viernes, 27 de julio de 2012

LIBERALISMO INTEGRAL


El significado del término “liberalismo” se ha convertido en un campo de batalla entre diferentes posiciones políticas.  La versión más extendida en nuestro medio es la que entiende por liberalismo aquel proyecto político que busca el ejercicio pleno de las libertades económicas reduciendo al mínimo la intervención del Estado en el mercado. Esta identificación del liberalismo exclusivamente con las libertades de transacción económicas es defendida por agentes e instituciones comprometidas con el neoliberalismo económico, aunque los defensores de esta perspectiva rechazan el calificativo “neo” y se reivindican como “auténticos liberales” pero, en realidad, lo que hacen es usurpar dicho título[1].

En lo que sigue realizaré (1) una recuperación del término “liberalismo”, devolviéndole su significado originario,  para (2) pasar a explicar porqué utilizo el rótulo “liberalismo integral”. Una vez hecho esto (3) presentaré un breve balance de la situación política del Perú actual para, finalmente, (4) presentar la necesidad del liberalismo integral para nuestro país.

1.- Recuperación del término liberalismo


            A fin de poder tener una propuesta diferente al neoliberalismo, al pensamiento conservador y a la izquierda radical, es necesario que recuperemos el significado del  liberalismo. El liberalismo es una tradición de pensamiento político que nace en los albores de la modernidad y es articulado en el siglo XVII por John  Locke y Baruch Spinoza, y durante el siglo XVIII se encuentra cristalizada en las ideas de Montesqueau, Jean-Jacques Rousseau, Immanuel Kant, entre otros, En el siglo XIX sobresale la obra de John Stuart Mill y en los siglos XX y XXI sobresalen las versiones de John Dewey, John Rawls, Jürgen Hamermas, Richard Rorty, Martha Nussbaum y Michael Walzer. La lista se puede prolongar, pero basten estos nombres como algunos referentes significativos. 

            El liberalismo surge como una necesidad para enfrentar una situación política problemática que se suscita en Europa durante el siglo XVI y XVII a raíz del advenimiento de la Reforma Protestante con Martín Lutero. La Reforma quiebra cosmovisión europea, que hasta entonces se encontraba articulada por los ideales forjados por la Iglesia Católica, y abre la posibilidad de ver el mundo de maneras distintas, así como de entender el cristianismo de diferentes formas y buscar bases de justificación distintas para las pautas morales, políticas y jurídicas. Pero el surgimiento de la reforma abre un problema político crucial y doloroso en las sociedades europeas. Éste se suscita cuando los europeos mantienen la idea de que, al interior de un reino, los súbditos deben mantener la religión  del soberano. Así, si el soberano es católico o luterano o calvinista, los súbditos que no comparten dicha creencia religiosa deben abandonar el reino o serán hostigados por el Estado. Esto trajo consigo el lamentable episodio de las guerras de religiones que plagaron el continente europeo durante los siglos XVI y XVII.

            Para poner fin a dicho doloroso trance, los teóricos políticos abogaron por la separación de la esfera del Estado y la de la Iglesia. Ambas  instituciones deberían separarse a fin de permitir que, no importando la religión del soberano, súbditos de diferentes denominaciones religiosas puedan convivir en el territorio del país en un régimen de tolerancia[2]. Tal distinción de esferas da origen al liberalismo, pues con ella se abre camino a un conjunto de libertades importantes, como la libertad de creencia religiosa, la libertad de conciencia y la libertad de opinión, entre otras. El proceso de separación de esferas iniciado allí comienza con un proceso político que va separando otras esferas, como la esfera del mercado y la del Estado, o la esfera de la Universidad del poder económico o del poder político. Asimismo,  las esferas de la seguridad, la salud y la educación se separan de la esfera del mercado.  Con cada una de estas separaciones lo que gana las personas son mayores libertades, es por ello que de un proyecto político profundamente liberal. Este proyecto político liberal de separación de esferas aún no se encuentra concluido y se encuentra en pugna con otros proyectos que son impulsados por instituciones y agentes adversos al liberalismo, entre los que destacan los proyectos neoliberal, conservado y el de la izquierda radical. La política liberal consiste en seguir llevando a cabo dicha separación e irla consolidando[3].

