lunes, 11 de abril de 2011

¿En contra del crecimiento o en contra de las condiciones del modelo económico?

Las declaraciones de Alejandro Toledo, al reconocer no haber pasado a la segunda vuelta, tuvieron algo interesante que debiéramos escuchar con atención. Lamento que los demás candidatos no tuviesen una reflexión sobre lo que significa el que Ollanta Humala tenga el 30% de los votos a nivel nacional.

Reclamo de la ciudadanía frente al modelo económico

Toledo señaló con claridad que la votación del domingo 10 de abril expresa un rechazo de parte de un importante sector de la población, en contra del modelo económico.

Ciertamente, mucha gente, en este país se siente indignada por escuchar que el Perú crece económicamente mientras eso no tiene una presencia en su vida. El reclamo es, en términos concretos, la necesidad de que el Estado redistribuya los beneficios del crecimiento.


Los retos de la redistribución

Si ese es uno de los mensajes que hay que tener en claro, la pregunta que hay que hacerse es ¿cuáles son los criterios más adecuados para realizar esta exigencia de redistribución? Posiblemente no exista un único modelo redistributivo adecuado, pero lo cierto es que no todos lo modelos lo son.

Humala y Fujimori expresan dos criterios redistributivos que comparten ciertas dosis de populismo, aunque el peso del componente populista es distinto en ambos y los demás componentes del modelo redistributivo presente por ambos candidatos pueden ser distintos y abiertamente antagónicos.



El populismo

El populismo es el criterio redistributivo que la derecha política ha utilizado reiteradamente para mantener calmada a la gente. Es lo propio de los partidos denominados “Partido Popular”. Éste criterio consiste en distribuir un porcentaje de la riqueza acumulada entre los sectores considerados “clientes políticos” del gobierno, como sucedió durante la dictadura de Alberto Fujimori.

El populismo es el peor de los criterios que se pueden escoger para realizar la redistribución del crecimiento, porque termina socavando las instituciones políticas del país.



Crecimiento económico y política

Tanto el problema de la redistribución como el del populismo traen consigo la cuestión de la relación entre el crecimiento económico y la política en el país. El crecimiento económico puede hace que la economía termine por devorar a la política. Ello sucede cuando se impone un modelo de crecimiento y un criterio de distribución del crecimiento. Ello significa cero política.

El problema de la redistribución del crecimiento exige un debate político. Pero los intereses de las grandes corporaciones familiares peruanas se resisten a dicho debate. Prefieren un populismo tipo Fujimori que un debate abierto sobre el tema.


 
El peligro de la dictadura

Una manera fácil pero nefasta de encarar el problema de la redistribución es a través de la quiebra del sistema democrático. Con ello se elimina el “estorbo” que significa el debate político y el gobierno puede proceder como mejor le parece y le conviene, aplicando un criterio populista de redistribución.

En el Perú ya sabemos lo que el fujimorismo significa al respecto. La derecha política y los grandes empresarios no tiene problemas con el modelo fujimorista, pues cuentan una capacidad inmensa de reacomodarse en ese contexto. Humala, en cambio, puede que no sea una garantía frente a la tentación dictatorial, aunque el no haber sido gobierno antes le otorga el beneficio de la duda.

Lo que sí es cierto es que en el caso de que Humala recurra a la dictadura, la derecha política y las grandes corporaciones nacionales puede tener dificultades para ubicarse e dicha situación.



La derecha, la dictadura y la democracia

Lo que sí es indudable es que la extrema derecha nacional no tiene intereses en la democracia, lo único que le interesa es que la dictadura que se imponga los deje bien colocados.

La derecha democrática es aquella que es consciente que hay un problema en el criterio de redistribución del crecimiento. Lo mismo sucede con la izquierda democrática. Pero ambos grupos son pequeños y tiene poco peso. Esto quiere decir que el centro político está casi despoblado y ello lo debemos al paulatino desmantelamiento del debate político en los últimos años.

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