En los últimos años muchos científicos políticos peruanos han señalado que el fujimorismo ha pasado a una segunda etapa de su historia. La primera estaría marcada por la dictadura de los 90 y con la figura de Alberto Fujimori, mientras que la segunda lo estaría por los esfuerzos de una joven Keiko, rodeada de personas jóvenes y un equipo renovado, que estarían conduciendo al partido (por llamarlo de algún modo) a una performance democrática. Pero dicha supuesta "renovación de cuadros" es falsa, pues detrás siguen estando los mismos de siempre, como Luz Salgado, quien es actual Presidenta del Congreso y que fue una de las primeras colaboradoras de Alberto Fujimori.
Este relato que fue esgrimido en varias oportunidades por Steve Levitsky, me parece más como un anhelo que como una constatación, y que ha sido apoyada por Martín Tanaka y quienes lo copian, parece no ser tan creíble. Con excepción de algunos, como Eduardo Dargant, los científicos políticos se han empecinado en seguir afirmando que el fujimorismo se ha democratizado y que es una fuerza democrática. Incluso después de que lo hemos visto pactar con los sectores más lumpen de nuestra sociedad y de realizar una grosera política (por darle un nombre a lo que hacen) groseramente populista. Después de que los hemos visto hacer acciones ignominiosas en el intento desesperado de ganar las elecciones, como la acción de José Chlimper con los audios trucados y con la presencia de Joaquín Ramirez (investigado por la DEA).
En el caso de Chlimper, hasta la revista Semana Económica publicó un articulo titulado "''Chlimper versus Chlimper' y el lado oscuro del fujimorismo" en el que se dice textualmente:
"En ese panorama, José Chlimper se presentaba como un emblemático representante del ‘lado-no-oscuro’ del fujimorismo; uno de aquellos que constituía una influencia positiva en el entorno de la candidata presidencial.
Ha dejado de serlo, lamentablemente, dada su participación en las últimas dos semanas en el affaire Ramírez. Primero defendió al referido individuo a capa y espada, para sorpresa de muchos (sobre todo de quienes tenían una buena opinión de Chlimper), al conocerse la noticia de la supuesta investigación de la DEA. Pero lo verdaderamente grave ocurrió cuando se supo que fue el propio Chlimper quien hizo llegar a los directivos de Panamericana Televisión el audio que se adulteró con la finalidad de hacer creer que el testigo principal de la denuncia se retractaba, cuando lo cierto era exactamente lo contrario (se ratificaba). Si Chlimper tuviera sentido del humor (cosa que nunca ha demostrado tener, al menos públicamente), las explicaciones que ha dado podrían parecer un chiste. Si él entregó el audio sin adulterar, como ha declarado, ¿para qué lo hizo, si eso confirmaba la denuncia contra Ramírez? Y, en cualquier caso, ¿por qué calló ostensiblemente durante los días en que prevaleció la versión apócrifa?
SEMANA económica se considera una revista de empresarios para empresarios. Por eso celebra el aporte empresarial a la cosa pública, y repudia enérgicamente los casos aislados de representantes empresariales que desprestigian al gremio (ver Comenta el Director en SE 925, 1467, ). Hoy parece claro que si José Chlimper fue alguna vez una buena influencia para el fujimorismo, ha terminado participando de, o en el mejor de los casos avalando, sus más cuestionables prácticas, como esta grosera manipulación de la verdad. ¿Será que la figura se revirtió y el peor fujimorismo –el lado oscuro— terminó siendo una mala influencia para Chlimper?"(http://semanaeconomica.com/article/legal-y-politica/politica/189672-chlimper-versus-chlimper-y-el-lado-oscurso-del-fujimorismo/)
De esta manera, la revista empresarial, a la cual nadie podría tildar de izquierdista está deslindando del representante fujimorista y señalando con firmeza que era inaceptable lo que estaba pasando. Si dicha revista lo pudo hacer, la pregunta es ¿por qué no hacen lo mismo los científicos políticos no?
Las actitudes antidemocráticas del fujimorismo no se hicieron esperar el día 28 de julio. Antes de la toma de mando aparece un spot en la televisión en el cual Keiko Fujimori dice "convertiremos nuestras propuestas del plan de gobierno en ley". Como si fuese quien ganó las elecciones, realiza dos acciones de carácter autoritario: 1) Da un mensaje a la nación (algo que corresponde al Presidente electo) y 2) Señala que impondrá sus proyectos políticos a través de la mayoría parlamentaria.
Pero si eso fuera poco, la actitud de la bancada fujimorista dejó mucho que desear durante en momento en que Kuczynski estaba dando su primer discurso. Los fujimoristas no tuvieron la cortesía política de aplaudir el discurso, comenzando por Kenji Fujimori. Y, además, por momentos vociferaron el lema "'¡Keiko Presidenta!"Lo que Augusto Álvarez Rodrich denomina "berrinche fujimorista" debido a que perdieron las elecciones, no es sólo un berrinche. Se trata de una actitud sostenida de desprecio a los principios democráticos más sustanciales. Se trata del mismo espíritu de Martha Chávez durante el primer discurso del ex presidente Ollanta Humala. Es la actitud de quien dice "aquí ago lo que me venga en gana".
Si estas son las actitudes del fujimorismo ¿por qué los científicos políticos insisten en tildarlo como partido político democrático? No basta con decir que han sido oposición durante gobiernos democráticos, como algún analista político de corazón fujimorista ha señalado hace unos meses. El partido NAZI también fue oposición en periodos de democracia hasta que ganó las elecciones y trocó democracia por totalitarismo. Entiendo la esperanza de Levitsky de que el fujimorismo se democratice, pero no basta con tener esa esperanza para que ello se convierta en una realidad.
¿Qué tendría que pasar para que los científicos políticos señalen que el fujimorismo es antidemocrático? ¿Tal vez que ganen las elecciones e impongan un gobierno dictatorial como el de los 90?¿O den un golpe de Estado al actual presidente, como el año 92? ¿O tomen las armas e inicien la "lucha armada", como Sendero Luminoso? Una cosa es la neutralidad del análisis del científico político, que provienen de sus compromisos metodológicos, y otra el tener una actitud complaciente frente a una agrupación de mostrado talante autoritario.