2.- Los proyectos políticos en el Perú contemporáneo
Una de las características fundamentales de la
democracia es el ofrecer mecanismos para manejar los conflictos fruto de la diversidad cultural religiosa y moral, de manera pacífica y
dentro de la legalidad. Pero cuando
frente a los conflictos o la simple
divergencia de ideas se responde con la violencia, la democracia corre el
riesgo de ser cancelada por fuerzas autoritarias.
En el Perú, tanto el autoritarismo y como el racismo son males enquistados en nuestra
vida social y política desde su nacimiento
como República. Ambos fenómenos se
mostraron de manera trágica y explosiva con el surgimiento, en la escena
política y social, del terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA, y el gobierno
autoritario de Alberto Fujimori, que fue un gobierno cívico-militar[1]. Pero, desde décadas anteriores, el autoritarismo se
ha convertido en la forma dilecta de las élites para hacer política en el Perú.
El racismo había sido una manera solapada de política, que siempre se ha
camuflado en formas de marginación social[2].
El debate suscitado en torno a la violencia interna
en el Perú durante los años 80 y 90, y el Informe Final de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación permitió identificar dos sectores en la escena política
y social nacional que intenta definir el sistema jurídico. El primer sector,
que ha desplegado un ataque furibundo contra el Informe Final y contra las
recomendaciones que la comisión hizo en dicho documento, apuesta por una
política autoritaria. Dichos sectores provienen tanto de la extrema derecha y
de la extrema izquierda, y coinciden en el rechazo de la cultura de los
derechos humanos. De otra parte se encuentra el sector que llevó adelante el
trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación junto con el sector que
colaboró con la Comisión, que insistieron que las recomendaciones del Informe
Final sean tomados en cuenta por el gobierno. Dicho sector aglutina a agentes
de izquierda y derecha moderada que coinciden en el apoyo a la cultura de los
derechos humanos.
La institución de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación fue realizada por el gobierno transitorio dirigido por Valentín
Paniagua, gobierno que se constituyó después de que Alberto Fujimori renunciara
a la presidencia del Perú vía fax desde Japón. Al gobierno de Paniagua le tocó
asumir la tarea fundamental de iniciar el proceso de transición de la dictadura
a la democracia. Este proceso incluía tres tareas fundamentales. La primera era
el esclarecimiento de lo sucedido durante los años de conflicto armado interno,
para lo cual instituyó la Comisión de la Verdad y Reconciliación; la segunda consistía combatir los altos
grados de corrupción que terminaron destruyendo el gobierno de Fujimori, para
lo cual se iniciaron una serie de juicios a los miembros del régimen depuesto
que estuvieron involucrados con en actos de corrupción; finalmente, se
encontraba la tarea de revisar y transformar la Constitución Política de 1993,
dada por el gobierno dictatorial de Fujimori, cosa que no se llevó a cabo hasta
el día de hoy[3]. Como el gobierno de
transición que duró poco tiempo no terminó con la tarea de completar el proceso
de instaurar un sistema democrático. Es por esa razón que la tarea fue
traspasada al gobierno del Alejandro Toledo, que fue elegido presidente a
través del voto democrático. Pero durante dicho gobierno, entre el 2001 y el
2006, el proceso de transición se truncó parcialmente, cosa que terminó de hacerse
con el segundo gobierno de Alan García[4].
2.1.- El proyecto autoritario
La
conjunción de autoritarismo y racismo
expresa lo que se conoce como fascismo. En
el Perú actual el fascismo se ha convertido en una fuerza política importante y
sumamente peligrosa que amenaza por destruir la precaria democracia[5].
El fascismo en el Perú contemporáneo tiene dos vertientes: una vertiente de
extrema derecha y otra de extrema izquierda. Ambas vertientes comparten tres estrategias
fundamentales: a) ejercer violencia contra individuos y grupos que son
identificados como “razas inferiores”, b) combatir todo tipo de desacuerdo, conflicto y heterogeneidad en el plano social, mientras que en el plano político busca eliminar la diversidad de tendencias de
pensamiento del sistema para cancelar la
democracia e implantar un sistema político autoritario que sea apoyado por un
nuevo sistema jurídico de corte también autoritario y c) tener
presencia en los foros académicos,
en la prensa y en los debates públicos.
