El actual alcalde de Lima y sus correligionarios han asumido un discurso respecto de la democracia que es sumamente extraño y pernicioso. De acuerdo a este discurso, la democracia consiste simplemente en ganar las elecciones y, una vez en el poder, se tiene plena licencia para hacer con él lo que se desee. Parece ser que el ejercicio dictatorial del poder está legitimado porque se ha ganado las elecciones. De tal manera, que las instancias de consulta, de pesos y contrapesos, y de rendición de cuentas terminan sobrando este estilo de gobierno.
En este sentido, ha sido muy penoso escuchar a personas como Patricia Juárez -aunque en el fondo no sorprenda- que, respecto a la reforma del transporte en Lima no se tiene un plan definido pero sí un propósito claro, a saber, destruir todo lo que hizo la gestión anterior. Y lo mismo sucedió con la eliminación de los murales y la cancelación del proyecto Río Verde. Todo esto muestra que lo que está conduciendo las acciones de la actual administración edil es la bronca contra la administración Villarán, más que un plan estructurado que permita seleccionar qué proyectos continuar, cuáles no y qué iniciar. Tal cómo lo indicó con lucidez Martín Tanaka, nuestro actual burgomaestre se encuentra gobernado por la cólera que le ha generado la investigación sobre el caso COMUNICORE.
Pero dicha pasión triste que la cólera representa ¿puede gobernar una ciudad? Si la cólera se traduce en abusos de poder, ¿dónde están las instancias democráticas que lo impidan? Este asunto es preocupante. La institucionalidad de la Alcaldía se encuentra en juego en este desboque de pasiones viles como son la codicia y la cólera. La misma debilidad de las instituciones fue lo que permitieron a Hitler y a Mussolini convertir la democracia en totalitarismo.
Pero las instituciones no se fortalecen si no cuentan con el apoyo de la ciudadanía. Lo que sucede en Lima es que el 60% de la población respalda a la actual administración. Con los estribillos "déjenlo trabajar" y "obras quiero más no cultura" la mayoría de la población expresa claramente que no le interesa que la alcaldía de Lima de fortalezca como institución. Si a la gente no le interesa la democracia, las instituciones se convierten en botín de los mercenarios de turno. Parece ser que la ostentación material, el lujo y la lujuria pueden más que la constitución de ciudadanos. Este es un problema educativo. Pero con la tiranía que el ministerio de la economía está ejerciendo sobre el ministerio de educación, parece ser que la cosa no va a mejorar, sino a empeorar.
Felizmente, ciudadanos conscientes y de espíritu democrático han levantado su voz. La acción de los artistas de retirar su apoyo a Art Lima, porque el evento está apoyado por la alcalde-borra-murales es una muestra de ello. Estamos esperando que los Chefs hagan lo propio con Mixtura. Pero olvidaba un detalle. Los cocineros ganan plata con mixtura y el asunto resulta un negocio rentable. En cambio, los artistas no ganan plata con Art Lima. Entonces, la pregunta que queda es la siguiente, ¿qué pesará más en el corazón de los cocineros? ¿el afán de lucro o la conciencia ciudadana? Déjenme adelantar mi escepticismo al respecto.
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