Durante las últimas semanas la
discusión periodística y política ha girado en torno al indulto humanitario a
Alberto Fujimori. Este asunto tiene dos aspectos que son necesarios enfrentar a
la vez: uno jurídico y otro político. Hasta lo que han dicho los especialistas
en derecho, el indulto no va; pero dejaré esa cuestión a los juristas. Lo que me
interesa aquí es el aspecto político.
Cuando
ingresamos al rostro político del indulto a Alberto Fujimori, se abren ante
nuestra vista dos aspectos entrelazados pero distinguibles. El primero es el
análisis de los posibles escenarios políticos que se pueden abrir tanto si el
indulto procede como si no procede. El segundo aspecto es el análisis político
de lo que ha estado sucediendo para que más de la mitad de los encuestados
estén a favor del indulto (más allá de si sea posible jurídicamente). Este
segundo aspecto tiene que ver con una política que muchos medios de comunicación
han estado desarrollando para que el indulto esté en una buena posición. Muchos
de esos medios han hecho algo similar antes, que permitió a colocar a Cipriani
en una buena posición en su pleito contra la PUCP.
Algunos
medios han venido promoviendo la idea de que Fujimori debe ser indultado por
que se encuentra con un cáncer terminar, y/o por su edad y las condiciones carcelarias
en las que se encuentra, y que la democracia debe ser benévola y tener compasión con
el exdictador. Esta campaña mediática ha sido tan incisiva que ha conseguido
atarantar a la población, e incluso al Presidente de la República. Pero esta ha
estado basada en dos mentiras. La primera es la que las condiciones de salud de
Fujimori justifican el indulto por ser un supuesto cáncer terminal. Ese
diagnóstico médico es completamente falso, tanto así que la familia Fujimori ha
reconocido que no es ese el caso. Pero las declaraciones de Keiko – la segunda
en el clan – ha hecho la semana pasada una declaración falsa como un
paquidermo. Ella señaló que el riesgo de que vuelva a aparecer cáncer es
altamente probable. Ello no se condice con el informe médico, que señala que lo
que ha estado apareciendo en la lengua del exdictador han sido tumores benignos
que están controlados.
La
segunda de las mentiras que se han propalado las últimas semanas, es el que deberíamos mirar el caso con compasión y humanidad, y más allá de su estado de
salud deberíamos apoyar el indulto de Alberto Fujimori. En este caso lo que se
está haciendo es apelando a la compasión para presentar como necesario el
indulto. Dicho argumento se sostiene sólo en baba, y no tiene ningún asidero.
Para que lo podamos ver con claridad, propongo un experimento. Pensemos que tenemos asinado y condenado a cadena
perpeta en Lurigancho una persona que ha asesinado a una
menor de edad, después de haberla violado cruelmente. Pero resulta que esta persona ya tiene edad
avanzada y está enferma, aunque no con un mal terminal. ¿Alguien puede
imaginarse a la prensa pidiendo clemencia por él a la opinión pública? Yo
realmente no, porque esa misma prensa ha defendido una y otra vez la pena de
muerte para ese tipo de personas.
Se
me dirá que el caso del exdictador es muy diferente. Se dirá que él no violó a nadie.
Estoy de acuerdo en que ambos casos no tiene punto de comparación, sino que lo
que hizo Alberto Fujimori ha sido algo mucho peor, y que sus crímenes superan
largamente las de aquél supuesto asesino y violador. Lo que está en juego aquí,
ciertamente, no es la magnitud del crimen en cuestión. La controversia está girando
en torno a intereses políticos. La diferencia entre Alberto Fujimori y aquél
hipotético asesino y violador de menores es que el primero representa una
fuerza política que tiene gran peso y poderosos aliados, en cambio la otra
persona se representa sólo a sí misma.
Dichos
poderes políticos y fácticos que quieren fortalecer más la posición del
fujimorismo se han encargado de generar la imagen ante la población que quienes
no apoyan el indulto son sujetos insensibles, cargados de odio y de
resentimiento. Toda persona de bien, de dice, debe de apoyar el indulto, aunque
sea por una razón humanitaria. Esta actividad política llevada a cabo por los
medios no muestra otra cosa sino que se quiere generar una imagen del fujimorismo
como la de una especie de marca Perú. Así
como todos debemos promover y ser embajadores de la Marca Perú, se quiere
convertir a todos los peruanos en promotores y embajadores de la Marca Fujimori.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo con su análisis profesor, el apoyo que ha conseguido la consigna por el indulto, tiene que hacer con nuestra negativa a fortalecer el compromiso democrático, nuevamente aflora el sentimiento patriarcal que ha marcado la historia peruana. El indulto no solo es un sin sentido en el sistema democrático de gobierno, sino que además pone en cuestión la función retributiva de la pena que se enerva, retribución que no se ve más como una venganza sino como el rechazo social de la conducta criminal. Los peruanos decentes seguiremos diciéndole a ALberto Fujimori que repudiamos los hechos que lo llevaron a la cárcel.
Estimado Ron, comparto tus apreciaciones. No sólo el indulto es un arcaísmo y un despropósito jurídico, sino que la campaña política en torno a la consigna del fujindulto es descaradamente concertada por la derecha de este país.
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