Los dos primeros objetivos parecen
contradictorios con el tercero, pero en el fondo tal contradicción es sólo
aparente. Muy bien se puede utilizar la violencia para imponer la
homogenización cultural y racial; y a demás, es posible pensar que se usen las
tribunas universitarias para legitimar ideológicamente una forma violenta de
hacer política (argumentando, por ejemplo, a favor de la pena de muerte, la
tortura de los prisioneros y la restricción de los derechos fundamentales[6]). Estas posturas entran en
un debate con otras en universidades con una consolidada tradición de discusión
académica Pero tales posiciones devienen
en dogmas y en ideologías de adoctrinamiento en otros contextos. Esto sucede
cuando la institución de la universidad es demasiado precaria porque las
autoridades son frágiles o coaligadas con poderes corruptos. En dicho contexto
las ideologías radicales toman el control de la escena académica y no cuentan
con robustas tradiciones de pensamiento moderado y democrático que les sirva de
contrapunto y que entren en discusión con los radicalismos en el marco de una
discusión alturada de ideas[7].
El fascismo de extrema derecha en el Perú ha estado tomando una nueva viada
desde hace unos años gracias a una doble alianza estratégica: de una parte, ha establecido una articulación con los sectores
neoliberales, que propugnan un libre mercado sin restricciones y que viven con
algarabía los años de bonanza económica; de otra parte, ha entrado en coalición
con el sector más conservador de la Iglesia Católica. La primero es estas
alianzas se ha traducido en lo siguiente: en primer lugar, el maltrato a las consideradas
“razas inferiores” ha tenido como pretexto el “velar por el crecimiento de la
infraestructura productiva del país” (la minería, la propiedad de la tierra en
la Amazonia, etc)[8];
en segundo término, en vez de propiciar una política de igualdad de oportunidades,
ha seguido generando una política de la exclusión, no sólo en términos sociales
y económicos, sino también en términos de acceso a la toma de decisiones a
nivel político[9].
Finalmente, y esto es lo más peligroso de todo, es que ha convencido a grandes
sectores de la población de que esa es la mejor expresión de la política y la
economía. De esta manera, cada vez más personas comienzan a creer que estamos
mejor cuando más dinero gana las grandes empresas, cuando mas desigualdad de
oportunidades hay y cuando más racismo se expresa a nivel social y político. Es
que la élite ha logrado convencer a muchas personas que, en primer lugar pueden
“blanquearse” y pueden tener las mismas oportunidades de prosperidad económica
que ellos tienen. Lo que la élite sabe (y que la mayoría de los peruanos
desconoce), es que aquellos que consideran “cholos” e “indios” jamás dejarán de
serlo ante sus ojos, y que las mayorías jamás accederán al crecimiento
económico, porque la élite no se lo permitirá. Así, la democracia está siendo
reemplazada en el Perú por un sistema autoritario que cuenta con tres formas de
hacer política: el engaño, la violencia y la demagogia.
De otro lado, el fascismo se ha
aliado con el sector dominante de las Iglesias. En caso patente es la alianza
establecida con la jerarquía de la Iglesia Católica. El sector más conservador
de la Iglesia Católica peruana ha establecido una alianza con los sectores
fascistas y con los poderes económicos partidarios del neoliberalismo para
conseguir sus propios objetivos: a) combatir la Teología de la liberación y
arrinconar a su gestor, el padre Gustavo Gutiérrez; b) tomar posesión de
parroquias y diócesis; c) destruir la pastoral social establecida por los
sectores progresistas durante los años 80[10];
d) controlar los centros de formación eclesiásticos; e) controlar parte del
sistema educativo, especialmente en el nivel superior[11];
f) influir significativamente en la definición de las políticas públicas,
especialmente en lo referente a la planificación familiar y el control de la
sexualidad[12], además de controlar
ciertas expresiones culturales. Por su parte, los sectores fascistas encuentran
en la jerarquía conservadores una ideología de la salvación que les asegura
respaldo popular y político puesto que la Iglesia conservadora tiene una gran
presencia en el territorio nacional. Los
sectores neoliberales reciben de la Iglesia conservadora el apoyo ideológico de
que el beneficio de las grandes corporaciones es sinónimo de beneficio del
país. En contraparte, los sectores neoliberales corresponden con apoyo
financiero a la Iglesia conservadora.
Al lado del sector neoliberal, y de
sector reaccionario y conservador, se encuentran en el Perú actual los
radicalismos de izquierda, que expresa la tercera línea del fascismo en el
Perú. Este fascismo de izquierda tiene una gran influencia en las universidades
públicas y allí dominan la discusión académica bajo la forma de la ideología
dominante. Pero también cuentan con una presencia política y militar en el
territorio nacional. Su presencia política se encuentra dividida en dos
sectores claramente definidos y diferenciado. El primero es el sector de la izquierda nacionalista, que contiene dos
facciones en su interior: El “Partido Nacionalista” y el movimiento
“Etnocacerista”. El “Partido Nacionalista” se encuentra asociada al llamado
“Socialismo del siglo XXI”[13]
que se encuentra asociado al movimiento que viene de Venezuela, Bolivia,
Ecuador y Nicaragua, es decir, los países cuyos gobiernos se encuentran
asociados a las denominadas “Casas del Alba”, y que cuentan en el Perú su
representación política en el Partido Nacionalista.
