domingo, 25 de noviembre de 2012

LAS CONDICIONES DEL DEBATE PÚBLICO SOBRE LA HISTORIA RECIENTE EN EL PERÚ ACTUAL (PRIMERA PARTE)


           En el debate político de los últimos tiempos en el Perú se ha generado un fenómeno extraño, pero que es consecuencia de las acciones que los actores políticos han tenido en los últimos años. Este fenómeno atañe a la imposibilidad de articular un relato sobre la verdad de lo sucedido en los años de violencia en este país. Dicha articulación ha sido imposible por dos motivos centrales. En primer lugar, los agentes políticos que actuaron de manera cuestionable en el pasado han utilizado su influencia y la fuerza para que este relato no logre cuajar. En segundo lugar, la influencia que autores postmodernos tienen en las actuales ciencias sociales y en la teoría literaria arroja una relativización del relato sobre el pasado.

            Estas actitudes, que fueron tan provechosas para la derecha más radical en el Perú, aquella derecha que se encuentra involucrada con la violación de derechos humanos; dichas actitudes, digo, han terminado por generara un efecto búmeran, pues ahora SL-MOVADEF aprovecha dicha relativización del pasado para declara a sus presos como “presos políticos” y a sus acciones terroristas y genocidas como las de combatientes en una “guerra civil”. Esto les da las armas suficientes para que SL-MOVADEF convenza a un grupo de jóvenes, que viene a ser sus nuevos cuadros. Ellos saben que no necesitan de millones para tener en vilo al Estado peruano, sino que basta con 2000 o 2500 jóvenes debidamente adoctrinados para hacerlo cuando consideren que “las condiciones objetivas estén dadas”.

            El gobierno considera que da un gran paso declarando que MOVADEF no sólo puede inscribirse como partido político y declarándolo como brazo político de Sendero Luminoso, y por lo tanto fuera de la ley. Ciertamente, este paso es importante, pero no es lo más importante. Lo crucial resulta ser demostrar que su relato histórico no es una opción entre otras, sino que se encuentra profundamente equivocado. Pero, cómo hacerlo, después de que en la sociedad durante los últimos años han circulado relatos diferentes y completamente opuestos sobre lo sucedido en los 80 y 90 en el Perú, y que muchos de estos relatos tenían la clara intencionalidad política de  sustraer a criminales de las manos de la justicia.  Es más, esos sectores implicados en masacres y crímenes ahora sostiene que si ellos estuvieran de nuevo en el gobierno no estaríamos con los problemas que tenemos, cuando en realidad constituyen un  grupo que contribuyó a ponernos en esta situación tan peligrosa.   

            Ciertamente, no es posible tener un relato “objetivo” sobre la historia, y menos sobre la reciente, pero sí es posible tejer un relato intersubjetivo que gane el consenso de las partes de la sociedad. La articulación de este relato intersubjetivo fue encargado por el gobierno de transición de Valentín Paniagua a los miembros de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Pero tanto durante el trabajo de la Comisión como después de que se hubiere presentado el Informe Final de la CVR, los sectores más radicales de este país (la derecha política radical, representada por el fujimorismo y sus aliados, como el sector de derecha radical de la Iglesia Católica en este país, y la derecha empresarial y mediática) se dedicaron a bloquear el trabajo y a desprestigiar tanto a los miembros de la Comisión, como al Informe Final. Incluso, las amenazas de muerte a los miembros no se hicieron esperar. Todo ello muestra que no hubo voluntad política colaborar en la gestación de una verdad intersubjetiva sobre lo sucedido en los años de violencia.

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