martes, 4 de marzo de 2014

Entre la hermenéutica y el neotomismo.El problema del pensamiento moral cristiano (primera parte)

En varios sectores de la Iglesia el pensamiento moral cristiano contemporáneo se encuentra en una desgarradora tensión entre sus aspiraciones respecto de la justicia social  y sus concepciones morales. Esta tensión coloca a los católicos muchas veces en una situación paradójica y, hasta cierto punto, triste. Se hayan abogando por un mundo más justo, en el cual las injusticias sociales, los agravios contra los seres humanos,  la violación de los derechos humanos, la marginación y la exclusión social sean suprimidos. Pero al mismo tiempo se encuentran defendiendo posiciones morales que restan alcance a las aspiraciones sociales que son tan apreciables.
Estas posiciones morales abogan por una rigidez normativa que tiende a ampliar el elenco de “conductas moralmente no tolerables” y de “creencias condenables”. Así que sectores católicos, mientras  de un lado se comprometen con el fomento de una cultura de los derechos humanos, de otro lado insisten en inmiscuirse en la vida de fieles y no fieles para levantarles cada vez más prohibiciones y restricciones a sus acciones, y e inmiscuirse en sus conciencias para decirles qué deben de creer y qué concepciones de la vida deben abrazar.
            Esta tensión se agrava aún más en situaciones socioculturales como las que viven las sociedades contemporáneas, marcadas por las exigencias y desafíos que surgen del pluralismo cultural y el reconocimiento de las identidades. Los nuevos desafíos que el mundo de hoy coloca en la agenda social problemas de reconocimiento que exige que lo que tradicionalmente era comprendido como un asunto exclusivamente moral, ahora es una cuestión social que reclama una discusión pública. Esto sucede de modo especial con el caso del reconocimiento de las identidades de las personas, es decir, la valoración de las maneras que tiene las personas de comprenderse a sí mismas y comprender su inserción en el tejido social. Así, aquellos sectores sociales que han sido condenados y marginados  desde una rígida moral tradicionalista hoy en día exigen el reconocimiento de sus derechos[1].
            El desgarro en el pensamiento moral cristiano que señalo tiene su clara manifestación en el desencuentro que existe entre las inspiraciones que se dieron en el Concilio Vaticano II y los intentos de reivindicar al neotomismo como la única matriz válida para el pensamiento cristiano. En el Concilio lo que encontramos es la voluntad de la Iglesia de abrirse al mundo para dialogar con él y buscar la mejor manera de comprenderlo. De allí surge la conciencia en la Iglesia de que sólo podrá ser testimonio de Cristo si es que comprende y acompaña a la sociedad contemporánea en sus alegrías, esperanzar y sufrimientos. De modo que se ponen de relieve el reconocimiento de la libertad y la dignidad de las  personas.
            Sin embargo los años posteriores a Vaticano II, y con más fuerza desde los años 90, se ha visto la presencia de una reedición del  pensamiento neotomista que, en un sentido contrario al espíritu del Concilio, pone el acento en una Verdad metafísica desde la cual se intenta poner a raya las libertades y la dignidad de las personas. Esto significa un serio problema para el pensamiento moral cristiano. Si se quiere seguir con la apuesta de Vaticano II por la apertura, el diálogo, la comprensión y acompañamiento de la sociedad contemporánea, mal se haría en confiar sus concepciones morales a una reedición del pensamiento de Santo Tomás de Aquino, reedición que no hace más que restringir los alcances de las aspiraciones del Concilio.  En lugar de tomar al neotomisto como matriz filosófica, la Iglesia podría ampliar su espectro filosófico y tener más en cuenta la hermenéutica filosófica, que resulta ser una herramienta que da la posibilidad de comprender mejor al mundo y de entrar en diálogo con él.
            En lo que sigue analizaré los principales problemas teóricos que trae el comprometerse con el neotomismo visto en contraste a la hermenéutica (1),para seguidamente presentar las consecuencias que éstos tiene para el pensamiento moral en ciertos sectores de la Iglesia (3). Finalmente presentaremos algunas conclusiones (3).



[1] En realidad, este movimiento lucha por reconocimientos de derechos de sectores “moralmente signados” no es reciente. Lo mismo sucedió con los esclavos –a quienes se les creía así por que ese era el designo de Dios- o con los indígenas de  América, a quienes se les creía creados por Dios como carentes de alma humana, o a las mujeres, de quienes se decía que era un mandato de Dios el que se encuentren sometidas a sus maridos y no participen de la esfera publica. 

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