El
“Partido Nacionalista” se encuentra dirigido por Ollanta Humala y se mantiene
al interior del sistema legal de partidos, cuentan con representación
parlamentaria y su líder, Ollanta Humala se ha presentado a las elecciones
presidenciales últimas y sigue manteniendo aspiraciones de llegar a la
Presidencia de la República. Al igual que sus pares en la región comprenden el
socialismo un movimiento político que busca llegar al gobierno para, por medio
de los aparatos del Estado, llevar adelante transformaciones en la
infraestructura económica, social, jurídica y política del país. En este
sentido el “Partido Nacionalista”
sostiene que las transformaciones llevadas a cabo por el gobierno
militar dirigido por Velazco Alvarado han permanecido inconclusas y pretenden
culminarlas. Es por ello que todo hace suponer que de ganar las elecciones el
“Partido Nacionalista” hará lo mismo que sus pares en Venezuela y Bolivia:
convocar a un referéndum para cambiar la Constitución Política del Estado de
modo que ello les permita introducir los cambios en la estructura básica del
país que ellos consideran necesarias. Para ello sería necesario neutralizar los
derechos políticos básicos como el de
deliberación política de parte de la sociedad civil. Dicho directamente:
el gobierno, y no el pueblo, sabe lo que mejor le conviene al pueblo, razón por
la cual no se debe permitir al pueblo que delibere sobre la vida política del
país. Así, el socialismo del siglo XXI se convierte en un gobierno para el
pueblo pero sin el pueblo[14].
El
movimiento Etnocacerismo, por su parte, se adhiere a las ideas del nacionalismo
étnico forjado por Isaac Humala (padre
de Ollanta y Antauro Humala) que busca regresar a los supuestos ideales
colectivistas del Imperio Incaico. Esta es abrazada por el denominado “Batallón
de Reservistas Etnocacerístas” o “Ejercito Tawantinsuyano de Liberación Nacional”
(ETLN). El movimiento se encuentra
liderado por Antauro Humala, hermano de Ollanta, y tiene vínculos más estrechos
con algunos sectores de las Fuerzas Armadas. No es casual que este grupo
reivindique la figura de Andrés Abelino Cáceres, miembro de las fuerzas armadas
que durante la denominada Guerra del Pacífico –que enfrentó a Perú y Bolivia
contra Chile- organizó la resistencia en los Andes juntando a un ejército de
indígenas mientras Lima había sido ocupada por las tropas chilenas. En este sentido el movimiento Etnocacerismo
articula el componente militarista con las reivindicaciones étnicas y
nacionalistas. El modo de hacer política de este sector del nacionalismo es a
través de las armas, pero con escazas escaramuzas en su haber, entre las que
destaca de lejos el denominado “andahuaylazo”[15].
Es necesario destacar que tanto Ollanta como Antauro Humala son hermanos y se
encuentran vinculados a un sector de las Fuerzas Armadas. Entre fines de los 90
y principios del 2000 circuló en Lima una publicación periódica llamada “El
Ollanta” y que era el órgano de expresión del Etnocacerismo. En esa publicación
se abogaba por posturas radicales y se reivindicaba la figura de Juan Velazco
Alvarado. El radicalismo nacionalista puede encontrar potenciales aliados entre
los reaccionarios de extrema derecha. De hecho, durante las últimas elecciones
un sector de los reaccionarios votó por Ollanta Humala, y es que sin ser lo
mismo, ambos sectores rechazan el sistema democrático y eventualmente pueden
unir sus fuerzas.
