, y rechaza el derecho de la población a ser partícipe del diseño del proyecto político para el país. Esta derecha tiene su propio proyecto y no está dispuesto a negociarlo con nadie. Por ello pone "mano dura" o "mano de acero" para que no se cambien los planes.

La alianza con los poderes fácticos

Esta derecha autoritaria está aliada con los poderes fácticos. Representa los intereses de las grandes empresas que son propiedad de las familias más poderosas del país. Los medios de comunicación irradian contantemente el discurso que la favorece, el del Perú como un país de emprendedores. Y para que nadie se atreva a cuestionarla, cuenta con el apoyo del sector corrupto de las Fuerzas Armadas, es decir, aquél sector que sobrevivió al encarcela miento de Montecinos, es decir, el sector que le impuso a Fujimori el año 90 la implementación del "Plan Verde", proyecto que Fujimori aceptó complaciente y pensando en los benefifios que eso le iba a significar.

Y el sector dominante de la Iglesia Católica, de tendencia ultraconservadora y autoritaria, resulta ser el cuarto poder fáctico que sirve de apoyo a la derecha autoritaria. Se trata de aquél sector de la Iglesia Católica que persiguió a Gustavo Gutiérrez y a la teología de la liberación, teología que significó una renovación muy importante en el pensamiento teológico, social y político no solo en el Perú, sino en el mundo. Se trata de aquél sector radical de la derecha católica que desea fervientemente que no existan universidades como la Pontificia Universidad Católica del Perú o la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Aquella que se opone al reparto de preservativos para evitar la expansión del sida, oposición que se defiende diciendo que eso resultaría un relajo de las buenas costumbres. Aquél mismo sector que adoctrina a los jóvenes en sus universidades y abriga la creencia que en el Perú hay ciudadanos de primera y segunda categoría, y por lo tanto las mujeres y los gays carecen de plenos derechos.

¿Esperando a los bárbaros?

Si la derecha democratica está tan disminuída, es tan vez porque nosotros, los ciudadanos dejamos que eso ocurra. Seamos de derecha o izquierda democrática, nos importa sobre manera que haya una derecha moderada, dialogante y democrática, como nos importa que suceda lo mismo con la izquierda. 

El poeta griego Contantino Cavafis tiene un poema titulado "Esperándo a los bárbaros", en el que se relata que la pobración se encuentra de brazos cruzados esperando a los bárbaros, quienes solucionaran todos los problemas. La tristeza se apodera de ellos cuando se enteran que los bárbaros no existen.