domingo, 15 de abril de 2012

Izquierda liberal e izquierda radical

         


A raíz de que Humala tomara distancia de los intelectuales de izquierda y se acercara aún más a los empresarios, tanto los diarios de derecha como los propios intelectuales de izquierda han estado poniendo en vitrina la cuestión de la izquierda en el Perú. Después de haber sido desembarcados, no se sabe si definitivamente del gobierno, la misma izquierda está intentando hacer un balance y reflexión de su historia reciente, desde que el proyecto de Izquierda Unida fracasó.



El apogeo de la política radical

            Esta reflexión se da en un contexto particular, marcado por la centralidad que tiene la política radical en el escenario peruano. Esta política radical (brutal, como se ha denominado últimamente) tiene, entre otras, las siguientes características. En primer lugar, se trata de un estilo de política donde predomina la violencia y el diálogo o el debate es desdeñado; en segundo lugar, si bien tiene sus representantes en el sistema de partidos (como el ala dura del fujimorismo), su campo de acción más prolífero es la marcha en las calles, la presión de los lobbies empresariales, los medios de comunicación y las redes sociales; y finalmente, se trata de una actividad llevada adelante por instituciones y agentes que no se encuentran comprometidos con la democracia.

La política radical y la reflexión sobre la izquierda

            La izquierda reflexiva, que está buscando una reestructuración de sus ideas y proyectos y una renovación de sus cuadros se encuentra asediada por la derecha y la izquierda radical. La derecha radical considera que toda disidencia o manera distinta de pensar es un delito que hay que castigar con el garrote o la violencia periodística. La izquierda reflexiva se encuentra comprometida con la democracia y por ello busca no sólo la inclusión social (expansión del mercado) sino la inclusión política (la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas y el hacer valer los derechos políticos de deliberación pública).
            
           Por otro lado, la izquierda radical realiza acciones que deslegitiman a la izquierda en su totalidad, porque muestran poco aprecio a la democracia. Estas acciones erosionan la posición de la izquierda democrática y reflexiva. La izquierda radical considera que la izquierda moderada representa a unos traidores a los ideales de la izquierda marxista y/o son unos “burgueses acomodados”. Además, la izquierda moderada está abierta a la discusión de ideas y propuestas, en cambio, la izquierda radical piensa que es la portadora de una verdad absoluta y científica que no hay que cuestionar, sino aplicar.
             
         A causa de su simplicidad de sus discursos tanto la derecha como la izquierda radicales tienen arraigo en grandes sectores de la población que cuentan con poca organización social y tienen una baja instrucción. Dado que los sindicatos se encuentran desestructurados y son casi inexistentes, la izquierda moderada tiene como único espacio de acción las universidades, donde, en principio, sí sería posible llevar adelante una reflexión pues allí se supone que la reflexión sobre las  ideas y la crítica son posibles. Sin embargo, la mayoría de universidades en este país se presentan como empresas privadas a manos de la derecha radical (ya sean neoliberales a ultranza o conservadores religiosos), quienes neutralizan el debate de ideas y la formación de la conciencia crítica de parte de los estudiantes. De hecho, en algunas universidades se prohíbe expresamente que se discutan temas políticos, y en otras se ha generada un ambiente que excluye naturalmente la discusión política. En este contexto universitario, la izquierda moderada tiene poco espacio para consolidar su base social. 

La izquierda liberal y la izquierda radical

            Algo que los analistas de izquierda están sugiriendo acertadamente es que si bien la izquierda no debe aspirar a conformarse en un partido unificado, sí necesita consolidarse como un frente amplio de izquierdas. Pero en ese frente amplio las izquierdas democráticas deben tomar la batuta, porque un liderazgo radical la devolvería a los problemas en el que se encuentra. Pero eso no será posible si la izquierda reflexiva no toma en serio el liberalismo, para volverse una izquierda liberal. Esto supone una cosa que va a costar a muchos intelectuales de izquierda: tomar una prudente distancia de Marx y Lenin. No es posible devenir en una izquierda liberal sin esa distancia. Ello supone un cambio de paradigma, y no sólo un cambio en las reivindicaciones, porque de otro modo se tendría un conjunto de ideas inconexas e incoherentes que no resultaran fructíferas para la acción política.
         
        Lo que estoy diciendo es que la izquierda podría avanzar mucho más si 1) se concibe como un frente amplio de izquierdas, 2) si en dicho frente las izquierdas democráticas son las que asumen el liderazgo y 3) si esa izquierda democrática toma distancia de Max y Lenin y se aproxima a la izquierda liberal propuesta por Withman, Dewey y Rorty   

3 comentarios:

Masamune dijo...

Perdone pero no existe izquierda radical, el verdadero nombre para esos delincuentes es de "terroristas".

Anónimo dijo...

Estimado amigo, si fuese así, lo mismo deberíamos decir de la derecha radical, violenta y fascista de este país.

Alessandro Caviglia dijo...

Estimado amigo, si fuese así, lo mismo deberíamos decir de la derecha radical, violenta y fascista de este país.