El otro sector de la izquierda radical lo
ocupa el denominado “Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso”. Pero Sendero Luminoso no
agota el radicalismo de izquierda, sino que también se encuentra Patria Roja y
otras agrupaciones menores que no ingresan a la “lucha armada” paro mantienen
una prédica radical. En realidad “Sendero Luminoso” representa el sector más
radical de la izquierda marxista-leninista que se convirtió en un grupo
terrorista durante el conflicto armado interno y que a parir de la captura de
su líder, Abimael Guzmán se encuentra fraccionado en dos partes. La primera
parte, se mantuvo fiel a Guzmán, quien dio la orden de no seguir con denominada
la “lucha armada” hasta nuevo aviso. Esta primera facción considera que la
coyuntura política que se abrió con la captura del líder exige una estrategia
de reivindicación de los derechos humanos de los senderistas encarcelados, y
actualmente levantan la bandera de una política de “admitía general y
reconciliación” que significa la liberación tanto de senderistas y de miembros
de las Fuerzas Armadas que se encuentran en prisión. Este sector ha considerado
que la captura del líder es un “recodo en el camino” y ha decidido insertarse
en la vida política legal, aunque manteniendo una prédica radical. La
estrategia ha surtido relativo efecto, pues tienen cierta presencia política en
algunos sectores del interior del país y
en algunas universidades públicas
El segundo sector de sendero es el llamado “proseguir” y liderados por
el denominado “Camarada Artemio” han decidido continuar con la “lucha armada”.
Este segundo sector se alió con el narcotráfico y se convirtió en un grupo que
defiende las zonas liberadas para el narcotráfico, especialmente, la zona
denominada VRAE (Valle del río Apurímac
y Ene).
[1]
Alberto Fujimori gobernó el
país a través de una coalición cívico-militar, tal como lo muestra el llamado
“Plan Verde”. Dicho plan lo había gestado desde 1989 una cúpula militar y fue
presentado al reciente electo presidente Fujimori el año 90. En dicho plan se
señala la necesidad de las siguientes medidas: establecimiento del libre
mercado y reinserción del país en el orden económico internacional,
establecimiento de la pena de muerte, establecimiento de un plan de
pacificación del país, una reforma educativa y un acuerdo de paz en las
fronteras. Pero además se establece la reelección del presidente de la
república para llevar adelante un proyecto a largo plazo, establecer un
Servicio de Inteligencia que lleve adelante un Sistema de Control,
Seguridad y Propaganda. Al mismo tiempo
establecer una relación con la prensa que conduzca a una política de
autocensura de parte de los medios de comunicación. El documento señala que la
conducción de la política estratégica nacional a largo plazo corresponde a un
“Consejo Estratégico de Estado” (CEE). Dicho Consejo no tendrá que asistir al
Consejo de Ministros y se mantendrá completamente en el misterio y
absolutamente fuera de control democrático. Además, las sesiones del Consejo de
Ministros serán vigiladas por el CEE a través unas cámaras que se habían
instalado en la Sala del Consejo de Ministros durante el primer gobierno de
Alan García. El “Plan Verde” fue hecho de conocimiento público por la revista
Oiga el 12 de julio de 1993.
[2] El 2006, a través de la agrupación política “Unión
por el Perú” salió elegida Congresista de la República Hilaria Supa, una mujer
de origen Quechua. El 23 de abril del 2009 el diaria “Correo” publica unas
fotos de la libreta de notas de la congresista, libreta donde aparecían varios
errores de ortografía española. Con anterioridad fue duramente criticada por
Martha Hildebrandt y otros congresistas fujimoristas. A raíz de esos sucesos se
inició contra ella una acción de cuestionamiento y de censura política a causa
de su procedencia étnica. Después de los ataques a congresistas que tengan el perfil de Hilaria
Supa se puede esperar que el siguiente paso sea la discriminación devenida en
ley sancionada por el congreso. Con ello la élite autoritaria limeña estaría
buscando las formas de contrarrestar la política contra la discriminación que
parte de la sociedad civil está fomentando. De esta manera, se está produciendo
en el Perú un fenómeno de marginación racial y étnica jurídica y política, es
decir, la élite autoritaria está coronando con ello el proceso de marginación y
discriminación social. Estos hechos recientes parecían ser parte del pasado en
el Perú contemporáneo, pero los grupos que concentran el poder en el Perú de
nuestros días parecen añorar los tiempos pasados. Cf. ADRIANZÉN, Alberto; La
tentación autoritaria en el Perú, en: Le
Monde Diplomatique, edición peruana, Mayo 2009, pp. 16-17.
[3]
Aunque
resulta un contrasentido el que un país democrático se gobierne bajo una
Constitución Política gestada en un golpe de Estado cívico-militar, como es el
caso de la de 1993, ésta no se ha modificado debido a que está cortada a la
medida de los potentes intereses de los grandes sectores neoliberales. Una de
las señales claras de la dirección neoliberal de la Constitución vigente es que
permite la parcelación de las tierras comunales, cosa de interés fundamental
para los grandes capitales debido sus intereses en la minería y en la
extracción petrolífera.
[4]
Cf.
