lunes, 14 de enero de 2013

¿Quién dijo “heterodoxia”?


             
La conocida decisión Mons. Cipriani de no renovar el permiso a los teólogos de la Pontificia Universidad Católica del Perú para el dictado de los cursos de teología ha resultado, a todas luces,  polémica. El Cardenal ha alegando –al igual que la Agrupación Riva- Agüero, expresando una lamentable opinión de extrema derecha-  que una Universidad se encuentra en un conflicto con Vaticano y por lo tanto no tiene derecho de dictar ese tipo de cursos. Esta decisión resulta controvertida por varios aspectos que han sido comentados, entre otros por Gonzalo Gamio y Salomón Lerner. Uno de estos aspectos es el jurídico: la Pontificia Universidad Católica del Perú se encuentra entre el derecho civil peruano y el derecho canónico. Desde el punto de vista del primero, la decisión del Cardenal viola la autonomía universitaria, mientras que desde el derecho canónico la decisión se salta con carrocha el procedimiento debido. Alguien podría alegar que como Cardenal, tiene el derecho de actuar intempestivamente en estos asuntos, sin aviso previo, pero ello colisiona con lo que se espera del derecho en general.

            Pero otro aspecto importante, enfatizado por Lerner, es el de la falta de coherencia con el Magisterio  de Iglesia y las posiciones de personas importantes en la misma Santa Sede. El Cardenal no parece estar de acuerdo con que en la Pontificia Universidad Católica del Perú se dicten cursos de teología porque está aplicando la lógica del todo o nada que caracteriza a los grupos más conservadores de la Iglesia Católica, según la cual o aceptas todo o quedas excluido. De acuerdo a esta lógica cualquier voz disidente dentro de la Iglesia queda acallada, y cualquier desacuerdo se resuelve no por medio del diálogo sino por medio de la violencia de una autoridad que ejerce su función de manera autoritaria.

Lamentablemente, para el Cardenal de Lima, esa no parece ser la política de Vaticano. El mismo Benedicto XVI, en su discurso en la Universidad de Ratisbona, menciona la importancia del diálogo entre la teología y las demás ciencias en el seno de la universidad, a propósito de su experiencia en la Universidad de Bonn, que dicho sea de paso no tiene título de pontificia. La intención del Papa es subrayar la importancia de asumir la teología como una reflexión racional sobre la fe, capaz de entrar en diálogo con otras disciplinas universitarias.  En esta tarea es irrelevante si la universidad en cuestión es pontificia, católica o se encuentra en algunas diferencias con Vaticano. En este sentido, el Papa no sigue la lógica conservadora del todo o nada.
            Más bien, esta iniciativa de Benedicto XVI se encuentra en plena consonancia con el Concilio Vaticano II. Como es sabido, el Concilio significó una apertura de de la Iglesia hacia el mundo, y en ese marco, se inserta la necesidad del diálogo entre la teología y las demás disciplinas universitarias, diálogo que ha sido muy fructífero para todas las disciplinas, y también para la teología, pues ha permitido el surgimiento de una diversidad de teologías que han aportado mucho a la espiritualidad de la Iglesia. Entre esas teologías, fruto del diálogo interdisciplinario, se encuentra la Teología de la Liberación desarrollada por Gustavo Gutiérrez.
            Ciertamente, al Cardenal de Lima no le agrada mucho que sea  la Teología de la Liberación, una de las líneas teológicas que se enseñan en la Pontificia Universidad Católica del Perú y aunque es una teología que el mismo Ratzinger validó cuando era Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Cipriani se ha encargado de perseguirá cual herejía. Tal vez esta podría ser otra de las razones por la cual el Cardenal ha tomado la cuestionada decisión, es decir, para buscar acallar la Teología de la Liberación de Gutiérrez. En este contexto resulta curioso que el actual  Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Gerhard Müller da muestras de su aprecio y reconocimiento a la obra teológica desarrollada por Gutiérrez, tal como ha destacado Salomón Lerner.
       Así, parece ser que mientras que Vaticano rema en un sentido, Cipriani lo hace en el sentido opuesto. Mientras que el Papa busca incorporar la teología en el debate universitario, Cipriani busca excluirla; del mismo modo, mientras que Vaticano ensalza el valor de la Teología de la Liberación de Gutiérrez, Cipriani busca eliminarla. Esta situación no hace más que recordar a aquél que, después de hurtar la cartera del bolsillo de un caballero, grita a voz en cuello “¡Al ladrón!”.

3 comentarios:

claudia dijo...

Y es que mientras algunos personajes de la Iglesia continúen perpetuando un pensamiento retrógrada, tal como lo hace el cardenal Cipriani, será difícil construir una sociedad conformada por ciudadanos críticos que, a su vez, no sientan temor de expresar sus ideas. Es tiempo de comprender que lo más rico para una sociedad es compartir los diversos modos de ver el mundo, sobre todo en un país como el nuestro, tan diverso culturalmente. Sólo así creo que podremos empezar a comprendernos mejor como seres humanos, yendo más allá de credos y políticas.

Alessandro Caviglia Marconi dijo...

Estimada Claudia,

También es importante que dentro de las Iglesias -y en la Iglesia Católica- también se pueda respirar un aire de pensamiento libre y abierto, y dispuesto al diálogo y al debate

claudia dijo...

Completamente de acuerdo.