Recientemente Alfredo Bullard – gran difusor del Análisis Económico del Derecho en nuestro medio- ha publicado un artículo criticando a los críticos de cine por no evaluar positivamente películas taquilleras.
La crítica de Bullard va así: como los críticos de cine son todos intelectuales de izquierda, y los intelectuales de izquierda tienen un resentimiento contra el mercado a causa de que su trabajo no es tan remunerado como los que hacen películas taquilleras o como Claudio Pizarro, que gana más por el simple hecho de patear una pelota, dichos críticos expresan su resentimiento y frustración evaluando con “baja nota” a las películas populares.
El artículo de Bullard se redondea señalando que tales intelectuales de izquierda en vez de conectarse con el pueblo, en nombre de quien hablan, lo que hacen es sancionan sus gustos. Al respecto de esta argumentación, hay algunas cosas que señalar.
1.- ¿Los críticos de cine son necesariamente intelectuales de izquierda anticapitalista?
La primera presunción de Bullard es complicada. Presupone que todos los críticos de arte son de izquierda. ¿No será acaso, ésta, una burda generalización? Si fuese así, todos los críticos estarían de acuerdo en valorar más una película con trasfondo político y social, que cualquier otra película. Lamentablemente, para el profesor Bullard, eso no sucede.
De hecho, la crítica de cine, y de arte en general, se ha distanciado de los parámetros desarrollados por los intelectuales de la ex Unión Soviética, por considerar que se trataba de un “arte de propaganda política” que va en contra de los objetivos del arte. Parece ser que los criterios utilizados por los críticos de arte (y de cine, especialmente) son diferentes y más amplios. El que personas que no se encuentran inmersas en el mundo del arte no los comprenda, es otra cuestión.
2.- ¿Los críticos de cine dicen a las personas que no deben ver películas taquilleras?
Esta es la segunda presunción que hay que analizar. Lo que hacen los críticos de cine es reconocer dos clases de cine que al ojo del avisado analista Bullard han escapado: el cine de entretenimiento y el cine de arte.
Muchas, pero no todas las películas taquilleras, se encuentran dirigidas al entretenimiento. Eso se debe a diferentes factores: las personas que las ven cuando van al cine buscan disiparse, su objetivo no es necesariamente cultural. No hay absolutamente nada de malo en eso, sino que es plenamente legítimo. Incluso hay personas que a veces van a ver películas artísticas y otras veces películas de entretenimiento dependiendo de las circunstancias.
Las películas de arte tiene cono objetivo desplegar las posibilidades de los múltiples lenguajes del cine lo más que se pueda. Para ello exploran los diferentes aspectos de dicho lenguaje para conseguir una mayor capacidad de expresión de vivencias profundas de los seres humanos, tal como lo hace todo arte.
La tarea de los críticos de cine consiste en examinar las películas desde el punto de vista de la realización artística, y si califican como mediocre o mala películas como Pretty woman, es debido a que estén haciendo uso de criterios académicos, que se construyen teniendo en cuenta la historia de la crítica, la historia del cine, los elementos internos de la actividad del cine como arte, etc. El mercado tiene criterios diferentes para calificar si una película es buena o mala, especialmente si vende o no vende. Pretender que los únicos criterios que valen para evaluar una película sean los del mercado esconde una actitud completamente antiliberal, que la de imponer la tiranía del mercado sobre la crítica de cine. Y el auténtico liberalismo, desde sus inicios en John Locke, se presenta como una doctrina que combate todo tipo de tiranía.
De esta manera, si Ud. decide ver una película taquillera, no se inquiete que ningún crítico de cine le señalará con el dedo, sino que entenderá que cuenta con razones para ello. De esta manera, los críticos de cine no están ni a favor, ni en contra del pueblo (que Bullard defiende en apariencia)., sino que ellos están haciendo su trabajo, como un abogado hace el suyo al tratar que se de una pena justa a un criminal, o un intelectual, al tratar de dar la mayor articulación y consistencia a sus ideas.
3.- ¿Los críticos de cine están molestos con que Claudio Pizarro gane dinero por patear una pelota?
Esa presunción hace abstracción de una cuestión fundamental, que contradice el argumento de Bullard. No es cierto que Pizarro o Messi ganen dinero por patear una pelota y ya. Ellos lo hacen con maestría, algo que depende del talento y de un trabajo constante y sostenido. Cuando Bullard ve a Pizarro patear la pelota, sólo está teniendo presente el momento final de un proceso que incluye trabajo arduo. La pregunta es la siguiente ¿Consideraría justo Bullard que a Pizarro o a Messi se le pague lo mismo por patear una pelota que a alguien que lo hace de manera desastrosa? Ciertamente, porque su trabajo en el fútbol tiene que ser remunerado adecuadamente, de acuerto a los criterios del juego.
4.- ¿Son los intelectuales de derecha enemigos de la cultura?
Ciertamente no. El novelista japonés Yukio Mishima es un claro ejemplo de un intelectual de derecha que ha buscado llevar al camino más elevado el arte de la narrativa. Siendo abiertamente antiizquierdista y plenamente conservador en cuestiones culturales su contribución a la novela y al cuento es invalorable. El ejemplo de Mishima nos indica que puede haber una derecha culta y creativa, pero lamentablemente el Perú contemporáneo carece de una derecha de ese porte. En vez de ello, nuestra derecha criolla parece ser enemiga de la cultura, especialmente la derecha capitalista. Ellos plantean un falso dilema, que consiste en que una persona debe escoger entre el mercado y el dinero, o el arte. Tal vez por esa razón sus intelectuales caen tan rápidamente en contradicciones y en argumentaciones falaces.
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