ADRIANZÉN,
Alberto; La transición inconclusa: de la
década autoritaria al nacimiento del pueblo, Lima: Otra Mirada, 2009. En
dicho libro Adrianzén presenta como después del gobierno militar que duró desde
1968 hasta 1980, el Perú se ha encontrado en una perpetua transición inconclusa
del autoritarismo a la democracia. La tesis central del libro señala que la
coexistencia del proyecto democratizador y el proyecto neoliberal de las élites
económicas entran en franco conflicto, lo que trae como consecuencia el fracaso
de la transición completa hacia la democracia. La más reciente oportunidad para
culminar esta transición fue el gobierno de transición de Valentín Paniagua,
que tomando como referente los años del
conflicto armado interno, tenía la oportunidad de completar la transición. Sin
embargo, el gobierno de Alejandro Toledo truncó el proceso de transición por su
alianza con los poderes económicos a través de su ministro de economía, Pedro
Pablo Kuchinski.
[5] Cf. ADRIANZEN,
Alberto; La tentación autoritaria en el
Perú.
[6]
Un ejemplo de ello lo constituye Eduardo
Hernando Nieto, quien desde una óptica schmittiana defiende abiertamente la
aplicación de la tortura a los prisioneros durante la guerra contra el
terrorismo internacional iniciada el 2001, y mitatis mutandi, a los casos de combate del terrorismo interno. Cf. HERNANDO NIETO, Eduardo, Derecho y emergencia: hacia una teoría del
derecho del enemigo, Lima: PUCP. Cuaderno de trabajo N°3, agosto, 2007.
[7]
Un ejemplo de ello es la
Universidad Mayor de San Marcos, en la que el fascismo de izquierda y el
fascismo de derecha se han consagrado como fuerzas importantes que dominan la
discusión académica. El fascismo de izquierda está representado por los grupos
aliados a Sendero Luminoso, como el llamado “Movimiento por la admitía general
y la reconciliación”, movimiento que exige en la actualidad la liberación de
todos los miembros de Sendero Luminoso y de las Fuerzas Armadas que se
encuentran en la cárcel en la actualidad. Este movimiento confunde el término
“reconciliación” con el de “impunidad”, confusión que es altamente peligrosa. Pero
también el fascismo de derecha está presente en dos facciones reconocibles: el
movimiento reaccionario, vinculado al pensamiento de Carl Schmitt, Donoso
Cortés y Leo Strauss, entre otros. Entre los representantes de este sector se
encuentra el profesor Eduardo Hernando Nieto, quien es un abierto partidario de
que el Perú devenga en un Estado Confesional.
[8] En este sentido, el presidente
de la república, publicó periódicamente en el diario El Comercio una serie de artículos que denominó “El perro del
hortelano”, en referencia a aquellos supuestos sectores que se oponen al
“desarrollo” y la “prosperidad”. La tónica de dichos artículos, que expresan el
pensar del sector neoliberal asentado en Lima, es que la población de la Amazonia
y la sierra del Perú se opone al
desarrollo cuando expresan su desacuerdo con la minería. Recientemente se ha
discutido la expulsión de varios religiosos, entre los que destaca el hermano
Lasalle Paul McAuley. Así, se ha pasado de la persecución de los “curas rojos”
al hostigamiento de los “curas verdes”. Los artículos de “El perro del hortelano” muy bien puede ser
acompañados con el lema del escudo chileno: “por la razón o por la fuerza”.
Aunque parece ser que la élite dominante limeña prefiere el uso de la fuerza,
la hostigación y la expulsión al diálogo razonado.
Los conflictos ambientales en el
Perú tienen dos raíces fundamentales. La primera es por el desarrollo de un
grupo de mineras irresponsables que contaminan el medio ambiente. La segunda
raíz se encuentra en la ley 26505, votada en 1995, al amparo de la constitución
neoliberal creada durante el gobierno de Alberto Fujimori, el año de 1993. Dicha ley señala respecto de las comunidades
amazónicas y andinas en su Artículo
8o.- “Las Comunidades Campesinas y las Comunidades Nativas son libres de
adoptar por acuerdo mayoritario de sus miembros el modelo de organización
empresarial que decidan en Asamblea, no estando sujetas al cumplimiento de
ningún requisito administrativo previo.” Y en su Artículo 11o.- “Para disponer, gravar, arrendar o
ejercer cualquier otro acto sobre las tierras comunales de la Sierra o Selva,
se requerirá el Acuerdo de la Asamblea General con el voto conforme de no menos
de los dos tercios de todos los miembros de la Comunidad”. Pero favorece la
parcelación de la tierra de las comunidades asentadas en la costa. Así, en su Artículo 10o.- “Las Comunidades
Campesinas y las Comunidades Nativas deberán regularizar su organización
comunal de acuerdo con los preceptos Constitucionales y la presente Ley.
