En
el proceso de revocatoria del domingo ganó en NO. Se podría decir que por un
corto margen y con el apoyo de Lourdes Flores Nano y un sector del PPC; así que
la Alcaldesa debe asumir una actitud más abierta, dialogante e incluyente,
además de que tendrá que promocionar de mejor manera lo que hace, y piensa
hacer en el tiempo que le queda. Pero, más allá de eso, es necesario analizar
qué sucedió políticamente en este proceso.
El mismo domingo Juan Sheput señaló
que, al apoyar a la izquierda en este proceso, el PPC se habría vaciado de sus principios y
convicciones socialcristianas, y había asumido una actitud “pragmática” propia
del mercantilismo político. El Sr.
Sheput parece estar un poco confundido. Otros han señalado que lo que ha entrado
en escena es la misma política de siempre. No soy original al afirmar que esas
apreciaciones se encuentran desenfocadas.
Tanto la campaña del NO como la
participación del PPC expresan una nueva manera de hacer política. Me centraré
en el apoyo del PPC. No necesito recordar que Lourdes Flores Nano perdió la
alcaldía y que ahora se puso del lado de su rival para defender el NO a la
revocatoria. Eso tiene un significado político importante, y negarlo expresa no
entender qué en juego. Lo que vimos en esta campaña es la incipiente formación
de una concertación de izquierdas y derechas moderadas y modernas. Sheput
señaló, desatinadamente, que él no se imaginaba al PP español asociándose con
el PSOE de Zapatero. El paralelo es completamente equivocado. Esto no se parece
al proceso español, sino al chileno. Como recordaremos, la concertación chilena
unió a la Democracia Cristiana con partidos de izquierda y consolidó una
coalición que gobernó Chile varios períodos y logró desarrollas políticas
importantes.
La lideresa de PPC afirmó claramente
que quería tomar distancia de la Derecha Bruta y Achorada (DBA) –representada
por la coalición Solidaridad nacional/APRA/Fujimorismo- y reconoció en la coalición de izquierdas
abanderada por Susana Villarán a una izquierda democrática, de centro y
liberal. Sospecho que para este reconocimiento de la izquierda moderada, de
parte del PPC, fue importante la presencia de los regidores del PPC, que
representan a una generación joven en la política peruana. Sospecho, también,
que este apoyo no les habría agradado a todos los miembros del PPC, pero sea lo
que fuere, en este acercarse más al centro, el partido fundado por Luis Bedoya
Reyes, abona en la consolidación de una derecha democrática y liberal que puede
entrar en acuerdos fundamentales con una izquierda democrática y liberal. Otras agrupaciones, como Acción Popular, Perú Posible y personalidades como Mario Vargas Llosa y PPK, entre otros, se han sumado al apoyo al NO, pero la participación del PPC fue directa, como la del APRA puso toda su maquinaria al servicio de las huestes del SÍ.
Este fenómeno de personajes de
derecha que se desplazan al centro gracias a la presencia de la DBA, no es
nuevo en el Perú reciente. Desde hace un tiempo la hemos visto en el periodismo. Tafur,
Palacios, Salinas y Álvarez Rodrich no son comunistas ni izquierdistas pero ya se han desmarcado
del periodismo más delirantemente de derecha, representado por Aldo Mariátegui,
Cayetana Aljovin y otros. Esta derecha de centro, crítica de los extremismos y
radicalismos, - y especialmente de la DBA- ha mostrado su capacidad de
coincidir con la izquierda moderada en valores políticos importantes: el
fortalecimiento de la democracia, la defensa de los derechos humanos y la
crítica a la corrupción.
Ahora aparecen, en el área de los
partidos políticos, una generación de jóvenes de izquierda y derecha que pueden
coincidir en esos mismos temas importantes. Si esto se logra consolidar con
mayor fuerza, podríamos tener en el
futuro una concertación de centro que, articulada en torno a valores políticos
básicos, pueda ir arrinconando a los radicalismos de derecha e izquierda que
han estado determinando la política en este país. La tesis Sheput es
completamente errada. En contra de ella hay que señalar que el compromiso con
la democracia, los derechos humanos y el rechazo a la corrupción expresan
valores políticos que se encuentran en el corazón de la Doctrina Social de la
Iglesia Católica.
Ciertamente, esto no garantiza el nacimiento de una concertación de centro, liberal y democrática, pero puede ser un primer paso si se trabaja en esa dirección. Sería una cosa muy saludable para la política nacional, y para la defensa de los derechos de los ciudadanos
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