2.- ¿Por qué razones es necesario denominar al liberalismo como “liberalismo integrador”?

            En los últimos tiempos se ha hecho popular el término liberal para designar al neoliberalismo económico. Incluso los defensores de esta posición rechazan ese rótulo y se reivindican como auténticos liberales, considerando – inspirados en ideas muy extrañas - a liberales como Rawls y Amartya Sen como socialistas o comunistas.  Por ello señalo que los neoliberales lo que hacen es usurpan el nombre del liberalismo con dos objetivos claros: en primer lugar, señalar que las únicas libertades que hay que tener en cuenta son las libertades económicas, las cuales se distribuyen en el mercado por medio del dinero; y en segundo lugar,  señalar que sus adversarios políticos son el conservadurismo y la izquierda radical. Este segundo elemento resulta ser políticamente conveniente de una manera superlativa, pues con ello se presentan como los únicos abanderados de la democracia y las libertades, mientras que sus adversarios se presentan como antidemocráticos y enemigos de la libertad. En los últimos tiempos se ha estudiado cómo el neoliberalismo, en la persecución de los intereses particulares, termina desestructurando el tejido social y  vulnerando la democracia. De esta manera, cuando el neoliberalismo se presenta como la única opción democrática, existen poderosas razones para desconfiar de ello.

Pero a los neoliberales el nombre liberalismo les queda muy grande, porque las libertades en el mercado no son las únicas libertades que debe tener un ciudadano. Las libertades incluyen no sólo libertades económicas, sino también libertades sociales, como las de estar libre de enfermedades curables o de privaciones alimentarias que se pueden evitar o libertades civiles -como la libertad de asociación y de unión y contrato que vayan más allá de las figuras mercantiles- o las libertades culturales, de expresar la identidad cultural, lingüística, religiosa, etc., entre muchas otras libertades. Es por ello que para diferenciar el auténtico liberalismo del neoliberalismo voy a utilizar el término “liberalismo integrador”.

            El “liberalismo integrador” es un proyecto político que hunde sus raíces en los inicios de la cultura política democrática moderna en el siglo XVII y apunta a la defensa de las libertades en su totalidad: tanto las libertades de comercio como las libertades de opinión, de creencia religiosa, así como la defensa de las libertades sociales como las relacionadas con la salud, la seguridad y la educación, entre otras. La apuesta por el liberalismo integral trae consigo dos consecuencias importantes en el aspecto político; de una parte, supone comprometerse con una política de separación de las diferentes esferas sociales, para que se pueda abrir paso a las diversas libertades que el proyecto político liberal defiende; de otra parte, se trata de entender la progresividad y la integralidad de las libertades.

2.1.- La política de la separación de esferas

        La cuestión de la defensa de la separación de las diferentes esferas sociales se asocia con una política que ha estado presente en la agenta del liberalismo desde muy temprano. Ya John Locke, en el siglo XVII había abogado por un combate radical contra lo que denominó “tiranía”[4].  La tiranía es lo que podríamos denominar con el término coloquial “abuso” y se produce cuando alguna de las esferas impone su lógica propia a otras instituciones o esferas de la sociedad. Locke levantó su voz contra la tiranía del Estado sobre la esfera de la vida privada  de los individuos, denunciando los intentos del Estado de ingresar en la vida familiar de los ciudadanos y en la con ciencia individual tratando de imponer un credo religioso específico. Este tipo de abusos que la tiranía supone también se puede expresar de otras maneras. Por ejemplo, cuando la lógica del mercado ingresa a la esfera religiosa se produce un tipo de tiranía que se denomina simonía; cuándo la lógica de la familia domina a la del estado se produce la tiranía denominada nepotismo, y así, se pueden encontrar otras formas de tiranías que el liberalismo procura enfrentar.