Tratándose de tierras de propiedad de las Comunidades Campesinas de la Costa, la regularización del derecho de propiedad se regirá por las siguientes normas: a) Para la adquisición en propiedad por parte de posesionarios comuneros sobre la tierra que poseen por más de un ano, el acuerdo de Asamblea General de la Comunidad requerirá el voto a favor de no menos del cincuenta por ciento de los comuneros posesionarios con más de un ano. Para los efectos de la adquisición por el actual posesionario, la entrega de las parcelas se acredita con el documento extendido por la Comunidad a su favor. b) Para la adquisición en propiedad por parte de miembros de la comunidad no posesionarios o de terceros así como para gravar, arrendar o ejercer cualquier otro acto de disposición sobre las tierras comunales de la Costa se requerirá el voto a favor de no menos del cincuenta por ciento de los miembros asistentes a la Asamblea instalada con el quórum correspondiente.” Como se puede apreciar, la ley de 1995 promueve la desmembración de las tierras comunales de la costa mientras que protegen las tierras comunales de la selva y de la sierra. Pero en mayo del 2008 el gobierno de Alan García publicó el decreto legislativo N° 1015 que modificaba los artículos 10 y 11 de la ley e indicaba que los requisitos que regían en la costa también valían en la sierra y en la selva. En junio del mismo año el gobierno dio marcha atrás y derogó el decreto N° 1015 a través del decreto legislativo N° 1065. Pero en junio del 2009 dejó sin efecto el decreto N° 1065 a través de la ley 29376. De esta manera dejó finalmente desprotegida la tierra comunal en la sierra y la selva. Estas idas y vueltas del gobierno no muestra más que una voluntad de desproteger cada vez más a las comunidades andinas y amazónicas para beneficiar cada vez más a empresas extractivas extranjeras, especialmente de Brasil y de China.
Tratándose de tierras de propiedad de las Comunidades Campesinas de la Costa, la regularización del derecho de propiedad se regirá por las siguientes normas: a) Para la adquisición en propiedad por parte de posesionarios comuneros sobre la tierra que poseen por más de un ano, el acuerdo de Asamblea General de la Comunidad requerirá el voto a favor de no menos del cincuenta por ciento de los comuneros posesionarios con más de un ano. Para los efectos de la adquisición por el actual posesionario, la entrega de las parcelas se acredita con el documento extendido por la Comunidad a su favor. b) Para la adquisición en propiedad por parte de miembros de la comunidad no posesionarios o de terceros así como para gravar, arrendar o ejercer cualquier otro acto de disposición sobre las tierras comunales de la Costa se requerirá el voto a favor de no menos del cincuenta por ciento de los miembros asistentes a la Asamblea instalada con el quórum correspondiente.” Como se puede apreciar, la ley de 1995 promueve la desmembración de las tierras comunales de la costa mientras que protegen las tierras comunales de la selva y de la sierra. Pero en mayo del 2008 el gobierno de Alan García publicó el decreto legislativo N° 1015 que modificaba los artículos 10 y 11 de la ley e indicaba que los requisitos que regían en la costa también valían en la sierra y en la selva. En junio del mismo año el gobierno dio marcha atrás y derogó el decreto N° 1015 a través del decreto legislativo N° 1065. Pero en junio del 2009 dejó sin efecto el decreto N° 1065 a través de la ley 29376. De esta manera dejó finalmente desprotegida la tierra comunal en la sierra y la selva. Estas idas y vueltas del gobierno no muestra más que una voluntad de desproteger cada vez más a las comunidades andinas y amazónicas para beneficiar cada vez más a empresas extractivas extranjeras, especialmente de Brasil y de China.
[9]
Una expresión clara del
autoritarismo por parte del sector neoliberal es su negación de derechos
políticos como en de la deliberación de
cuestiones públicas. Durante el año 2010 se abrió la campaña política para las
elecciones de alcaldes en todo el país. Los candidatos más fuertes para Lima
han presentado en la campaña un discurso autoritario que se puede resumir en
estos términos: si somos elegidos
impondremos orden en la ciudad pero sin abrir un debate público sobre qué tipo
de orden requerimos. Sólo contaremos con la opinión de nuestros técnicos. Pero,
junto al discurso del orden, se encuentra el mensaje de que Lima es una ciudad
de empresarios emprendedores y se habla de las poblaciones de los conos, que
son las zonas populares, como zonas de pequeños empresarios
emprendedores. Así, la derecha autoritaria hace suyo el lema del escudo del
Brasil: “orden y progreso”. Pero lo que no se menciona es que dicho orden puede
incluir el uso de la violencia.
