Fenómenos como el de los atentados en Francia o el del llamado Estado Islámico (EI o ISIS) han levantado el dedo de la acusación sobre una religión particular. Se señala que el Islam es violento, belicoso, machista, atrasado, retrógrado y radical. En los últimos años, y especialmente, los últimos días, se han reiterado muchas otras afirmaciones de agravio contra la religión que profesan billones de personas. Frente a esas afirmaciones surgen preguntas como la de si se trata de una burda generalización y si esas gruesas afirmaciones, carentes de matices y precisiones no resultan ofensivos contra los creyentes de esa fe.
Por ejemplo, una de las acusaciones más recurrente al mundo islámico es que somete a la mujer al dominio del varón, e incluso practica la mutilación de sus genitales. Pero si observamos las cosas con más detenimiento, hay países de mayoría islámica donde se practica la igualdad entre hombres y mujeres (como en Indonesia y en Turquía) y otros países africanos, donde la mayoría en católica, y se práctica la mutilación de los genitales femeninos. La observación empírica apoya la afirmación de que la violencia entre mujeres y niños no representa se asocia al Islam como religión y que miembros de otras religiones, como el budismo, el hinduísmo o el cristianismo pueden estar llevando adelante esas acciones. Si esto es así, se puede afirmar que la violencia ni el pacifismo sea lo que diferencia a unas religiones de otras. La afirmación "el Islam es violento mientras que el cristianismo es pacifista" es una simplemente una burda simplificación que no ayuda a pensar los problemas, y menos a resolverlos.
La militancia radical y la violencia (como el pacifismo y la disposición al diálogo y a la colaboración) no son una actitud de las religiones, sino de las personas. Así como hay católicos violentos, hay otros que son dialogantes. Otro tanto sucede al interior de las otras religiones a lo largo y ancho del mundo. Pero, las personas no viven aisladas, sino que viven en sociedades. Lo mismo sucede con las sociedades, viven en un mundo donde se encuentran con pueblos y sociedades diferentes. Y cuando las personas de una sociedad son humilladas y heridas por pertenecer a una religión, se genera en ellos la idea de que son un pueblo cuya religión debe reivindicarse por medio de la agresión a otros. Cuando esa gente es presa de un discurso radicalizado, sus líderes puede conducir a miles de personas a la confrontación. Pero eso no se debe a que haya algo esencial en la religión que profesan esas personas que los conduzcan por ese camino. Lo mismo sucede con la violencia hacia los niños y las mujeres. Cuando las personas de una sociedad carecen de la educación suficiente, lleva adelante prácticas contra esos grupos, pero ello no tiene que ver con algo así como la naturaleza de sus religiones, sino a faltas de oportunidades para educarse suficientemente. En cierto que a muchos líderes y políticos les conviene que la gente se mantenga en la ignorancia, pero ello no tiene nada que ver con la religión, sino con la manipulación que se ejerce contra las personas. En muchas oportunidades, los líderes políticos han utilizado la religión para manipular a la gente, pero ello no tiene que ver con la religión, sino con la utilización política de la misma. Como muestra claramente Richard Bernstein, después de los atentados contra las Torres Gemelas, el gobierno norteamericano de entonces utilizó una retórica religiosa con fines políticos. Pero ello no decía nada respecto del cristianismo, sino que hablaba de los intereses de los líderes estadounidenses de entonces.
Amin Maalouf afirma con lucidez que un pueblo hace de su religión lo que es, y no al revés. A lo largo de la historia un pueblo modifica su religión, de tal manera que se puede volver irreconocible. Muchas veces, los líderes políticos intervienen decididamente en ese proceso. Pero también es cierto que un pueblo puede compartir una lengua y una cultura, pero no compartir la misma religión, como es el caso del pueblo árabe. Pero, como fuere, la gente modela su religión, de tal manera que la radicalización o no radicalización de una "religión" no es un proceso que sucede en la religión, sino en la gente. Es en este sentido que se hace necesario que tengamos una mejor comprensión de la gente que comparte nuestro mundo y que no le echemos la culpa a la religión de lo que le pasa a e la gente. A veces, nuestras afirmaciones basadas en creencias simplificadas y simplistas abona a que la gente se irrite y se radicalice. Para no hacer eso, debemos tener más comprensión de nuestro mundo. A muchos de nuestros políticos no les conviene que ampliemos los márgenes de nuestra comprensión y conocimiento y utilizaran una retórica dirigida a manipular nuestros afectos, pero nuestra tarea es no permitir que nos hagan eso.