sábado, 29 de diciembre de 2012

LA NUEVA ERA QUE NECESITAMOS



              Ciertamente resultaba poco creíble la profecía de los Maya, según la cual el fin del mundo se realizaría el 21 de diciembre pasado. Hacía falta ser demasiado supersticioso para abrazar esa creencia. Pero todo este revuelo, que fue tomado en broma incluso por Mario Monti, quien esperó ese día para demitir con la frase “tutto é finito”; en todo este revuelo, digo, se encuentra algo que es interesante pensar en serio.
                En un primer sentido siempre asistimos al fin del mundo, como el acabamiento de nuestras creencias y el cambio de las mismas. Y en este mundo globalizado y de cambio vertiginoso, siempre necesitamos adaptarnos a las nuevas situaciones, aunque tal vez estemos ya demasiado acostumbrarnos a adaptarnos y no a transformar nuestro entorno. Pero por otro lado, el fin del mundo supone un cambio de era, que no es otra cosa que una transformación en nuestros hábitos de pensamiento.

                Quiero recorrer este segundo camino, el del cambio de nuestros modos de pensar. Esta idea me trae a la mente el subtítulo de un libro de William James, obra a la que le tengo gran aprecio. El título es Pragmatismo, y el subtítulo es “un nuevo nombre para viejas formas de pensar”. Ciertamente, James no quería darle un significado especialmente conservador a su filosofía. La segunda idea que viene a mi mente es la idea del conductismo, que se ha renovado en nuestros tiempos, según el cual los hábitos nos hacen a nosotros como sujetos, en vez de que nosotros a ellos. Esta creencia conductista es obscenamente conservadora y ha penetrado en muchos campos de la vida social en las experiencias de las personas. La creencia de que el conductismo es verdadero se conecta con la idea según la cual una persona tiene que ser realista y no idealista. Y la palabra realista esconde dos ideas detrás: la primera es que uno debe adaptarse a un  mundo que no puede cambiar, mientras que la segunda es que uno debe de ceder al desencanto y al desánimo, y seguir para delante aceptando las condiciones que el “sistema le impone” y frente a las cuales no hay nada que hacer.

                Ambas ideas no resisten el mínimo examen conceptual e histórico. De hecho un mundo globalizado como el que tenemos es un mundo en constante transformación, y los medios para participar de esa transformación han sido democratizados por el avance tecnológico. Pero no quiero ir por este derrotero. Lo que me interesa aquí son las condiciones psíquicas en las que los jóvenes de hoy se enfrentan a este mundo. El desencanto ha convertido a esos jóvenes en espectros que viven sus vidas divididos entre lo que sueñan y lo que creen que pueden lograr. Como prueba de ello, sugiero ver la comparación de los jóvenes de hoy y los del mayo del 68.

                Es evidente que nos estamos abriendo a una nueva era, pero es necesario pensar qué clase de era necesitamos: ¿acaso la del realismo desencantado y la del conductismo coactivo?, ¿o aquella que ve en las nuevas condiciones sociales, políticas y tecnológicas una oportunidad para participar en la transformación de nuestro mundo? Tanto el realista desencantado, que cree que el mundo no se puede cambiar y sólo queda adaptarse, como quien cree lo contrario no cuentan más que con creencias, con apuestas, sin evidencia certera alguna. Ambos se encuentran frente a la misma necesidad de apostar. Si queremos un mundo que dé cabida a nuestras aspiraciones, hemos de persuadir a los jóvenes de hoy que vale la pena apostar por el cambio.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Está agotado el proyecto político de la ilustración?


           Los intelectuales de orientación foucaultiana, que extienden erróneamente las críticas de Nietzsche a la cultura también al ámbito de la política y a las cuestiones públicas, sostienen que el proyecto de  político de la ilustración se encuentra completamente agotado, y que no vale la pena actuar propositivamente en defensa de las autonomías privada y pública de los ciudadanos. Sólo queda realizar cuestionamiento y crítica constante al sistema democrático.  En cambio, los intelectuales ironistas no extrapolan las críticas a la cultura que hicieron Nietzsche y Heidegger a las cuestiones políticas y públicas.

