domingo, 7 de diciembre de 2014

LA FILOSOFÍA DEL DERECHO Y LAS LLAVES DE LA DEMOCRACIA

Llama la atención que la filosofía del derecho dirigida por abogados insiste en cuestiones epistemológicas, como por ejemplo, en reconocimiento de las normas y los principios jurídicos. Hasta algunos filósofos consideran que los temas relevantes en dicha disciplina son los epistemológicos. La exacerbación en este punto es la herencia que Hans Kelsen dejó y termina encausando la filosofía del derecho en el lecho del positivismo. Como es sabido, la preocupación de Kelsen es estudiar la teoría del derecho como una ciencia que versa sobre un sistema normativo que se conoce como derecho. La Teoría pura del derecho si bien el autor austriaco la concibe como una ciencia normativa de la sociedad, en realidad termina presentándose como una ciencia descriptiva de un sistema normativo de la sociedad. La desesperación por tener una descripción correcta del objeto de estudio pervive en todas las formas de reactualización del positivismo jurídico, como es el caso del positivismo metodológico, el neoconstitucionalismo y la llamada Teorpia de la argumentación jurídica, que tantos ven como una novedad, cuando en relidad es vino agrio en odres nuevos. 

Todo esto termina por convertir a la filosofía del derecho en un dar cuenta de mecanismos técnicos que se articulan consistentemente dentro campo del derecho positivo. El cercioramiento de las normas y la coherencia del sistema jurídico, sistema cerrado en sí mismo, se ha convertido en la actividad de los especialistas, que enarbolan la epistemología jurídica como lo nuevo cuando resulta ser un insistir sobre lo mismo. Esta epistemoligización de las disciplina exige la desconexión ente el derecho y la política. Ya, desde Kelsen,  se veía la política como un elemento ideológico que podría contaminar la cientificidad del derecho. Esta desconexión trajo consigo dos reacciones nefastas para la democracia. La primera es la desconexión del derecho con las instituciones y prácticas democráticas. La segunda es la afirmación de Carl Schmitt y sus seguidores, según la cual lo que define el derecho, en última instancia, es la política. Y cuando los schmittianos piensan la política la ven como política partidaria.

Quiero concentrarme en la primera reacción. La desconexión del derecho de la dinámica democrática ha traído un fenómeno extraño. Si uno pregunta a los estudiantes de derecho cuál es el fin del derecho, les resulta sorprendente que se les diga que éste es asegurar los valores principios políticos de la democracia. Puesto que se encuentran tan acostumbrados a ver en el derecho una herramienta técnica sin remisión a lo político, esta idea les resulta anodina y demasiado "filosófica" . Por otra parte, los estudiantes entienden que ese conocimiento técnico los dota de un poder especial, que es el conocimiento de las leyes y procedimientos que rodean la vida de toda persona en la sociedad. El estudio del derecho les brinda todas las llaves de la interacción social. Se trata del poder que se cierne sobre Joseph K, el personaje de la novela El proceso de Kafka, quien, de la noche a la mañana se encuentra inmerso en una pesadilla tejida por la telaraña del derecho. Los abogados tienen todas las llaves porque cuentan con el poder de hilvanar o desarmar la telaraña en la que cualquier persona puede terminar atrapada.

En en este punto que la desconexión entre el derecho y la política democrática adquiere su sentido. La filosofía del derecho o no se da cuenta de las consecuencias políticas que tiene su proceder o intenta retener el poder sobre esas llaves en las manos de los abogados. El realidad, esas llaves deben estar en poder de los ciudadanos y no de los operadores jurídicos. Éstos han reemplazado a los sacerdotes de la edad media y a los científicos de los albores de la modernidad. Es por ello que el derecho, deconectado de la dinámica democrática y en manos de los juristas, termina por congraciarse con el poder del neoliberalismo que defiende el discurso del emprendedurismo que tanto defiende Daniel Salas y Morosini.  

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