De esta manera, se ve con claridad cómo el neoliberalismo económico no representa un cuestionamiento de las tiranías, pues aboga por la tiranía del mercado sobre las demás esferas de la sociedad, proponiendo que el dinero y su lógica sea la llave que permita ingresar en todas las esferas sociales: la salud, la educación, la seguridad, la justicia, etc. Una de las muestras del intento de tiranizar las esferas sociales las muestra el neoliberalismo en la nueva corriente jurídica denominada “análisis económico del derecho”, que pretende traducir toda cuestión sobre la justicia en un cálculo económico de utilidades. Así, el “análisis económico del derecho” no sólo de presenta como una herramienta para resolver conflictos entre particulares propios del derecho privado, sino que también intenta reglamentar el derecho público en términos de ganancia económica, cosa que afecta profundamente la naturaleza propia de derechos públicos como el de la deliberación política de la ciudadanía sobre cuestiones de interés general, reemplazándola por la discusión de una élite de técnicos, o poniendo en cuestión los derechos fundamentales por no ser funcionales a la lógica del mercado[5].

Otra de las tiranías que el neoliberalismo representa es la del dinero sobre la educación. En este aspecto las fuerzas políticas neoliberales empujan a la educación en convertirse en una actividad social centrada en la obtención de ganancias económica, desnaturalizando la función propia de las instituciones educativas al interior de una sociedad democrática, a saber, la formación integral de lo ciudadanos, especialmente a través de la importancia de las humanidades y las artes. El neoliberalismo ha convertido los centros educativos en instituciones cuya finalidad principal es la obtención  del lucro, así como se plantea la educación de una persona como un proceso que capacite a los individuos a adaptarse normalizadamente a las leyes del mercado y puedan conseguir el lucro de manera más rápida.

Una forma de entender la política del liberalismo integral es justamente en su combate a dichas tiranías. Este enfrentamiento político tiene diferentes escenarios: a) el del Estado, b) el de la sociedad y sus instituciones y c) el académico.  En el escenario estatal, la política del liberalismo integral procura abrir espacios a las libertades por medio de leyes y otros dispositivos que rompan con las tiranías existentes; en el campo de la sociedad y sus instituciones, se procura abrir un espacio para una mayor deliberación respecto de las cuestiones de interés público; y en el escenario académico, mediante la discusión de ideas en diferentes foros.

2.2.- La cuestión de la integralidad

            La progresividad y la integralidad de las libertades significan que las libertades que el ideario político del liberalismo integral defiende han ido surgiendo paulatinamente a lo largo de la historia del Occidente moderno. Esta historia puede ser  leída  como un proceso paulatino de separación de esferas, y en cada separación tiene su origen un conjunto de libertades. Se trata de un proceso histórico de obtención de libertades y de sus derechos concomitantes. Pero ello no debe llevarnos a pensar erróneamente que las primeras libertades que se han conseguido son más importantes que las demás, y tampoco debemos dejarnos penar equivocadamente que cada libertad no tiene vínculos con las demás libertades. El liberalismo que surge en el siglo XVII y del que somos herederos se describe mejor como un gran impulso político, como una marejada, que lleva la bandera de la libertad y que se va desplegando paulatinamente en un conjunto de libertades que se encuentran interconectadas tanto  en la teoría como en la práctica[6].

            De esta manera, del gran impulso de la libertad brotan libertades como las políticas y las socio-económicas. Algunos podrían pensar que entre ambos tipos de libertades no existe conexión alguna, y se pueden conseguir libertades sociales y económicas en regímenes dictatoriales como el actual Estado Chino o el de Singapur. Los adversarios del liberalismo integrador y de la democracia sostienen incluso que un régimen democrático donde se ejercen libertades políticas de elegir y ser elegido, o de discusión pública de cuestiones de interés general retarda problemas como el de la salida del subdesarrollo económico, o el enfrentar crisis económicas y financieras, o incluso garantizar la seguridad en tiempos de terrorismo. Se alega que un gobierno dictatorial es mejor que uno democrático para enfrentar esos problemas, y hasta se enumeran casos de países en los que la fórmula “democracia sí, pero para otro día” dio supuestamente resultado, como el Perú de Fujimori o el Chile de Pinochet, o los estados dictatoriales del Asia. Sin embargo, esta tesis no soporta un riguroso estudio empírico caso por caso.