            Richard Rorty y  Jürgen son quienes más han defendido la idea de que el proyecto político de la ilustración sigue en pie. Rorty, siguiendo las ideas de Dewey, señala que la escuela filosófica pragmatista con la que se encuentra comprometido lleva adelantes las propuestas de la ilustración.  De esta manera señala que:

 

 “Voy a interpretar la objeción pragmatista a la idea de que la verdad es una cuestión de correspondencia con la naturaleza intrínseca de la realidad de forma análoga a la crítica que la Ilustración hizo de la idea según la cual la moralidad es una cuestión de correspondencia con la voluntad de un Ser Divino”

 Y continúa diciendo:

 “A mi parecer, la explicación pragmatista de la verdad y, más generalmente, su explicación antirepresentacionalista de la creencia constituye una protesta contra la idea de que los seres humanos deben humillarse ante algo no humano como la Voluntad de Dios o la Naturaleza Intrínseca de la Realidad” [1].

    
            De esta manera, el pragmatismo de Rorty y Dewey continúan adelante con el proyecto de la ilustración, proyecto que consiste en cuestionar las pretensiones que algunas personas e instituciones tienen de imponerse sobre los ciudadanos para limitar la autonomía privada y la autonomía pública. De esta manera, nadie, ni en nombre de la voluntad divina o de la naturaleza humana, está justificado para limitar la libertad de los ciudadanos. Igualmente Habermas sostiene que el cuestionamiento de la razón hecha por Nietzsche, y continuada por Lyotard y Derridá en Francia no conduce a las consecuencias que ambos señalaron, a saber, el acabamiento de la modernidad y el inicio de la postmodernidad. Habermas es claro en afirmar que el reemplazo de las pretensiones de razón por las exigencias de la “ética del discurso” permite continuar con el proyecto político de la razón por otros medios. La ética del discurso supone que las normas morales y jurídicas, así como los proyectos políticos deben someterse al torbellino de la problematización que la deliberación pública supone. Dicha deliberación tiene ciertas exigencias fundamentales, especialmente, que los participantes en la discusión tienen que expresar argumentos y razones claramente sustentadas y que se encuentran sujetas al cuestionamiento y la crítica; además, todos los implicados tienen los mismos derechos de participar en la discusión y que se ha de tener en cuenta las consecuencias que pesarán sobre los implicados por las decisiones asumidas[2].

            De esta manera, resulta discutible la afirmación según la cual el proyecto político de la ilustración ha agotado por completo sus energías. La filosofía, y en especial, la filosofía política, ha de fomentar en la cultura contemporánea lo que Rorty señala que debe promover también la educación universitaria: la capacidad de dudar y cuestionar como la capacidad de imaginar. La capacidad de dudar y cuestionar las verdades recibidas y consagradas tanto por la cultura anquilosada por el positivismo como los saberes recibidos en la academia universitaria. Dichas verdades deben ser discutidas públicamente, tanto dentro y fuera de la universidad. Pero también debemos cultivar la imaginación para generar relaciones sociales cada vez más libres y emancipadas. El cultivo de la imaginación se realiza justamente a través del contacto con la cultura, de manera que se abren nuestros espíritus en un proceso de reedificación y forjación constante[3].



[1] RORTY, Richard; Pragmatismo, una versión: antiautoritarismo en epistemología y  ética, Barcelona: Ariel, 2000. P. 21.
[2] HABERMAS, Jürgen; ¿Afectan las críticas de Hegel a Kant a la ética del discurso? En: Escritos sobre moralidad y eticidad, Barcelona: Paidós, 1998.
[3] Respecto la importancia del cultivo de la imaginación por medio de las artes y las humanidades, Cf. NUSSBAUM, Martha; Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades Bnos.As.: Katz, 2010 y de la misma autora: El cultivo de la humanidad. Una defensa clásica de la reforma en la educación liberal, Barcelona: Paidós, 1998.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

LOS GUARDIANES SOCRÁTICOS NACIONALISTAS EN EL PERÚ


             En su República el filósofo Platón puso en boca de Sócrates la afirmación según la cual los Guardianes del Estado estaban adecuadamente preparados para el gobierno. Ciertamente, Platón no se refería específicamente a los hombres de las armas, sino a los especialistas del pensamiento, es decir, los filósofos. Hoy en día,  el Comandante Ollanta Humala, lleva a cabo una praxis de gobierno, que cual Platón desafinado no da pie con bola.

