La presencia del Papa Francisco
está intensificando los aires nuevos que Benedicto XVI buscó imprimir en la
Iglesia Católica. Éstos incluyen dos líneas importantes de acción: a) combatir
las fuerzas corruptas que se encuentran en Vaticano. Estas fuerzas corruptas se
expresan en los protectores de los sacerdotes pedófilos y en los agentes de los
negocios turbios. Por otra parte, la segunda línea de acción se dirige a b)
atemperar las fuerzas conservadoras adversas al Concilio Vaticano II. Ambas
líneas de acción deben de llevarse a cabo a la vez, porque se encuentran
estrechamente vinculadas, a través de una relación causal.
En
esta segunda dirección se encuentra la expresión del cardenal G. L. Müller a
favor de la Teología de la Liberación. Actualente Müller es Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, institución vaticana encargada de
revisar los contenidos de las teologías para certificar su aceptación por parte
de la jerarquía de la Iglesia Católica. Estas expresiones se encuentran en el
libro “De parte de los pobres. Teología de la liberación. Teología de la
Iglesia”, que es una antología de artículos de Müller y Gustavo Gutiérrez (el
teólogo peruano que dio origen a la Teología de la liberación). Como es sabido,
Müler fue discípulo de Gutiérrez y el hecho de que actualmente ocupe el lugar
que ocupa es un signo de cambios importantes en la Iglesia, que involucran indudablemente cambios en la Iglesia en el Perú.
Todo
esto ha sido presentado por el diario conservador italiano La Stampa, en su sección Vatican
Insider bajo el título “Roma y la Teología de la liberación: fin de la
guerra” http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/teologia-della-liberazione-freedom-theology-teologia-de-la-libertad-vaticano-vatican-25842/. Gonzalo Gamio hace, en su blog,
un importante análisis de este artículo del diario conservador en http://gonzalogamio.blogspot.com/. Tal como presenta la situación el
articulista de La Stampa, Gianni
Valente, la guerra contra la Teología de liberación tuvo como escenario más
amplio el fin de la Guerra Fría y la escalonada neoliberal que vino después. La
idea era combatir, con todas las armas posibles todo aquello que oliera a “comunismo”,
y los agentes del neoliberalismo y el conservadurismo aliados dentro y fuera de
la Iglesia hicieron todo lo que estaba a su alcance para lograr su objetivo. Ciertamente, Valente no lo expresa
directamente, sino usando las palabras de Müller.
Si
hubo una guerra contra la Teología de la liberación -como ha sido evidente- y esta terminó, sería legítimo
preguntarse quién gano y quien perdió, y especialmente, a qué se debe el fin de
la misma. Ensayaré algunas respuestas al respecto. En primer lugar, la guerra
no fue precisamente contra la Teología de la liberación, sino contra lo que
ésta representaba. Ella no representa,
como han tratado de hacer creer, al comunismo dentro de la Iglesia, sino más
bien al Concilio Vaticano II. La Teología de la liberación ha sido hija y se
gesta en el proceso que se abre con el Concilio. En la Iglesia ha habido una
fuerza poderosa que intentó desactivar los cambios que trajo consigo el
Concilio. ¿Qué representaba el concilio? Entre otras cosas, un cuestionamiento
a las posiciones más conservadoras y tradicionalistas dentro de la Iglesia.
Para mucho, el Concilio mismo expedía incienso comunista.
En
segundo lugar, lo que hace que la guerra termine es el desgaste de la posición radical
conservadora dominante. El síntoma de ese desgaste son los escándalos de
pedofilia y los escándalos financieros. Equivocaríamos si interpretamos dichos
escándalos son la causa de la crisis. No, se trata de los síntomas. La causa es
el endurecimiento conservador, que expresa una espiritualidad desgastada. En
otras palabras, una gran parte de la Iglesia Católica tenía una espiritualidad
desgastada, enferma en su radicalismo y fundamentalismo. Pero hay que precisar
una cosa: la guerra no ha terminado, sólo que la correlación de fuerzas se está
reconfigurando. En gesto de renuncia de Benedicto XVI fue un elemento de suma
importancia para que esta correlación se modificase. Es por eso que nadie debe
ser triunfalista, sino que es momento de prestar detenida atención al proceso.
Esta
guerra tiene al Perú como uno de sus lugares de desarrollo. Si hay un país
donde las posiciones ultraconservadoras tienen posiciones claves es el Perú.
Pero esta situación no es expresión de un conflicto sólo local, sino que es uno
de los territorios en el que la guerra vaticana contra el Concilio. Esto quiere
decir que lo que suceda en Vaticano va a traer cola aquí. Es por eso que los
grupos más conservadores en el Perú tienen una doble actitud. De una parte,
tratan de negar la crisis de la Iglesia, y por otra, están comenzando a asumir un
perfil bajo. ¿Cuál es la estrategia? ¿Esperar que pase el huracán mientras
rezan que éste no se lleve sus bases de operaciones? Es probable que eso no les
funcione, pero eso dependerá también en
parte de lo que podamos hacer para liberar la Iglesia en el Perú de esos
radicalismos.
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