En Perú se repite, de manera tendenciosa y falaz,  que debemos a la dictadura de Fujimori dos cosas fundamentales: a) el haber sentado las bases de un sistema económico exitoso y b) haber terminado con el terrorismo. Si bien ambas cosas se dieron durante el periodo de dicho gobierno dictatorial, de allí no se infiere el que la ruptura del sistema democrático haya sido necesaria para ello. Respecto de las bases del sistema económico, Mario Vargas Llosa –contendor electoral de Fujimori en las elecciones de 1990- sostenía que debíamos implementar medidas similares, pero en el marco de la democracia. De otra parte, respecto de la lucha contra el terrorismo se ha hecho creer a la población en Perú que fue Alberto Fujimori quien capturó a Abimael Guzmán, cuando fue Ketín Vidal y el GEIN, fruto de una investigación iniciada durante las postrimerías del primer gobierno de Alan García[7].

Los estudios detallados arrojan como resultado la constatación de que la ausencia de libertades y derechos políticos no permiten que el crecimiento económico, de haberlo,  sirviese para atender a las necesidades de los sectores más necesitados, pues comúnmente el gobierno hace uso de los recursos para beneficiar a sus clientes políticos. Un sistema sin paridos de oposición  realmente autónomos y responsables,  sin  derechos de deliberación pública de parte de los ciudadanos, ni con medios de comunicación libres no puede vigilar el uso que hace el Estado de los recursos económicos ni los pactos corruptos que el gobierno dictatorial puede hacer con las empresas que apoyan el régimen. En síntesis, la ausencia de libertades políticas abre las puertas a las distorsionas turbias del sistema económico. Las libertades políticas, además de ser un bien por sí mismo, sirven para supervisar los manejos económicos y denunciar la corrupción. Se dice que la economía China va muy bien, pero dicha afirmación se basa en los datos que da el gobierno Chino, y si sabemos que dicho gobierno plantea un sistema de información restringida, ¿cómo podemos creer en sus afirmaciones? Baste con estos elementos para poder constatar que las libertades se relacionan en un sistema integral, en el cual la vulneración de unas remece a las otras inevitablemente. De esta manera, las libertades han de ser defendidas en su integridad.

3.- Breve diagnóstico de la situación política en el Perú actual

            Si tenemos en cuenta la situación social, económica y política del Perú, se verá que en urgente apostar por la política que el liberalismo integrador propone. El Perú es un país fragmentado tanto social como políticamente. Dicha fragmentación se expresa en el hecho de que ni los agentes económicos ni las facciones políticas tiene un proyecto que incorpore a todos los ciudadanos sino que, más bien, se manifiestan con expresiones y portavoces de interese particulares. Una sociedad debe entenderse como un sistema de cooperación entre los ciudadanos, cooperación que representa lo que los filósofos y teóricos del derecho denominan “pacto social”. La cooperación entre ciudadanos permite quelas libertades y los derechos conseguidos se consoliden y garanticen. 

            Los grandes poderes económicos pugnan, en este país, por que sus interese se impongan sobre los intereses compartidos y por sobre las libertades y los derechos de todos. Asimismo, los partidos políticos se presentan como expresiones de dichos interese particulares. Políticamente hablando, en el Perú, el espectro político se encuentra dividido fundamentalmente por los representantes del conservadurismo (la derecha cultural radical), el neoliberalismo (la derecha económica radical) y la izquierda radical. Los partidos moderados son sumamente endebles y los agentes del pensamiento moderado, tanto de derecho como de izquierda, son contados, ubicándose mayormente entre periodistas e intelectuales moderados y demócratas.  Sin duda, todas las agrupaciones políticas reivindican la democracia y los derechos fundamentales, pero ello no significa que se encuentren auténticamente identificados con ellos. Más bien, dicha actitud se debe a que resulta políticamente correcto. Las fuerzas políticas comprometidas auténticamente con los derechos fundamentales y con la democracia constitucional son pocas y dispersas, razón por la cual se vuelve indispensable en que un movimiento amplio retome el proyecto que el liberalismo integrador representa.

