sábado, 3 de enero de 2015

LA NECESIDAD DE FORTALECER EL ESTADO LAICO EN PERÚ

En  los últimos tiempos se han hecho públicos una serie de incidentes que llaman a la reflexión sobre el hecho de fortalecer la laicidad del Estado peruano. Hace ya un tiempo, el conocido incidente de CONCYTEC, en el cual la directora retiró de los espacios públicos de la institución una serie de símbolos religiosos que pululaban en ella. La decisión de la directora de CONCYTEC fue altamente cuestionada por muchas personas, que no entendían lo que la laicidad del Esto significa y lo importante que es, para la democracia, defender la independencia del Estado  del fuero de las Iglesias. Incluso, un grupo de personas, totalmente desconociendo los valores de un Estado republicano, pidieron al cardenal Cipriani que interceda a favor de reintegrar los símbolos religiosos en la institución.

Otro incidente importante es el ocurrido antes de la Navidad en la UNMSM. Una estudiante de Filosofía envió una carta al Decano de la Facultad de Letras en la cual exigía, con pleno derecho, que se proceda a retirar los símbolos religiosos y el nacimiento que se había puesto en las áreas comunes de la Universidad, puesto que se trataba de una institución pública.  Las reacciones adversas contra la carta y la estudiante no se hicieron esperar.  Ella se grangeó de insultos y agravios, y muchos de sus profesores (especialmente, de ética y filosofía política - de quienes se esperaba una mayor comprensión del problema-, mientras que los profesores de epistemología le dieron su respaldo). 

Un tercer incidente, que vale la pena mencionar en este contexto, es la presencia del altamente cuestionado cardenal Cipriani, en la toma de mando de Castañeda en la Alcaldía de Lima. El hecho de que el actual Alcalde invite al Cardenal   a tal ceremonia deja mucho que desear respecto de las credenciales democráticas del primero. Se podría enumerar una serie de situaciones e incidentes en la que la laicidad del Estado peruano es puesta entre paréntesis. Cada nuevo incidente da muestra el hecho de que muchas personas no entienden la importancia de afirmar la laicidad del Estado.  Las reacciones han ido desde señalar que el tema carece de importancia, o que, como el Perú es tradicionalmente católico, hay que aceptar la situación. Otros han señalado, que puesto que el catolicismo es la religión mayoritaria, está bien el que el Estado esté  teñido por el catolicismo. Incluso, hay varias personas que apoyan la idea de que el Estado peruano sea confesional.  Al  parecer, no sólo vivimos en un país homofóbica, racista y discriminatoria, sino rabiosamente religiosa, donde las versiones más radicales de las religiones se encuentran a la orden del día 

¿Por qué es importante fortalecer la laicidad del Estado peruano? La laicidad supone la consideración de la igualdad moral de las personas y la libertad de creencia (tanto religiosa o no religiosa), y para poder hacer valer esos principios, el  Estado laico tiene dos procedimientos importantes. El primero es la separación entre el Estado y la religión, mientras que el segundo consiste en poner en pie de igualdad a todos los credos.  Con ello se logra que no existan ciudadanos de segunda fila. Y no existen argumentos como el de la tradición, o el de la religión mayoritaria, que pueda esgrimirse seriamente en contra de la laicidad. Una de las consecuencias de la laicidad consiste en que el la esfera Estatal (escuelas y universidades públicas, ministerios u otras instituciones públicas) ninguna religión particular debe ser promovida por el Estado, y en los espacios comunes de las instituciones estatales lo religioso no debe estar presente.

Parece que las escuelas de derecho del país no tienen claridad sobre lo que la laicidad significa, y de su importancia. Muchos abogados arguyen que el artículo 50 de la Constitución Política del Perú faculta a las personas a ignorar la laicidad. Cada vez que surge una polémica sobre la laicidad, los abogados formados por profesores extremadamente conservadores,  enarbolan el famoso artículo 50, que señala lo siguiente: 

Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, y le presta su colaboración. El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ellas.

Para quien lea atentamente dicho artículo, en él se afirma claramente la independencia del Estado respecto de la religión católica y se aboga por el pluralismo religioso. Pero los abogados conservadores consideran que el que dicho artículo se declare a la Iglesia Católica como un elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú es igual a afirmar la confesionalidad del Estado. Lamentablemente, para nuestros ultramontanos criollos, eso no es cierto. Pero otro dato importante lo constituye en que los defensores del Estado confesional desconozcan el artículo 2 de la misma Constitución, que en su inciso 3 señala que: 

Toda persona tiene derecho:

3. A la libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las confesiones es libre, siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público.

Dicho artículo no puede ser más claro respecto a la defensa de la libertad religiosas y de creencia, y respecto a la defensa del pluralismo razonable. ¿Por qué no lo mencionan nuestros ultramontanos criollos? Tal vez porque no les conviene. Lamentablemente, la Constitución de 1993 no contiene una expresión como "El Estado peruano  es laico". Se entiende que los constituyentes, en su mayoría fujimoristas, hayan preferido mantener la formulación de la Constitución de 1979, debido al juego de fuerzas políticas. Es por ello que se hace necesario desarrollar una política que modifique esa situación para que la laicidad del Estado no quede en entredicho, y con ello la igualdad de los ciudadanos no quede en vilo.  

Debido a su formación, que incluye confusiones conceptuales, los abogados afirman taxativamente que el derecho y la política son dos cosas diferentes, que el derecho debe mantenerse puro ante cualquier pretensión política y que la palabra política en la Constitución política del Perú es como un detalle que debe ser ignorado. Es necesario comprender que una Constitución es fruto de un acuerdo político y que las fuerzas políticas progresistas de este país deben defender la laicidad. ¿Dije "fuerzas progresistas"?. Bueno, son escasas, pero allí están y deben de tomar en serio la cuestión de la laicidad, y no hacer como algunos profesores de San Marcos, que prefieren no involucrarse porque tienen miedo a perder su puesto de trabajo. Aquí, el dicho anglosajón cae a pelo: "NO PRETENDAS QUE ALGUIEN VEA ALGO CUANDO SU SUELDO PRESENTE Y FUTURO DEPENDE DE QUE NO LO VEA"

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