            La interpretación que hace de Platón el Presidente de la República es extraña, para darle un calificativo. Humala considera que los guardianes socráticos es la casta militar, no la de los filósofos. Si el presidente ha leído la el texto que cita, creo que es necesario que le regalemos, para esta Navidad, una traducción decente. Pero más allá  de ello, hay que aclarar algunas cosas al respecto.

            En primer lugar, Platón no negaba la posibilidad de la homosexualidad entre la élite gobernante. De hecho él mismo, como otros filósofos de su época lo eran abiertamente. La homosexualidad no era un problema para los atenienses de entonces. Nuestro platónico presidente, con su lerdo consejo de ministros –que no pudo remover a un ministro prepotentón que agredió a una trabajadora de LAN sin que la presión pública se pusiese en movimiento- ha sacado un decreto según el cual se va a hurgar en los dormitorios y entre las sábanas de las fuerzas del orden para ver si son “bien hombrecitos” y “bien mujercitas”. Eso tiene un nombre: legislar discriminación.

            Pero el conocimiento de la historia de la filosofía del Sr. Presidente se encuentra corto, pues no sabe que Kant, en el siglo XVIII señaló con lucidez que los filósofos no deben concentrar el poder, pues sabía bien que el poder corrompe si se tiene concentrado entre las manos. Además, desde Kant se afirma un principio fundamental en toda República, que es el Principio de Publicidad, según el cual toda acción, decreto y ley del Estado debe ser de conocimiento público para ser legítimo. Ahora los “guardianes Socráticos Nacionalistas”  han decidido echar por la borda dicho principio clave para toda democracia, legislando el secretismo respeto de todo lo referente a “seguridad del Estado”, sea lo que ello signifique. De esta manera se pretende amordazar a la prensa respecto de cuestiones referidas a las condiciones de vida de los cadetes o al uso del presupuesto militar. De ahora en adelante las FF.AA. no van a rendir cuantas a la sociedad del uso de sus recursos, como si ese dinero no saliera de los bolsillos de todos los ciudadanos.

            Esta política bizarra se conecta con una creencia estrambótica según la cual ahora le toca a los militares gobernar este país, después de 20 años de gobierno civil. Si bien es cierto que en la historia de este país los gobiernos civiles y militares se han sucedido constantemente, ello no quiere decir que ello deba ser así. Si queremos vivir en un país decente, la democracia y los gobiernos civiles deben asentarse y madurar. Hay que fortalecer el sistema democrático y no debilitarlo con legislaciones discriminatorias, secretistas ni manteniendo a ministros que se dan el lujo de golpear a los ciudadanos y a las ciudadanas, porque son ministros y les da la gana hacerlo.

            Parece ser que es desde la sociedad civil que se tiene que poner freno a estas intentonas autoritarias. Así, como desde la sociedad civil reflexiva de este país, liderada esta vez por Anel Townsend, que se va a dar la batalla por el NO a la revocatoria. La revocatoria a Susana Villarán ya ha mostrado su verdadero rostro. Ya está suficientemente documentado quiénes se encuentran detrás de este intento de remover a la alcaldesa. Tal intento no es otro que el de debilitar la institucionalidad democrática en el Perú. Es tan claro que defender el NO es defender la democracia, que hasta personas que no votaron por Susana Villarán, como Fernando de Szyszlo, están comprometidos con la campaña liderada por Townsend.  Resunta claro que hay que defender la democracia, y tal como afirma Charlie García, es necesario rechazar la Filosofía barata y los Zapatos de goma.   

martes, 4 de diciembre de 2012

LAS CONDICIONES DEL DEBATE PÚBLICO SOBRE LA HISTORIA RECIENTE EN EL PERÚ ACTUAL (SEGUNDA PARTE)


Una sociedad se constituye como tal cuando los ciudadanos se encuentran dispuestos a cooperar entre sí y no sólo se encuentran velando por sus intereses particulares. Esto hace que la sociedad se entienda como un sistema de cooperación. Además, si sus miembros se encuentran comprometidos con un relato sobre el pasado, relato que sirve para hacer justicia con los ciudadanos afectados por procesos de violencia, tendremos entonces una sociedad justa. La justicia también implica leyes que gocen de legitimidad, el cumplimiento de las mismas y el descenso significativo de los índices de corrupción, claro está.