            Los sectores políticos conservadores se encuentran comprometidos con la defensa de los valores morales tradicionales, valores que no son otra cosa que los de la élite dominante en el país. Esta élite utiliza los medios de comunicación, las escuelas y las universidades para difundir sus valores, que son lo del catolicismo más tradicional[8]. Como dicho sector requiere de medios económicos para mantener su dominación, no tiene ningún problema en colaborar con las fuerzas del neoliberalismo económico, aunque algunos valores del mercado sean incompatibles con los del catolicismo tradicional. Por ejemplo, el valor de explorar la sensualidad para conseguir mayores réditos económicos puede ser avalado por los conservadores, en virtud de fortalecer esta alianza entre el dinero y lo santo. Sus aliados, los neoliberales, actúan políticamente en defensa del los intereses de los grandes capitales y consideran que las únicas libertades que se deben defender son las de los agentes económicos en el mercado. Esta simplificación de las libertades trae graves consecuencias, porque no contribuye a reducir las desigualdades, sino que, por el contrario, las acrecienta. Su caballo de batalla es la idea según la cual el libre mercado sin restricción alguna y el apoyo a las grandes empresas ha sido el factor que ha reducido la pobreza, y lo seguirá haciendo. Si bien es cierto eso, no queda clara la conexión entre el libre mercado radicalizado y la deducción de la pobreza; además, lo que si ha quedado evidenciado es que las políticas neoliberales que los sectores conservadores y neoliberales han impulsado en este país hay incrementado la desigualdad económica.

            Además,  los sectores conservadores y neoliberal han propiciado una política social de discriminación social y política respecto de ciertas  minorías culturales y sociales, y de las mayorías. Las mayorías han sido discriminadas por el color de su piel, su adscripción étnica, su lengua. La discriminación y el desprecio han estado a la orden del día, muestra de ello es la actitud frente a la violencia que sacudió el país durante las décadas del 80 y 90.  Aquello que permite que los agentes del neoliberalismo se encuentran entren en confluencia con los sectores conservadores es que a ellos les interesa sus intereses económicos en el mercado, y ven que el liberalismo cultural resulta ser una amenaza a sus intereses. La lógica del liberalismo cultural se centra en cuestionar el sistema de jerarquías que no se encuentra razonablemente justificado y, puesto que sectores conservadores, como el de la Iglesia Católica, como las empresas se basan en un sistema jerárquico de este tipo.

            La izquierda radical, por su parte, es igualmente de convicciones antidemocráticas y autoritarias. Su proyecto antaño fue el de la toma del poder por medio de la lucha armada, y aunque algunos partidos se han institucionalizado y han conseguido ser aceptado en el sistema democrático, su posición respecto de la violencia no ha sido suficientemente modificada. Si bien muchos grupos de izquierda radical han abandonado la violencia como un modo de acción política, esto a modificación no afectó al resto de sus ideas, cosa que debió ocurrir para que sus propuestas sean consistentes. Lo que tiene ahora es un conjunto desarticulado de ideas políticas que resulta ser un escoyo para su acción. Esta es la razón por la cual hoy en día hablamos de la crisis de las izquierdas en el país. Esta crisis sólo es superable si la izquierda moderada y liberal adquiere fuerza política y puede conducir al bloque de izquierdas hacia una izquierda liberal, que se comprometa con la democracia, los derechos fundamentales, los derechos humanos y entienda que el mercado es un sistema adecuado de distribución de bienes, aunque no el único.

