La decisión del Presidente Humana
de no conceder el indulto humanitario a Alberto Fujimori ha sido importante por
varias razones, entre las cuales voy a destacar algunas. En primer lugar, con
ella el presidente da una señal importante: que ni las encuestas ni la presión
fujimorista tienen tanto peso sobre sus decisiones. En segundo lugar, el
fujimorismo ahora tiene que mover su agenda política del tema del indulto a la
preocupación por la democracia. Esto va a ser una cosa difícil para el partido
de la dinastía oriental, porque modus
operandi en el pasado ha hecho abstracción de las formas democráticas,
además de que en la actualidad la mentira ante la opinión pública sigue siendo
moneda corriente entre sus líderes, desde las declaraciones sobre el estado de
salud del líder, sus condiciones carcelarias, hasta los intentos de manipular a
la opinión pública con fotos y declaraciones del mismo Alberto Fujimori. (Los
ciudadanos ya estamos acostumbrados a escuchar las mentiras del fujimorismo,
como cuando se dijo que no se aplicaría un shock económico, o cuando se afirmó
que Leonor La Rosa se había auto
torturado y que en el Perú durante los 90 no se violaban los derechos humanos. Cuando
la entonces congresista Martha Chávez declaró que si era cierto que en el gobierno
fujimorista había prácticas de violación de los derechos ella se iría del país,
los estudiantes de muchas universidades hicimos, entonces, una chanchita para
ayudarle con el pasaje. ¿Por qué no se fue en ese momento? ¿O porqué no se fue
con la tía Rosa?).
El
ala más moderna del fujimorismo va a tener que ensayar tener una actuación
política que se oriente al compromiso con la democracia y el respeto de los
derechos humanos. El ala más vieja y dura tiene convicciones dictatoriales tan
arraigadas que de ellas nada se puede esperar. Con el tema del indulto fuera de
la mesa, va a ser muy difícil al ala moderna reciclarse pues el núcleo duro de
sus votantes se encuentra conectado con
Alberto y representa las fuerzas autoritarias más radicales en este país. El
fujimorismo y sus aliados van a tener que optar entre quedarse en la prisión o
girar hacia la democracia, tal como lo señaló en estos días con lucidez Mirko
Lauer.
Pero hay una
tercera razón que es, a mi juicio, la más importante todas. La negativa del
indulto, teniendo en cuenta que es una potestad del Presidente y que cuenta con
un informe médico que no lo recomienda, resulta ser un espaldarazo importante a
la cultura de derechos humanos en el Perú. Ollanta Humala pudo muy bien otorgar
el indulto a pesar de que el informe médico indicaba que no se reunía todas las
condiciones para el indulto humanitario. El hecho de que no haya sido así es
señal de que Humala colocó en la balanza de su reflexión el tema de los
derechos humanos y le dio un peso relativo importante. Es decir, se tuvo en
cuenta el sufrimiento de las víctimas y de los deudos de los casos Barrios
Altos, La Cantuta, entre otros. Una de
las cosas adicionales que estuvo presente en el informe es que Alberto Fujimori
nunca pidió perdón ni se reconocía culpable de los cargos por los cuales estaba
en la cárcel. Él señala ser un preso político, no un criminal violador de
derechos humanos. En ningún momento pidió perdón a los deudos ni a las
víctimas. No hubo ni reconocimiento ni pedido de perdón. Esa actitud de abofetear
los derechos humanos fue considerada por la junta evaluadora. Las arraigadas convicciones
autoritarias que tiene el reo Fujimori han sido un factor importante.
Es por eso que
la negativa a la solicitud de indulto resulta ser una buena noticia para los
derechos humanos. La decisión contraria habría significado un darle la espalda
al compromiso con los derechos humanos y hubiera colocado al Perú en una mala
posición frente a la comunidad internacional, tomando en cuenta que nuestra
situación no es de lo mejor por las denuncias de interceptación telefónica,
reglaje y vulneración de derechos. El Perú actual necesita urgentemente mejorar
su record en derechos humanos. La negación del indulto ha sido un punto a
favor, pero en lo que respecta al respeto de los derechos políticos y civiles hay mucho pan por rebanar. Y en cuanto a los derechos
sociales, falta aún más. Las desigualdades económicas son escandalosas, el peso
que la derecha empresarial tiene en el gobierno es determinante y el peso que
tienen las ideas de intelectuales repetidores de palabras neoliberales es muy
peligroso para la democracia en el país.
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