En el ámbito de las ideas políticas se ha pensado durante décadas que el liberalismo es una corriente exclusiva de la derecha. De esta manera, los intelectuales y los políticos han pensado que la defensa de las libertades y los derechos individuales es una reivindicación política de la derecha
Al mismo tiempo, se ha sostenido que la izquierda se encuentra asociada con la primacía del Estado sobre la sociedad, del colectivo frente al individuo y con el ataque a las libertades individuales. Sin embargo, la investigación reciente de las ideas políticas ha dado arrojado algo sorprendente: el liberalismo no es propiedad exclusiva de la derecha.
No exclusiva de la derecha política
Desde antes de la caída del Muro de Berlín se señaló que la izquierda puede incorporar como uno de sus reivindicaciones centrales el respeto de las libertades individuales. Uno de los exponentes más claros de esta línea de pensamiento es John Rawls, quien en 1971 escribió su Teoría de la justicia, donde coloca como principio fundamental el de igualdad de libertades, acompañado de un segundo principio de compensación social, el “principio de diferencia” (Rawls, Teoría de la justicia, México, 1995).
Ambos constituyen, según Rawls, “principios de la justicia” para una sociedad democrática. El primero es de carácter liberal, mientras que el segundo recoge reivindicaciones fundamentales de la izquierda, a saber, la igualdad básica en la sociedad, especificando un conjunto de bienes primarios del que ningún ciudadano debe carecer y que deben ser aseguradas por las políticas públicas.
Liberalismo y libertarismo
Robert Nozick cuestionó la teoría de Rawls, señalando que no se podría reivindicar la libertad y la igualdad, pues la vindicación de la igualdad atentaría contra la libertad. Es por ello que Nozick asume como único principio el de la libertad, abandonando por completo el de igualdad básica y los bienes primarios. A esta posición Nozick denomina libertarismo. El libertarismo se asocia a las ideas políticas y económicas de Von Hayeck y Mises. Es lo que se conoce como el liberalismo de derecha.
Este liberalismo de derecha levanta las banderas de la libertad económica de los agentes en el mercado, que es una reivindicación auténticamente liberal, especificada ya por Adam Smith. Dicha libertad exige que los funcionarios del Estado no se inmiscuyan en la sociedad para indicar quiénes tienen derecho de intercambio económico y quiénes no. Se trata de demarcar la línea que separa la esfera de la sociedad –y del mercado- frente a la esfera del Estado (Smith, Investigaciones de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, Barcelona, 1983).
El liberalismo y el arte de la separación
Pero el liberalismo necesita más para realizarse. No basta con garantizar la libertad de los concurrentes en el mercado para ponerse de acuerdo libremente acerca de los precios de los productos y de los sueldos. Es necesario asegurar que los intereses del gran capital no determine la política del Estado.
Michael Walzer ha señalado que el liberalismo es un “arte de la separación de esferas” que permita que el poder político no se inmiscuya en el mercado ni en las Iglesias, ni que el dinero determine al Estado, la Iglesia y la Universidad. El liberalismo resulta ser el proyecto de garantizar la autonomía de cada esfera y evitar los abusos de poder que John Locke denominaba tiranía (Walzer, Guerra, política y moral, Barcelona, 2001).
El neoliberalismo económico
El liberalismo económico defendido por Von Hayeck no hace real justicia al liberalismo, pues defiende sólo las libertades económicas y no el resto de libertades de los ciudadanos.
Esto ha traído el equívoco que hace pensar que el liberal sólo se compromete con la desregulación económica de parte del Estado, el fomento de las inversiones y el crecimiento de los sujetos emprendedores.
El liberalismo de izquierda
La izquierda liberal, en cambio, se compromete con la autonomía de las diferentes instituciones de la sociedad, con las diferentes libertades que brotan de dichas autonomías y con la política social y cultural de parte del Estado.
Esta izquierda liberal no es algo nuevo, nacido de la caída del bloque soviético, sino que tiene larga data. En los años 30 del siglo pasado el norteamericano John Dewey abogaba por ese liberalismo, y en los años 50 una facción importante de la izquierda italiana asume como principio central el de la libertad de los ciudadanos (Rorty, Forjar nuestro país, Barcelona, 1999).
Esto permite a la izquierda tener un pensamiento renovado, que le permita un compromiso con el crecimiento económico, las libertades de los ciudadanos, los derechos humanos y con la democracia.
Con ello, la izquierda liberal puede distinguirse de la izquierda estatista, revolucionaria y enemiga de la democracia. La izquierda liberal ha demostrado que se puede ser de izquierda, y ser demócrata, defensor de los derechos humanos y del crecimiento económico.
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