            En este contexto, donde las posiciones radicales –tanto de izquierda como de derecha – han tomado la batuta en la vida política del país, se ha generado un ambiente en el cual las posiciones radicales se distancia cada vez más y el debate político es reemplazado por el descalificativo, el insulto y la violencia. Este clima político ha generado un ambiente social convulsionado que hoy gira en torno a la minería, pero que muy bien podría tomar otro foco de confrontación. Como hemos podido ver, la conflictividad social ha ido in crescendo desde hace más de diez años, y ello se debe, en parte, a que el sistema político no ha podido darle  respuesta adecuada debido a que los grupos que lo componen han perseguido sus intereses particulares más que la cooperación social.

            Por otra parte, se ha excluido el debate de ideas políticas en las universidades, ya por la hegemonía de un discurso político radical en algunas de ellas, ya porque en otras universidades se ha prohibido expresamente el debate y la actividad política. Esta última actitud lo que hace es impone un adoctrinamiento político encubierto que presenta el tecnicismo (bandera de la política de la derecha radical) como una actividad neutra en términos políticos. A través de una enseñanza técnica se imparten ideas de derecha en muchas de las universidades del país. Finalmente, en otro grupo de universidades de carácter confesional católico se imparte un adoctrinamiento conservador bajo el rótulo de una “educación en valores”[9]. En todos los casos se neutraliza el debate de ideas políticas, con lo que se logra es una radicalización de la acción política, cosa que es sumamente peligroso para la salud de la democracia peruana. Si añadimos que el debate de ideas ha sido también expulsado del seno de los partidos políticos, y que los sindicatos se han desarticulado o han sido copados por radicales, veremos que la situación se agrava, pues es en las universidades, los partidos políticos y los sindicatos donde se podrían formar ciudadanos preparados para el debate alturado de ideas políticas.          


4.-  Importancia del liberalismo integral para el Perú.

            Teniendo en cuenta las características de la política nacional, resulta de suma importancia el articular un proyecto político liberal, tal como el liberalismo integral lo entiende. El liberalismo integrador pone sobre el tapete de la discusión política nacional la idea de que la sociedad debe ser entendida como un sistema justo de cooperación entre ciudadanos, en vez de un espacio para que los sectores logren hacer prevalecer sus intereses. Ello se logra desmarcando las libertades de su identificación exclusiva con las libertades económicas en el mercado.  Al abrir el horizonte de las libertades, lo que se logra es redefinir la relación entre mercado, Estado y sociedad.

No se trata de que el Estado intervenga  en el mercado, pues un mercado robusto constituye uno de los pilares de la democracia, sino que se evite que el poder económico se traduzca automáticamente en poder político, pues ello vulneraría la democracia profundamente. Cuando sucede ello, a lo que asistimos es a una distorsión de las relaciones entre el mercado, la sociedad y el Estado, pues con ello sólo se consigue la tiranía de la sociedad por parte de los poderes económicos.  En este contexto, la labor del Estado no consiste en limitar el funcionamiento del mercado, sino el de señalar que hay cierto tipo de bienes sociales (salud, educación, seguridad, entre otras) que no deben ser monopolizadas por el mercado. De esta manera, el liberalismo integral se presenta como un proyecto político que busca contrarrestar la presencia de la política neoliberal en este país. Las fuerzas neoliberales tienen como objetivo convertir el poder económico en poder político y en convertir todos los bienes sociales, incluyendo salud, educación y seguridad, en bienes intercambiables en el mercado. Esto último lo hace a través de una política privatizadora radical.

La defensa de las libertades hace que el proyecto político del liberalismo integral se presente como un contrapeso al proyecto neoliberal. El proyecto neoliberal se encuentra ampliamente difundido y tiene una gran presencia en sectores claves como las universidades. Esta poderosa presencia termina siendo perniciosa, pues lo que procura es fragmentar el tejido social colocando como única lógica de la política el interés. El liberalismo  integral, en cambo, procura recomponer y fortalecer el tejido social, fomentando la cooperación social en dirección de las defensa de las libertades y los derechos fundamentales, así como el fortalecimiento de la democracia. 

