¿Le pagarías a tu pareja 10 soles por cada beso que te dé?, ¿le pagarías a tus hijos 15 por lavarse los dientes? ¿Les darías 100 por leer un libro al mes? La respuesta obvia es no. Y los porque hacerlo sería extraño, va en contra de lo que esperamos en nuestras relaciones con las personas más cercanas. Ello produciría la corrupción moral de nuestras relaciones. Si le pagas a tu pareja por cada beso, llegarás a preguntarte si realmente te ama o lo que le interesa es el dinero. No estarás educando moralmente a tus hijos y tampoco le estarías inculcando hábitos de limpieza y cuidado personal si les pagaras por lavarse los dientes. El interés económico estaría corroyendo el mundo de tus relaciones humanas si todo lo obtienes por dinero.
Posiblemente tu no seas tan rico como para lograr pagar todo lo que recibes: afecto, respeto, cariño, reconocimiento. Pero el Estado y el gobierno sí tienen los recursos suficientes para hacerlo. Él cuenta con dinero, con la legislación y con la fuerza pública para conseguir lo que quiere. Y lo hace con frecuencia. Lo que sucede es que a veces, al usar sus recursos, corrompe moralmente a los ciudadanos.
La llamada Ley Pulpin es una de esas formas. El gobierno está "pagando" a los empresarios informales para que se formalicen. Pero lo está haciendo, no utilizando su dinero sino la legislación, para obligar a los jóvenes a que se hagan cargo del pago a los empresarios. Pudo haberse pensado en otros mecanismos, como incentivos tributarios o simplificación de los trámites de la formalización. Pero en todo caso, la pregunta moral queda en pie: ¿debe el Estado o el gobierno dar incentivos monetarios o legales a los empresarios para que se formalicen?
Se me dirá que el objetivo de la Ley Pulpin es beneficiar a las grandes empresas. De eso, no me cabe duda. Pero incluso, si hacemos un esfuerzo de surrealismo y le creemos al gobierno, la pregunta sigue en pie. Se me dirá, entonces, ¿acaso no es correcto que el Estado y el gobierno otorgue incentivos a los empresarios que no pueden formalizarse?. Lo que ocurre es que resulta poco creíble que todos los informales no cuenten los recursos para hacerlo. Una cosa es no poder y otra no querer porque no me conviene. ¿Es moralmente legítimo que el Estado y el gobierne ofrezca incentivos a los empresarios informales para que se ajusten a la ley?
Cuando hablamos de corrupción moral de la sociedad, ¿esto no forma parte de ese mal que nos aqueja, del que nos lamentamos? ¿Tiene el Estado y el gobierno otros recursos para lograr la formalización? Para que podamos entendernos, debemos tener en cuenta que formalizarse significa comprometerse con el país, es decir, es es una muestra de civilidad. Cada ciudadano tiene una obligación moral para con el país. Las empresas también lo tienen. Ello para desde respetar las leyes de tránsito hasta paga sus impuestos porque se entiende que ello fortalece los derechos, la libertades y el bien de todos los ciudadanos.
Sé que con esto estoy hablando chino para muchos. Pero en otros países las cosas funcionan en ese nivel. Otros Estados ofrecen reconocimientos a buenos ciudadanos por su compromiso cívico. Eso fortalece la integración social y la conciencia de ciudadanía. En el Perú en compromiso cívico es escaso. Sin embargo, el Estado y el gobierno cree que corrompiendo moralmente a los empresarios van a poder subsanar este déficit moral. Pero, además la Ley Pulpín, como la Ley PYME y la Ley CAS. son inconstitucionales. Así que estas leyes no sólo tiene problemas constitucionales y sociales, sino también morales.
Ahora, si cree que estos argumentos morales son irrelevantes, pregúntele a su pareja cuánto le cobraría por un beso.
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