Recientemente
Alfredo Bullard ha repetido el argumento de Robert Nozick según el cual muchos
intelectuales rechazan ideas de mercado porque han recibido una educación que
premia el mérito mientras que el mercado premia la habilidad de competir.
Bullard supone que basta con repetir una falacia para que éste, por arte de
magia, se convierta en un razonamiento válido. Pero, lamentablemente para el
defensor del Análisis Económico del Derecho, las cosas no son tan fáciles.
Este argumento fue dicho en el
contexto de un discurso mayor, según el cual el Estado no debe dedicarse a la
educación sino a financiar a los padres,
por medio de bonos, para que ellos
puedan elegir el colegio al cual enviar a sus hijos. De esta manera, la
eliminación de la escuela pública redundaría en un supuesto bien: la capacidad de
los padres para elegir en el mercado de la educación. Como bien ha señalado Susana Frisancho, la
propuesta de Bullard no tiene en consideración el hecho de que no
necesariamente los padres tienen la información suficiente de lo que necesitan
sus hijos para poder adquirir una educación integral. Ciertamente, la propuesta
de Bullard carece criterios pedagógicos y formativos, y se inscribe en una
concepción de la educación de individuos para el mercado más que de ciudadanos
para la democracia.
A lo que Bullard está apuntando es a
la aplicación de los criterios del Análisis Económico del Derecho al campo de
la educación, de manera que sean las preferencias en el mercado el único
elemento decisivo para la educación. Según él, la tarea del Estado debe
consistir en fomentar la demanda y no en brindar educación pública. El
mecanismo para esto sería por medio de bonos. ¿En qué está pensando Bullard
cuando sugiere esto? ¿En que el Estado de bonos gratuitos a los padres o los
conecte con un sistema de crédito bancario?. Si es lo primero, el apóstol de
Posner entraría en una contradicción, porque no todo estaría en manos del “mercado
libre”. En cambio, si se trata de lo segundo, el abogado estaría proponiéndonos
una receta que ha fracasado con largas en Chile.
El problema de fondo se encuentra en
la posición que se le quiere dar al mercado. Como él mismo reconoce, no todos
los intelectuales de izquierda rechazan el mercado, pero lo que parece no quiere
aceptar es que existen maneras alternativas de plantear la relación sociedad –
Estado – mercado. Su propuesta es que todos los aspectos y bienes de la
sociedad pasen por el mercado, reduciendo al Estado a su aspecto policiaco y
eliminando las políticas públicas. Pero no es necesario rechazar el mercado
para comprender que no todo debe funcionar por el criterio de las preferencias
de los clientes mercantiles. La propuesta de Bullard tiene un objetivo claro,
seguir ampliando los márgenes del neoliberalismo económico en nuestra sociedad,
a fin de ir recortando las libertades de los ciudadanos. De esta manera, la
tiranía del dinero lograría dar una vuelta de tuerca a su proyecto, apropiándose
de la educación. Es claro que el mercado es importante, en su sitio. Pero las
aulas de clase no son un supermercado y la formación de personas y de
ciudadanos no es una mercancía.
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