domingo, 28 de diciembre de 2014

Democracia y autoritarismo en el Perú actual (tercera y última parte)

2.2.- El proyecto democrático
           
El proyecto democrático está siendo conducido por un sector pequeño de instituciones, agentes y políticos que se encuentran comprometidos con los derechos humanos y con la justicia social. En principio, este sector puede encontrarse ocupado por grupos moderados de derecha como de izquierda, pero en la práctica, en el espectro político peruano encontramos solamente representantes de la izquierda en este centro democrático. Copiando el término de la política francesa, sus adversarios – haciendo gala de creatividad- han denominado este sector como “Izquierda Caviar”.   Los representantes de este sector se autodenominan de dos maneras diferentes: un grupo se declaran socialista[1], mientras que otro se denominan liberal. Este último grupo ha deslindado por entero con el neoliberalismo económico y se reivindica heredero de la tradición de pensamiento político que proviene de John Locke. Además varios liberales consideran no son de izquierda, ni tampoco de derecha, sino que dicha dicotomía ha desaparecido. Otros, en cambio, se reivindican como liberales de izquierda.
Casi todo este sector ha abandonado la política partidaria y se ha desplazado a las instituciones de la sociedad civil, en ONGs. u otras instituciones. El único grupo que se ha mantenido en la política partidaria es el que lidera Susana Villarán, el partido denominado “Fuerza Social”. Dicho partido ha tenido poca votación las veces que ha participado en elecciones. Al parecer, a este sector democrático no le ha faltado olfato al ubicarse en organizaciones defensoras de derechos humanos o del medioambiente, pues intuyen que les va mejor en el área de la defensa legal que en el área de la política partidaria. En el área de la defensa legal se han caracterizado por comprometerse con las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. El problema de este sector es que no tiene conexión con la población. La población se conecta más con el neoliberalismo económico, con el radicalismo de derecha, especialmente con la Iglesia de derecha radical y con la izquierda radical.
La población tiene la percepción que la denominada “Izquierda Caviar” es hipócrita, pues supone que defiende la justicia social y sin embargo tiene buenos sueldos. Pero además, se percibe que este grupo tiene un doble discurso: de un lado dicen importarle la suerte de los más desfavorecidos de la sociedad, mientras que de otro lado tiene su mirada puesta en fuera del país. En resumidas cuentas, la población tiene la percepción de que ellos tienen buenos ingresos y no les interesa la suerte del país. Dicha percepción es ciertamente falsa y ha sido promovida, por una parte, por los medios de comunicación, quienes se encuentran comprometidos con el neoliberalismo económico; y de otra parte, la idea de que ser de izquierda y comprometerse con la democracia es una contradicción, idea que ha sido fomentada por la izquierda radical. Pero además ha sido promovida por la presencia que aún tiene el fujimorismo en varias regiones del país. Fuere lo que fuere, parte de la desconexión política que tiene este sector democrático con la población tiene tres motivos centrales: a) la población no confía en ellos, b) la población no está comprometida con sus propios derechos políticos y con la democracia, pues existe una gran tendencia autoritaria en el Perú y c) los representantes del proyecto democrático no han encontrado (y tampoco buscado) un lenguaje adecuado para comunicarse con la población (de hecho, el haberse desplazado a las instituciones de la sociedad civil los ha descargado de la tarea de buscar dicho lenguaje).


3.- Conclusiones

            Políticamente hablando, en el Perú los sectores que tienen actualmente mayor poder son los sectores radicales. Pero entre ellos, quien domina es el sector neoliberal, quien tiene la posibilidad de definir quién puede ser el ganador en las elecciones. Es por ello que no requieren de un golpe de estado o un gobierno de facto –como antaño-, pues mantienen el poder económico suficiente para definir la política de los gobiernos. Además los gobiernos militares ya no pueden adquirir legitimidad en el orden internacional, a menos se instauren –como fue el caso de Honduras recientemente- bajo el pretexto de defender la democracia. Pero la extrema derecha y la extrema izquierda fascistas tiene un gran peso en la política y en los foros universitarios del país.
            Esta situación no es auspiciosa en absoluto para la fortaleza de la democracia en el Perú y para la protección de los derechos políticos de los ciudadanos. Cada vez más se está implantando en el Perú un modo autoritario de hacer política y de conducir el gobierno del país. El encarar los problemas sociales que son fruto tanto de la contaminación medioambiental por parte de ciertas mineras irresponsables y la progresiva disolución de las comunidades de la selva a fin de despojarlas de sus territorios; cada vez más, los problemas generados por esas políticas han sido enfrentados a través de la violencia, el desprecio y el insulto racial. La clase política dominante, coaligada con la derecha neoliberal y con la extrema derecha católica están realizando una política de gobierno que no tiene miramientos en ejercer la violencia física y verbal contra la población más afectada, supuestamente en nombre de un proceso civilizatorio que mira a sus adversarios políticos como bárbaros a quienes hay que imponer la verdad del progreso.
            Del otro lado, el radicalismo de izquierda está ganando un espacio, justo gracias a la política de la derecha radical. De una parte, a la derecha radical le interesa que la izquierda radical tenga presencia en la escena política nacional, porque de esa manera tiene la cuartada perfecta para mantener una política de mano dura. Pero, de otro lado, su propia política alimenta el poder y la presencia de las izquierdas radicales, a pesar de que no quisieran que tales grupos tengan tanta fuerza política. La falta de un compromiso real con la democracia y con el fortalecimiento de las instituciones democráticas es algo sumamente peligroso en un país que no ha aprendido suficientemente de su historia reciente, historia marcada por la violencia y el conflicto armado interno. En vistas de ello, es indudable que en el Perú falta fortalecer con urgencia las fuerzas políticas comprometidas con la democracia.  



[1]  Por ejemplo, Nicolás Lynch Gamero en su libro ¿Qué es ser de izquierda?, del 2005, defiende la idea de que la izquierda democrática es la versión más depurada del socialismo.

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