miércoles, 3 de julio de 2013

VATICANO CONTRA VATICANO II. ¿FIN DE UNA GUERRA?

           La presencia del Papa Francisco está intensificando los aires nuevos que Benedicto XVI buscó imprimir en la Iglesia Católica. Éstos incluyen dos líneas importantes de acción: a) combatir las fuerzas corruptas que se encuentran en Vaticano. Estas fuerzas corruptas se expresan en los protectores de los sacerdotes pedófilos y en los agentes de los negocios turbios. Por otra parte, la segunda línea de acción se dirige a b) atemperar las fuerzas conservadoras adversas al Concilio Vaticano II. Ambas líneas de acción deben de llevarse a cabo a la vez, porque se encuentran estrechamente vinculadas, a través de una relación causal.
            En esta segunda dirección se encuentra la expresión del cardenal G. L. Müller a favor de la Teología de la Liberación. Actualente Müller es Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución vaticana encargada de revisar los contenidos de las teologías para certificar su aceptación por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica. Estas expresiones se encuentran en el libro “De parte de los pobres. Teología de la liberación. Teología de la Iglesia”, que es una antología de artículos de Müller y Gustavo Gutiérrez (el teólogo peruano que dio origen a la Teología de la liberación). Como es sabido, Müler fue discípulo de Gutiérrez y el hecho de que actualmente ocupe el lugar que ocupa es un signo de cambios importantes en la Iglesia, que involucran indudablemente cambios en la Iglesia en el Perú.
            Todo esto ha sido presentado por el diario conservador italiano La Stampa, en su sección Vatican Insider bajo el título “Roma y la Teología de la liberación: fin de la guerra”   http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/teologia-della-liberazione-freedom-theology-teologia-de-la-libertad-vaticano-vatican-25842/Gonzalo Gamio hace, en su blog, un importante análisis de este artículo del diario conservador en http://gonzalogamio.blogspot.com/Tal como presenta la situación el articulista de La Stampa, Gianni Valente, la guerra contra la Teología de liberación tuvo como escenario más amplio el fin de la Guerra Fría y la escalonada neoliberal que vino después. La idea era combatir, con todas las armas posibles todo aquello que oliera a “comunismo”, y los agentes del neoliberalismo y el conservadurismo aliados dentro y fuera de la Iglesia hicieron todo lo que estaba a su alcance para lograr su objetivo.  Ciertamente, Valente no lo expresa directamente, sino usando las palabras de Müller.
            Si hubo una guerra contra la Teología de la liberación  -como ha sido evidente- y esta terminó, sería legítimo preguntarse quién gano y quien perdió, y especialmente, a qué se debe el fin de la misma. Ensayaré algunas respuestas al respecto. En primer lugar, la guerra no fue precisamente contra la Teología de la liberación, sino contra lo que ésta  representaba. Ella no representa, como han tratado de hacer creer, al comunismo dentro de la Iglesia, sino más bien al Concilio Vaticano II. La Teología de la liberación ha sido hija y se gesta en el proceso que se abre con el Concilio. En la Iglesia ha habido una fuerza poderosa que intentó desactivar los cambios que trajo consigo el Concilio. ¿Qué representaba el concilio? Entre otras cosas, un cuestionamiento a las posiciones más conservadoras y tradicionalistas dentro de la Iglesia. Para mucho, el Concilio mismo expedía incienso comunista.
            En segundo lugar, lo que hace que la guerra termine es el desgaste de la posición radical conservadora dominante. El síntoma de ese desgaste son los escándalos de pedofilia y los escándalos financieros. Equivocaríamos si interpretamos dichos escándalos son la causa de la crisis. No, se trata de los síntomas. La causa es el endurecimiento conservador, que expresa una espiritualidad desgastada. En otras palabras, una gran parte de la Iglesia Católica tenía una espiritualidad desgastada, enferma en su radicalismo y fundamentalismo. Pero hay que precisar una cosa: la guerra no ha terminado, sólo que la correlación de fuerzas se está reconfigurando. En gesto de renuncia de Benedicto XVI fue un elemento de suma importancia para que esta correlación se modificase. Es por eso que nadie debe ser triunfalista, sino que es momento de prestar detenida atención al proceso.

            Esta guerra tiene al Perú como uno de sus lugares de desarrollo. Si hay un país donde las posiciones ultraconservadoras tienen posiciones claves es el Perú. Pero esta situación no es expresión de un conflicto sólo local, sino que es uno de los territorios en el que la guerra vaticana contra el Concilio. Esto quiere decir que lo que suceda en Vaticano va a traer cola aquí. Es por eso que los grupos más conservadores en el Perú tienen una doble actitud. De una parte, tratan de negar la crisis de la Iglesia, y por otra, están comenzando a asumir un perfil bajo. ¿Cuál es la estrategia? ¿Esperar que pase el huracán mientras rezan que éste no se lleve sus bases de operaciones? Es probable que eso no les funcione, pero  eso dependerá también en parte de lo que podamos hacer para liberar la Iglesia en el Perú de esos radicalismos.

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