La articulación de un relato sobre el pasado que pueda ser intersubjetivamente verdadero es importante para lograr la estabilidad de una sociedad democrática. En el Perú actual adolece de la falta de dicho relato, y ello es debido a que el compromiso de las personas y los grupos con la sociedad entendida como sistema de cooperación ha sido endeble o inexistente. Vivimos en una sociedad profundamente fragmentada por intereses particulares o partidarios. Estas no son las condiciones más adecuadas para enfrentar a la amenaza que SL-MOVADEF representa para la democracia.

Desde las tiendas de la derecha más radical, como el fujimorismo duro, ciertos sectores empresariales o el sector fascista de la Iglesia Católica, se levanta la voz con prepotencia exigiendo el desmantelamiento de la democracia y la vuelta a la dictadura (con todo lo que respecto a violación de derechos humanos y a corrupción significa). No es casualidad ni extraño que sea precisamente esto mismo lo que Sendero Luminoso esté buscando. La exigencia de amnistía general –es decir, la liberación de los líderes del fujimorismo, de los miembros de las Fuerzas Armadas violadoras de Derechos Humanos y de los presos por terrorismo- significa volver al status quo previo a la vuelta de la democracia.

Otras voces que suenan menos pero que razonan más y más comprometidas con el destino de la sociedad, sostienen que la mejor manera de enfrentar a Sendero Luminoso es mostrando que la ley en este país no está pintada y que aquí no vence el que grita más fuerte o el que golpea más bajo.  Además, se trata de un sector, desgraciadamente minoritario, que cree que el fortalecimiento de la democracia es importante y que el debate político es central para fortalecerla. El debate político tiene tres espacios centrales para tomar cuerpo y conseguir generar conciencia ciudadana: la universidad, los partidos políticos y el congreso. Ciertamente, espacios como los medios de comunicación son también importantes.

Las universidades deben convertirse en centros de discusión de ideas políticas y no de adoctrinamiento. La discusión de ideas potencia las capacidades de debate público y tolerancia razonable, y permite que las posiciones radicales den paso a ideas más moderadas. Ello permitirá que las DBA y la “Izquierda Macha” tengan discursos marginales en los campus universitarios. Pero para ello hay que combatir la creencia de la derecha radical de este país, según la cual las universidades son instituciones que una facción política funda para expandir su visión del mundo y confrontarse, por medio de la fuerza y no por medio del debate, con otras visiones del mundo que otras facciones fomentan. A su vez, los partidos políticos deben dejar de ser empresas personalistas o familiares de búsqueda de poder, para convertirse en centros de debate de ideas. Las elecciones de candidatos debe ser por medio de primarias democráticamente realizadas. Si este fuese el criterio a utilizar, ¿cuántos de los partidos nacionales y locales pasarían el examen de democratización? ¿No resulta acaso contradictorio que partidos no democráticos se encuentren en el centro de una sociedad democrática? Ello sólo consigue debilitar la democracia en el Perú.

No es de extrañar que SL-MOVADEF logre encontrar el espacio libre para actuar si tenemos una sociedad con estas características. Ellos se mueven en una doble dualidad. En primer lugar, ellos se presentan como un partido político mientras se muestran como una secta mesiánica, pues consideran que su líder, Abimael Guzmán, no se puede equivocar.  En segundo lugar, ellos defienden la multiplicidad de relatos de la historia reciente mientras que, al mismo tiempo, consideran que poseen la verdad absoluta y que el resto de la sociedad se encuentra profundamente en el error. Lo dramático, es que los otros grupos, especialmente la derecha radical en este país se mueve en la misma doble dualidad. Mientras compartan los mismos presupuestos que SL- MOVADEF, los grupos de derecha radical sólo conseguirán imponerse por la fuerza del poder fáctico, pero no lograrán evitar que los jóvenes rechacen las ideas de Sendero.