Frente al proyecto conservador, el liberalismo integrador defiende las libertades de las minorías para desarrollar sus formas de vidas y expresarse culturalmente en el seno de una sociedad democrática y plural.  El liberalismo integral que defendemos concibe a la sociedad peruana como una sociedad plural, en la cual habitan un conjunto grande de grupos étnicos, religiosos y con proyectos de vida distinto, razón por la cual busca construir la plataforma política y jurídica que permita dotar a cada persona de los derechos y libertades que le permitan desarrollar el tipo de vida que prefieren, dentro del marco de la ley. Es por ello que combate la imposición de formas de vidas tradicionales provenientes de poderes hegemónicos sobre los ciudadanos. De esta manera, el liberalismo integral realiza una distinción importante entre valores públicos y valores privados. Los valores públicos son aquellos que todos los grupos, que tienen concepciones de vida distintas,  pueden apoyar. Se trata de valores como son el rechazo de la esclavitud, la defensa de la democracia, la tolerancia, la defensa de los derechos fundamentales, el principio de igualdad ante la ley, etc. El cambio, los valores privados son aquellos apoyados por las diferentes concepciones religiosas y laicas, que tratan de ser impuestas a la integridad de la sociedad. Los grupos conservadores apoyan una política de imposición de sus valores privados bajo el rótulo de una educación en valores. El campo en el que se realiza esto principalmente es la educación: la escuela y la universidad; aunque también se realiza por medio de las instituciones estatales, los discursos políticos  y los medios de comunicación. Es por ello que el liberalismo integral encuentra como un punto de vital importancia poder emancipar la educación de la visión conservadora que la domina. Esto se busca incluyendo un mayor peso de las humanidades y las artes para poder formar ciudadanos más empáticos que  se comprometan con los valores públicos.

Además, a nivel de la educación universitaria, el liberalismo integrador procura colocar el debate respecto de ideas políticas como un elemento central de la formación de ciudadanos cooperativos, responsables y comprometidos con el fortalecimiento de la democracia constitucional. Con ello hace frente a los embates que provienen de los proyectos dictatoriales del neoliberalismo, el conservadurismo y la izquierda radical.   La izquierda radical pretende seguir haciendo política con ideas trasnochadas que son adversas a la democracia.  En el plano educativo, esta izquierda procura que el adoctrinamiento desplace a la reflexión política. El proyecto del liberalismo integral es construir, en nuestro país, la plataforma política que permita el debate de ideas y moderar los discursos radicales a fin de que la política de confrontación social, en la que estamos inmersos actualmente, pueda dar paso a una política del manejo de los conflictos a través del debate en la esfera pública.


[1] Los neoliberales se inspiran en una versión de la economía neoclásica, que se remonta a los textosde los economistas clásicos como Ricardo, John Stuart Mill y Alfred Marshall,  y siguen las ideas expresadas por Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek  . Estoy en deuda César Castillo García respeccto de esta precisión.
[2] Al respecto Cf. LOCKE, John; Ensayo y carta sobre la tolerancia, Madrid; Alianza editorial, 1999.
[3] Sobre estas ideas del liberalismo Cf.  WALZER, Michael; “El liberalismo y el arte de la separación”  en: WALZER, Michael; Guerra, política y moral, Barcelona: Paidós, 2001
[4] En su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil Locke desarrolla su teoría de la tiranía, la cual va a ser retomada recientemente por Michael Walzer en su libro Esferas de la Justicia.
[5] Al respecto se puede revisar los artículos de Alfredo Bullard
[6] Al respecto de la interconexión de los derechos y las libertades Cf. SEN, Amartya; Desarrollo y libertad, Barcelona: Planeta, 2000.
[7] Sobre ese punto se puede revisar la investigación presentada en el documental “Operación Victoria”.
[8] En los orígenes de Sendero Luminoso, queda claro cómo el ambiente social generado por los valores católicos tradicionales, como el de la sumisión de los pobres a los ricos y la resignación ante su suerte miserable, ha servido como caldo de cultivo para que las ideas de Guzmán puedan calar. Al respecto, Cf. PORTOCARRERO, Gonzalo; Profetas del odio. Raíces culturales y líderes de Sendero Luminoso. Lima: PUCP, 2012. 
[9] Al respecto Cf. GAMIO, Gonzalo; Racionalidad y conflicto ético. Ensayos de filosofía práctica, Lima: CEP, 2007.