En
general, el discurso de que la población mayoritaria es o puede convertirse en
pequeños empresarios es un poderoso caballo de batalla ideológico del
neoliberalismo en el Perú actual. Lo que no se menciona jamás es que el
crecimiento de tales sectores emergentes no podrá sobrepasar ciertos límites
que los grandes capitales nacionales y extranjeros imponen, además de que el
gran sector de la población que son empleados serán cada vez más golpeada por
la política económica que se inclina a la flexibilización laboral, es decir a
bajar los salarios y a dar facilidades de despido a los empleados.
[10]
Tal como lo presentara
Alberto Adrianzén en un artículo titulado La
nueva extirpación de idolatrías publicado en el diario La República, del sábado 16 de diciembre del 2006, la política de
los sectores conservadores de la Iglesia Católica, con la venia de Vaticano,
han desmontado la pastoral que la Iglesia progresista había articulado en el
sur andino. Este desmantelamiento tiene tres pasos: a) expulsar a las
congregaciones progresistas de la zona, b) nombrando obispos conservadores,
especialmente de los movimientos Sodalisium y Opus Dei, y c) declarando falsa
la catequesis que la Iglesia progresista había llevado adelante en esa zona,
por tener una orientación social, y señalando que los pobladores son “paganos”
y necesitan de una nueva catequización que extirpe la idolatría social que la
Iglesia progresista inoculó.
La pastoral andina articulada desde los años 70,
bajo la inspiración del concilio Vaticano II. Uno de los gestores de esa
pastoral fueron los obispos de los Sagrados Corazones Luis Dalle y Luciano
Metzinger. Esa pastoral articuló un sistema de redes sociales que resultó muy
importante para proteger a la población de la presencia de Sendero Luminoso
durante los años más duros de la violencia. El que dicha pastoral se desmantele
resulta sumamente peligroso en caso de que algunas ideologías radicales quieran
instalarse en la zona. Es por ello que resulta irresponsable la acción de la
Iglesia conservadora en la región, pues están generando el caldo de cultivo
para que los radicalismos violentos de izquierda (ya sea Sendero Luminoso u
otro grupo) tenga una presencia significativa en la zona.
[11] A nivel educativo la derecha
radical ha instaurado dos herramientas poderosas que tiene un espacio tanto en
la educación escolar como en la educación superior: la primera es una educación
respecto de la historia que tiene como eje el relato de los grandes héroes
guerreros y la de los grandes autócratas del país. A través de esta primera herramienta se
genera en la conciencia nacional dos ideas que son peligrosas para la
democracia. La primera de éstas es que los personajes que merecen admiración
serían individuos que no se encuentran comprometidos con los valores políticos
democráticos, como la tolerancia, el rechazo de la esclavitud, el rechazo de la
discriminación racial, sexual, social y étnica. Los héroes de la historia que
se enseña en el Perú no son héroes democráticos. La segunda idea peligrosa
consiste en que dicho relato de la historia nacional se fomenta la creencia de
que el Perú es un país autoritario por naturaleza. De esta manera se fomenta la
creencia de que el peruano tiene una esencia particular, que la de ser
autoritario, es decir, la de necesitar ser gobernado con “mano dura”. La
segunda herramienta de la educación de extrema derecha es la llamada “educación
en valores” según la cual habrían ciertos valores morales que los ciudadanos
deberían internalizar, valores que son determinados por las élites
autoritarias. Respecto a la educación en valores cf. GAMIO, Gonzalo; La
racionalidad de los conflictos éticos, en: GAMIO, Gonzalo; Racionalidad
y conflicto ético, Lima: IBC-CEP, 2007. Además Cf. FRISANCHO, Susana; Identidad
moral, fundamentalismo y derechos humanos, en: FRISANCHO, Susana y Gonzalo
GAMIO (Eds.); El cultivo del
discernimiento, Lima: Fondo Editorial de la Universidad Antonio Ruiz de
Montoya, 2010.
Hay dos elementos que requieren comentario. El
primero es que la derecha radical católica se empeña en presentar la
secularización de la sociedad peruana como un mal que hay que combatir, y para
apoyar su posición antisecular presentan una historia del Perú según la cual
éste aparece como un país esencialmente católico, en el cual tanto el
secularismo como el liberalismo se han impuesto por la fuerza, como contranatura. Esta visión de la historia
que la extrema derecha católica fomenta oculta el hecho de que la religión
Católica se impuso en el Perú a través de la conquista española, y fue un
proceso sumamente violento. El segundo elemento que es necesario resaltar es
que la visión de la historia forjada por líderes autoritarios no es exclusiva
de la extrema derecha peruana, sino que también la comparte la extrema
izquierda. Basta con ver la estructura vertical y autoritaria que tiene los
movimientos de izquierda extrema en el Perú para constatar que también creen
que el peruano es esencialmente autoritario.
