La ciencia política en nuestro país no puede estar peor
representada que por Carlos Meléndez. Su interpretación de los caviares deja
mucho que desear. Según él los caviares son clasistas, intolerantes y
fundamentalistas, además de encontrarse desfasados de la realidad. Dichos
calificativos muestra que la interpretación de la realidad del pequeño jorobito
se trae consigo una idea extraña. De hecho, para poder señalar que alguien se
encuentra desfasado de la realidad se necesita tener algo así como un acceso
directo a la realidad. No creo que la ciencia política mantenga ese presupuesto
positivista que la sociología y las demás ciencias sociales (y las ciencias en
general) han abandonado desde hace mucho tiempo. Creo que una lectura del libro
de Thomas Kuhn “La estructura de las revoluciones científicas” no le vendría
mal al Sr. Meléndez.
Los caviares hacen una interpretación de la realidad
política desde la perspectiva de los derechos humanos y la justicia social, y
si se trata de gente que tiene instrucción, y tiene cierta posición social ello
no significa ser clasista (a menos que Meléndez considere que dicho término
significa “pertenecer a una clase social determinada”, en ese caso todos serían
clasistas). Además el blogero interpreta
tener un compromiso con ciertos valores públicos necesariamente como “intolerancia”
y “fundamentalismo”. Los que él señala como caviares se encuentran abiertos al
debate y procuran dar fundamentos razonables para sus afirmaciones y actividades.
Más bien los DBA son escépticos respecto del debate y la discusión pública.
Meléndez rasca donde no pica cuando equipara a los caviares con los DBA. Los
caviares se encuentran abiertos al diálogo y al debate político, porque
consideran que es lo más sano para la vida pública de este país, mientras que
sus adversarios de la DBA creen que lo que deben hacer es utilizar todo poder
fáctico para imponerse.
Steven Levitsky da en el claco cuando afirma lo siguiente
“Si nadie en la élite limeña tiene monopolio sobre la vida acomodada, un
desviado sentido de la realidad, o la intolerancia, estas no son
características que distinguen a los caviares de los no caviares. Son cojudeces”,
refiriéndose ciertamente a las opiniones de Meléndez. Y señala con acierto que
las diferencias entre los caviares y sus adversarios son políticas e ideológicas,
especialmente con el compromiso de los primeros con la democracia y los
derechos ciudadanos. Y continúa señalando que la polémica contra los caviares
no se da en otros países donde la democracia se ha asentado. Levitsky muestra
ser un científico político lúcido y acertado en sus análisis, y en este caso no
es diferente. Recomiendo la lectura de su columna sobre el tema en http://www.larepublica.pe/columnistas/aproximaciones/los-caviares-desde-otro-angulo-16-09-2012
Por mi parte considero que la polémica caviar tiene un
sentido relativo. Yo cambiaría el
término por otros como “izquierda liberal” o “demócratas”, o “políticos de
centro” En la escena contemporánea hay ideas y personas que apoyan ciertas
ideas de defensa de la democracia, los derechos humanos y la justicia social, y
que les da diferente ponderación conforme se encuentren más hacia la izquierda
o derecha liberal y democrática. Levitsky acierta completamente que allí donde
la democracia se ha asentado la “polémica caviar” pierde sentido.
Sostengo que lo que estamos viendo es una confrontación
entre un grupo que busca defender la democracia y otro que está tratando de
desestabilizarla, para instaurar un sistema dictatorial. Y detrás de esto se
encuentran dos maneras de entender la actividad política. Los demócratas (“caviares”)
colocan al centro el debate y la discusión de ideas, mientras que los
adversarios de la democracia colocan en el centro el ejercicio de la violencia
y la imposición por la fuerza. Tanto de parte de la DBA como de la extrema
izquierda antidemocrática se acusa a los “caviares” de no estar en las calles
rompiendo vidrios, tomando carreteras o en los diarios difamando a personas
como se ha hecho últimamente con Diego García Sayán. Los demócratas (caviares)
han traído una nueva forma de hacer política que es extraña en nuestro medio,
pero que es normal en los países de bases democráticas más sólidas, y eso a
desubicado no solo a sus adversarios políticos, sino también a algunos
científicos políticos
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