miércoles, 18 de julio de 2012

A 20 años de Tarata


El 17 de este mes hemos conmemorado, con mucho dolor, los 20 años del criminal atentado en Tarata. Es inevitable y necesario hablar de este atroz suceso especialmente porque después de estos años los peruanos parece que no hemos aprendido la lección que nuestra historia reciente nos ha dado. Muestra de ello son las manifestaciones del radicalismo en diferentes sectores de la sociedad.  De un lado, el MOVADEF, el brazo político de Sendero ha logrado reclutar un conjunto significativo de simpatizantes por el trabajo hecho por el grupo terrorista en las llamadas "Escuelas Populares", pero también es muestra de ello el recrudecimiento de las derechas radicales (empresarial, eclesial, política, militar, periodística, etc). Todo ello muestra que la escena nacional contemporánea sigue  atravesada por la violencia que desplaza el debate político y la deliberación ciudadana.

Pero este clima nefasto en el que nos encontramos no se ha generado por el azar y la reunión casual de circunstancias malagüeñas, sino que han confluido voluntades políticas que de manera muy irresponsable aprovechan de esta situación para sacar una mezquina ventaja de corto plazo. Ya desde el gobierno de Alberto Fujimori, el desmantelamiento de las instituciones políticas y sociales fue un elemento clave para que se aloje en la mente de muchas personas ideas radicales, tanto de izquierda como de derecha. Dicho desmantelamiento fue practicado de tres maneras fundamentales: desacreditando lo que se llamó la "política tradicional", corrumpiendo las instituciones centrales de este país y persiguiendo a los líderes políticos que podían hacer sombra al dictador Fujimori. Respecto de la llamada "política tradicional", ciertamente el sistema de partidos se encontraba en crisis hacia los 90 y la bancarrota del primer gobierno de Alan García era una muestra palpable de ello.  Pero, en vez de ayudar a tonificar el raquítico sistema de partidos, o de dar un nuevo impulso a la vida política nacional, el gobierno de Fujimori optó por el "autogolpe", que significó la instalación de una dictadura que destrozó toda actividad política.

De otro lado, ya desde el 2006 se ha llevado a cabo una política de negacionismo de lo que sucedió durante los 80 y 90. El ataque frontal que la CVR tuvo que afontar por parte de las fuerzas fujimoristas y sus aliados fue lo que articuló esta poítica de negación de lo sucedido durante los años de violencia.  En las escuelas no se hablaba de ello y en las universidades el debate político fue paulatinamente apagado y prohibido.  Ello generó el que muchos jóvenes ignoraran lo que significaron Sendero Luminoso, y los excesos del fujimorismo, de las FFAA y del sector más radical de la Iglesia Católica. Sumado a esta actitud de parte de las instituciones educativas -salvo honradas excepciones- tenemos a los medios de comunicación que adoptaron claramente una política del silencio respecto del pasado, prefiriendo dirigir sus energías al espectáculo, a la crónica negra y al morbo.

Esta situación ha creado un clima, que se expresa muy bien en las redes sociales electrónicas,  en el que las reacciones emotivas han reemplazado la reflexión política. Otra muestra de ello es que la Municipalidad de Miraflores conmemorara estos veinte años con una ceremonia cívico - religiosa que apuntaba más a la sensación que a la reflexión. Sin un debate serio y alturado, donde las razones se muestren claramente y el emotivismo sea superado, fechas como estas seguirán sucediéndose y todo seguirá en lo mismo. Lo cierto es que todo esto no es casualidad, sino que existen personas e instituciones que se oponen a que este debete se dé, pues ello hace preligar su posición de ventaja. Pero esa actitud no puede ser calificada sino de miserable, porque mientras tanto grupos afines a Sendelo Luminoso tendrán una puerta abierta en la vida de este país.