[12]
El control de la sexualidad es un arma muy
poderosa de los grupos conservadores pertenecientes a la Iglesia Católica.
Quien ha estudiado me manera más clara la política sexual de estos sectores es
Jaris Mujica, quien en su libro Economía política del cuerpo. La
reestructuración de los grupos conservadores y el biopoder, donde se señala
que los grupos conservadores se han reciclado estableciendo una estrategia que
les permita utilizar los mecanismos democráticos para influir en las políticas
públicas con el fin de controlar la vida sexual de las personas y restarles
aquellos derechos que se han conquistado históricamente, como los de las
mujeres, los de las minorías sexuales, la de expresar y vivir una vida sexual
tal como las personas decidan, el
derecho a definir su propia orientación sexual o la planificación familiar. El
órgano operativo de la Iglesia conservadora para controlar la vida sexual de la
población es la agrupación “pro vida”. Paradógicamente, una agrupación
denominada “pro vida” tiene como objetivo central restringir las posibilidades
para elegir qué tipo de vida sexual las personas decidan llevar. Cf. MUJICA, Jaris; Economía política del cuerpo. La reestructuración de los grupos
conservadores y el biopoder, Lima: PROMSEX, 2007.
[13]
El término “Socialismo del siglo XXI” fue
acuñado por primera vez en 1996 por Heinz Dieterich Steffan, sociólogo y
analista político alemán residente en México y que se ha dedicado a estudiar
las izquierdas a nivel mundial. El
término adquirió difusión mundial a partir del discurso del Presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, en el V Foro Social Mundial, discurso pronunciado el 30
de enero del 2005. Hugo Chávez generó la denominada “Versión Bolivariana” del
socialismo del siglo XXI, según la cual el camino al socialismo pasa por la
instauración de una democracia
revolucionaria que supone, entre otras cosas instaurar una democracia
directa.
[14]
El recurso al referéndum y
el gobernar por medio de plebiscitos caracteriza a lo que se conoce como
“democracia directa”. Ya en su momento, Alberto Fujimori aducía la necesidad de
instaurar esta forma de democracia en el Perú, para que sea el pueblo quien
directamente condujese la vida política del país. La democracia directa es una
forma de gobierno que sólo tiene en cuenta el principio democrático, pero
careciendo de principios de justicia. En un sistema así se produce el
despotismo de la masa por medio del cual todos, sin ser todos, gobiernan sobre
todos, es decir, la mayoría reduce a cero los derechos de las minorías; o peor
aún, la minoría, por medio de la demagogia puede imponerse sobre la mayoría.
Los principios de justicia de los que se carece en este sistema son justamente
los derechos fundamentales, los cuales no se establecen como principios
pétreos sustraídos de toda negociación
política.
A
diferencia de este tipo de democracia, que es necesariamente autoritaria, la
denominada “democracia constitucional” y la “democracia radical” articulan el
principio democrático con los derechos fundamentales. La democracia
constitucional los asegura colocándolos en la Constitución Política y señalando
su no negociabilidad política; en cambio, la democracia radical trata de
garantizar el goce de tales derechos de parte de los ciudadanos a través de
mecanismos de accesos sociales que permitan realizar en la vida de los
ciudadanos los derechos consagrados en la Constitución.
[15]
El denominado
“andahuaylazo” fue un levantamiento de reservistas etnocaceristas que tomó la
comisaría de Andahuaylas en enero del 2005 y mataron a varios efectivos, entre
los que se encontraba el teniente Luis Chávez Vásquez. Dicho levantamiento tenía como propósito pedir la vacancia de la
presidencia del entonces Presidente de la República Alejandro Toledo. La
estrategia consistía en provocar un movimiento de represión violenta por parte
de las Fuerzas Armadas contra los rebeldes que habían tomado control de la comisaría
y que estaban convocando a la insurrección general de las Fuerzas Armadas
contra el gobierno democrático. Si el gobierno respondía con una fuerza
desmedida contra los rebeldes se podrían dar las condiciones para que el
congreso pidiera la vacancia del presidente. Un antecedente del levantamiento
lo constituye el levantamiento etnocacerista de Locumba, del año 2001. La
diferencia es que el movimiento de Locumba era en contra del gobierno de
Alberto Fujimori, que no era un gobierno plenamente democrático.
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