La
discusión en torno a en qué modo y cuánta se está haciendo justicia con las
mujeres ha estado dominada por la teoría social, la psicología y la filosofía
feminista, las cuales han tenido como agenda 1) el cuestionamiento de la
racionalidad, 2) poner en primer plano las diferencias psicológicas entre
hombres y mujeres y 3) colocar el discurso sobre la justicia liberal a los
márgenes del debate. El cuestionamiento de la racionalidad se basa en la
acusación de que la racionalidad dominante en los foros académicos es la
racionalidad occidental centrada en el varón, caracterizada por la preeminencia
del pensamiento abstracto. En este sentido, se arguye que la mujer usa otros
parámetros de racionalidad que se relacionan más con lo concreto y el cuidado
de los demás y de la naturaleza. Este argumento se basa en la idea de que las
mujeres tienen una estructura psicológica diferente a la de los hombres, de
modo que la mujer es radicalmente distinta al varón pero al mismo tiempo ambos
sexos son complementarios. Finalmente, puesto que el modelo liberal de justicia
se encuentra articulado conforme a los parámetros de la “racionalidad moderna
falocéntrica”, la teoría feminista señala que hay que rechazar dicho modelo.
El
postmodernismo que de destila de esta teoría feminista puede resultar sumamente
conveniente para quienes quieran hacer a un lado la justicia política de la
reflexión sobre la mujer y destacar la
idea de complementariedad asimétrica entre los sexos, que termina justificando
el acceso desigual a la justicia. Contra esta pretensión, el liberalismo político
ha estado articulando una reflexión respecto de la justicia política y social
de la mujer, la que se nutre de las ideas que John Stuart Mill presentó en su
célebre tratado El sometimiento de las
mujeres y por los aportes que John Rawls ha hecho a la teoría política y
jurídica. En lo que sigue presentaré algunos de los elementos centrales de la
reflexión que desde el liberalismo político se hace respeto de la justicia a la
mujer. Como este tema se entronca al interior de la justicia sexual, será necesario
complementar nuestra reflexión con una visión respecto de la justicia sexual en
general.
En
el fondo, es posible destacar tres manera de enfocar la justicia para con la
mujer: a) el enfoque feminista biologicista y psicologista, b) el enfoque liberal clásico
y c) el enfoque del liberalismo político contemporáneo. El primero considera
que las diferencias biológicas y psicológicas son determinantes al momento de
reflexionar sobre la justicia. Este enfoque se encuentra representado por las
posiciones que he esbozado arriba. El enfoque liberal clásico aboga por la
imposición de un esquema universal de derechos y libertades igualitarios,
pensado desde los hombres y que no toma en cuenta la voz de las mujeres. En
cambio, enfoque del liberalismo político contemporáneo va construyendo un
esquema de derechos y libertades igualitarios tomando en cuenta la voz de las
mujeres.
1.-
Liberalismo político y justicia sexual
El
liberalismo político es una corriente de pensamiento político que hunde sus
raíces en el siglo XVII y que ha ido
ganando una mayor articulación y presencia en el ámbito del pensamiento
político a través de los aportes de John Locke, Immanuel Kant, John Stuart Mill,
Isaiah Berlin, John Rawls, John Gray, Michael Walzer, Richard Rorty y Martha Nussbaum,
entre otros intelectuales importantes.
Una
de las descripciones más exitosas de la cultura política liberal es la
presentada por Walzer. Según esta descripción, el mundo liberal es un mundo en
el que se levantan muros simbólicos que separan las diferentes instituciones de
la sociedad. De esta manera, la esfera del Estado y la esfera de la Iglesia
cobran independencia una de la otra. Esto hace que los bienes, tanto materiales
como no materiales, se generen, adquieran significado y se distribuyan de
acuerdo a la lógica de cada esfera. Así, el Estado genera, da significado y
distribuye bienes como el poder político de acuerdo a procedimientos internos a
la lógica de la institución estatal. Estos procedimientos puede ser el voto de
los ciudadanos, para elegir al Presidente de
la República y los congresistas, y el mérito para la elección de
ministros y asesores de gobierno. Algo
análogo ocurre con la distribución de bienes que circulan en la Iglesia. El esta caso se trata de la salvación y los
sacramentos, en tanto medios de para la salvación, que son distribuidos por
sacerdotes de acuerdo a los criterios apropiados, criterios determinados al
interior de la Institución.
Ambas
instituciones son independientes una de la otra, de modo que los criterios del
poder político no interfiere en la Iglesia, ni los criterios propios de la
salvación determina el funcionamiento del Estado. Esto hace posible el
surgimiento de un conjunto de libertades, como es la libertad de creencia
religiosa, la libertad de conciencia, la libertad de expresión, entre
otras. Cuándo una esfera interfiere en
otra, imponiéndole su lógica, se produce lo que Walzer –retomando la idea de Locke
– denomina tiranía. En este sentido, la política liberal tiene como objetivo
ampliar el ámbito de las libertades y el combate de las tiranías. Con el
tiempo, otras instituciones se fueron abriendo paso en esta diferenciación de
esferas, como son la sociedad y el mercado, la familia, y aquellas que tiene
que ver con la educación, la seguridad, la salud, entre otras. Y dicho
despliegue sigue desarrollándose, de modo que hoy siguen diferenciando esferas
y abriéndose paso a nuevas instituciones.
John
Rawls acertó al complementar esta
descripción del liberalismo con la distinción entre lo público o político y lo
privado o doméstico. Si bien lo público es prioritariamente lo estatal y los
principios de justicia política, se asocia al ámbito de las políticas públicas
también. Lo privado o doméstico, en cambio, tiene que ver con grupos que tiene
una concepción del bien y que se encuentran en el ámbito de la sociedad. De
esta manera tanto el Estado como las instituciones de salud, educación y
seguridad pública se encuentran en el ámbito de lo político, en cambio
instituciones como el mercado, la familia y las iglesias, entre otras, se
encuentran en el ámbito de lo doméstico. Ciertamente, las iglesias pueden hacer
valer su voz en la esfera pública a través de lo que Rawls denomina
“estipulación”.
Esta
ubicación de las esferas realizada por Rawls permite precisar las reflexiones
respecto de la relación entre la justicia liberal y las mujeres. Instituciones como la familia y las iglesias
resultan claves para la realización de la justicia con la mujer. En la familia
la relación que establece la mujer ya se con el esposo, los padres o los
hermanos varones resulta determinante para que pueda acceder a la justicia
tanto en esa esfera como en las demás. En las iglesias, las relaciones que
pueden abrir o cerrar el acceso a la justicia a las mujeres es aquella que
establecen con las autoridades eclesiales.
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