En
su tratado Fundamentación para la metafísica
de las costumbres el profesor Immanuel Kant había señalado que una de las ideas centrales de la moral es
la de considerar a cada persona como un fin en sí mismo y nunca sólo como un
medio. Años más tarde, en su Doctrina de la virtud indica que cada ser humano tiene dos tipos de
deberes morales fundamentales. El deber consigo mismo consiste en buscar el propio perfeccionamiento mientras que el deber con los otros es comprometerse
con sus fines. Finalmente, en sus trabajos sobre religión (La religión dentro de los límites de la razón) presenta la idea de comunidad ética.
Estas
ideas, pensadas detenidamente, resultan fecundas para la filosofía social. La
idea de que cada persona es un fin en sí indica que no se debe instrumentalizar
al otro, sino que no puedo proyectar sobre el mis propios proyectos de vida. De
esta manera, ser un fin en sí mismo significa que cada cual tiene el derecho moral de plantearse sus propios proyectos de vida. La gran amenaza no solo se
presenta en los intentos de tratar al otro como un instrumento u objeto (como
lo que hicieron los nazis con los judíos), sino que no puedo presentarme como
el benefactor de la humanidad y plantearle los caminos "apropiados"
para desarrollarse "adecuadamente".
El
proyecto de exigirle al otro que se proponga los fines que yo considero
correcto han tenido varias expresiones en propuestas políticas. Todas estas
propuestas tienen como objetivo eliminar la diversidad de fines que las
personas pueden plantearse en la sociedad. Esta eliminación de la sociedad se
puede buscar con buena voluntad o con objetivos de someter al otro. Las políticas
desarrollistas llevadas a cabo en los años 70 estaban inspiradas en la creencia
que desde el Estado se podía conducir a los ciudadanos hacia los fines
correctos. Desde la caída del Muro de Berlín, se ha reactualizado esta actitud,
pero esta vez no se plantean desde el Estado, sino desde agentes específicos de
la sociedad. El proyecto neoliberal
llevado adelante por los agentes dominantes en el mercado consideran que
saben cuáles son los fines que los ciudadanos deben plantearse como objetivos
de vida. La arena social en la que se expresan con mayor claridad estos
proyectos es la educación, porque esta es la que se figura como la que modela
los anhelos de las personas bajo la formación de emprendedores.
Todos
estos proyectos, tanto en el ámbito interpersonal como en el social y político, se presentan señalando que se tiene un
supuesto conocimiento metafísico, como la idea de naturaleza humana. Lo que es
claro es que quien afirma conocer la naturaleza humana o la estructura metafísica
del mundo o está confundido o está mintiendo. Es por ello que la actitud crítica
que Kant desarrollo en su filosofía, es sumamente productiva para cuestionar
los proyectos que amenazan la democracia.
El
proyecto neoliberal parte de una concepción metafísica del mundo, la sociedad y
las personas. En nombre de ese supuesto conocimiento proceden a imponer un
modelo de vida homogeneizarte. Dicha metafísica señala, entre otras cosas, que las personas son competitivas y libres
por naturaleza. De esta manera, el libre mercado resulta ser la estructura
social idónea para que ellas desarrollen su finalidad adecuadamente (de acuerdo
a lo que los neoliberales consideran que es la finalidad de todo ser humano, es
decir, ser emprendedor). Dicha finalidad es la de todo ser humano en general y
la idea de libertad que se utiliza como punta de lanza de dicho proyecto tiene
una extraña cualidad. El neoliberalismo supone que si se deja a las personas
elegir libremente, estas escogerán el modelo de vida que los neoliberales les
plantean (y si no lo hicieren, se trataría de personas que están profundamente
equivocadas por distorsiones mentales o ideológicas). Esta idea no debe
sorprender, pues estos pensadores suponen tener un conocimiento tal de la
naturaleza humana de la que se deduce que las personas en condiciones de
libertad erigirán este y no otro proyecto. Lo mismo sucede con los defensores
de un proyecto religioso de la sociedad o de los defensores del desarrollismo o
los seguidores de Lenin. Todos ellos derivan un proyecto de vida y de sociedad homogénea
partiendo de una concepción metafísica del mundo y de la idea de una imagen de
vida buena. Tanto Sendero Luminoso como los activistas pro-vida creen conocer
la naturaleza de las cosas. Lo mismo ha sucedido con los dos proyectos que se
dieron la posta en América Latina, el desarrollismo y el neoliberalismo.
Pero
este paso del desarrollismo al neoliberalismo se ha dado manteniendo una idea
invariable. El neoliberalismo continua el proyecto desarrollista pasando del
desarrollo de la sociedad al desarrollo del mercado. Para ello, es necesario
que el mercado no solo tome el lugar de la sociedad, sino que se la engulla. Así,
el proyecto supone pasar de una sociedad democrática que incorpora un libre
mercado a una sociedad de mercado. Además, ambos proyectos comparten otra idea,
aquella según la cual para alcanzar el desarrollo hay que bloquear la
democracia. Para ambos proyectos la democracia es mala porque supone la participación
de las personas en la articulación del camino político que debe tomar la
sociedad. Pues, una cosa es presentarle un camino previamente diseñado a los
ciudadano y otra dejar que ellos lo diseñen
a través de un debate basado en razones.
Es
por eso que la agenda política debe girar de la idea del desarrollo a la idea
de democratización. En dicho giro lo que se juega es el aislamiento que se
puede imponer al poder factico de dinero respecto de la toma de decisiones políticas.
El incremento de dicho aislamiento es un indicador importante, claro que no el único,
de democratización. Ahora bien, como el proyecto de democratización representa
una tarea en la que siempre habrá que profundizar y cuidar frente a los
retrocesos, el mismo proyecto se presenta como una de las ideas fecundas del
viejo Kant, la de la comunidad ética. Lo que Kant denomina comunidad ética es
una sociedad en la que la exigencia de tratar a cada cual como un fin en sí
mismo y no solo como un medio se va realizando en las relaciones que la gente
va estableciendo en la sociedad. En este sentido, se trata del establecimiento, dentro de la sociedad, de relaciones entre las personas que conduzcan a mayores márgenes de emancipación de los poderes fácticos
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