Es habitual, en nuestro medio criollo, señalar que el “liberalismo”
(en realidad, el neoliberalismo económico) que hunde sus raíces en la escuela
austriaca de Von Mises y Von Hayek es a) el autentico liberalismo y b) que
todo aquel que se oponga esa línea de pensamiento no es otra cosa que un
stalinista radical, moderado o solapado. Semejante discurso ha sido propalado
insistentemente en nuestro medio durante los últimos años con motivaciones no
estrictamente académicas sino también basadas en intereses económicos. Es claro
que acusar a todo pensamiento alternativo de ser una versión matizada del
stalinismo resulta una estrategia efectiva para sacarla del camino, en especial
en una sociedad ferozmente de derecha donde los medios de comunicación, el
poder económico y la integrista derecha católica han hecho.
Recientemente,
Héctor Ñaupari se propuso enmendar la plana a Gonzalo Gamio, señalando que los
pensadores que Gamio presentaba como liberales, a saber, Rawls y Walzer, no lo
eran en realidad. Incluso señaló que si se quería hablar del liberalismo,
deberían convocar a un verdadero
liberal. Ñaupari, en esta crítica, evidentemente,
no expresa un pensamiento propio, reflexionado y sopesado cuidadosamente, sino
que solamente se limita a repetir lo que ha escuchado, como quien repite un
credo dogmático. (http://gonzalogamio.blogspot.com/ Conceptos y contextos en torno a la filosofía
política liberal, 13 de diciembre de 2013)
La
actitud de ver stalinismo en todo pensamiento alternativo ha lindado con el ridículo
últimamente, cuando se acuso a John Rawls, a Michael Walzer y a Amartya Sen de
no ser “auténticos liberales” (es decir stalinistas enmascarados). La acusación
suena con lo delirante en tiempos en que toda la academia seria reconoce en
Rawls uno de los grandes renovadores del liberalismo con su teoría de la “justicia
como equidad” defendida en su Teoría de
la Justicia y en El Liberalismo Político.
En
realidad, si uno se desplaza del ámbito de los intereses al de los conceptos podría
encontrar insospechadas semejanzas entre el pensamiento de Stalin y el de Von
Mises y Von Hayek. Incluso se podría
hacer la siguiente equivalencia: Hayek es a Stalin como John Locke es a Marx.
Es innegable que Locke es el padre de la tradición liberal y que su visión del
liberalismo es sumamente rica en facetas y detalles: desde la defensa de la
tolerancia religiosa hasta el combate contra todo tipo de tirania, pasando por
la libertad de conciencia, pensamiento y de propiedad.
La
riqueza del pensamiento de Marx resulta también innegable: su admiración por la sociedad capitalista, su comprensión
de de la dinámica de la economía
capitalista, su flexibilidad en su pensamiento y en sus posturas; todo
ello hace del pensamiento de Marx no solo una visión plástica del pensamiento
social, sino una veta interesante de investigación y reflexión.
Stalin
y Von Hayek en cambio comparte el
"merito" de reducir a
una caricatura a Marx y a Locke respectivamente. Mientras que Stalin cancela el
ideal marxista de emancipación del género humano y lo reemplaza por el de la sujeción
a un estado totalitario, Hayek reduce la
pluralidad de libertades a la sola libertad económica en el mercado, instaurando
la tiraría del capital sobre las demás libertades humanas con lo que reduce la
riqueza del pensamiento de Locke a un economicismo craso.
En el
fondo Stalin y Hayek comparten tres presupuestos básicos que juntos resultan ser sumamente perniciosos. El
primero es el que la economía determina todas las relaciones sociales. El
segundo es que el poder tiránico por parte de quien controla la economía se
encuentra legitimado. Y el tercer presupuesto es el peor de todos. Se trata de
considerar la perspectiva que tienen como la púnica correcta, la interpretación
“verdadera” tanto de marxismo como de liberalismo. Aquella certeza ciega de
tener la Verdad conduce a sus seguidores en cazadores de brujas, extirpadores
de idolatrías y perseguidores de herejías. Es por ello que los liberadores
criollos que siguen a Hayek tienen una alergia ante los nombres de Rawls,
Walzer y Sen, entre otros, porque los ven como herejes que se alejan del dogma
y la ortodoxia. Lo paradójico es que el liberalismo surgió en occidente como
una concepción antidogmática y que cuestionaba las ortodoxias, vengan de donde
vinieran. El liberalismo nace en en
siglo XVII separando la justicia y la verdad, como dos términos que no deben establecer
una conexión para evitar los dogmatismos tiránicos.
1 comentario:
Acerca de la justicia en perspectiva "neoliberal":
http://www.bullardabogados.pe/publications/wp-content/uploads/2013/12/ab_Entre_la_envidia_y_la_ira_14.12.13.pdf
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