Este 15 de febrero se conmemora un año más de la muerte de María Elena Moyano. Quien tuviera el valor de enfrentarse a Sendero Luminoso, organizando política y socialmente a la población, fue acribillada y su cuerpo dinamitado por el grupo terrorista en 1992. Su actividad, como dirigente de izquierda, fue fundamental para impedir que SL ingresara en Villa el Salvador. De hecho, los adversarios más odiados por el grupo dirigido por Abismal Guzmán eran los grupos de izquierda, quienes organizaban a la población de tal manera que impedían el avance de su estrategia. Esta constatación va a contracorriente de la opinión difundida por la derecha radical en este país que ha buscado asociar a la izquierda con SL, a fin de desacreditar todo movimiento de izquierda.
Lamentablemente, durante muchos años su hermana Martha Moyano utilizó su imagen para poder escalar políticamente en las filas del Fujimorismo, agrupación política que Maria Elena combatió constantemente, en tanto dirigente de izquierda. Ciertamente, uno no es necesariamente culpable de la bajeza moral de sus hermanos.
Sendero Luminoso mantiene una comprensión extraña del marxismo, que una lectura más detenida del pensador alemán podría poner en jaque. De acuerdo a esta lectura, la historia tiene un desarrollo a través de la lucha de clases, de tal manera que en cada estadío de desarrollo de la sociedad ésta se encontrará dividida en dos clases que se encontraran enfrentadas. No es ni la voluntad de las personas, ni las decisiones tomadas por los líderes de los partidos los que determinan la lucha entre las clases. Lo determinante es la historia y las condiciones estructurales de la sociedad, de tal manera que si en ese proceso una persona mata a otra, la responsabilidad de ese asesinato no recae en quien mata, sino en el devenir de la historia y en las condiciones de la estructura de la sociedad. El que mata no tiene responsabilidad, y tampoco el asesinado la tendría. Este último tuvo simplemente la mala suerte de estar ubicado en un lado de la estructura de la sociedad que no le favoreció.
Si esto es así, la responsabilidad humana desaparece por completo y las personas son simplemente de un dios extraño que sería el devenir de la historia. Es por ello que, en la actualidad SL esté pidiendo amnistía, Aunque dicho pedido es extraño, si asumimos las premisas de su propio razonamiento. La amnistía supone borrar la culpa de la persona amnistiada por medio de una política de olvido. Pero si la historia y las estructuras sociales, pero no la persona, son las causantes de las muertes de las personas, ¿por qué habría que borrar la culpa de una persona si no tiene absolutamente responsabilidad por lo que el titiritero de la historia ha hecho a través de ella? Es como si alguien matara a una persona a través de un revolver, y metiésemos a la cárcel al revolver y no a la persona que lo usó. En esta lectura bizarra de Marx, no abría a quien responsabilizar por lo que sucedió, pues cada cual, incluso los efectivos de las fuerzas del orden que violaron derechos humanos, se encontraban conducidos por la mano de la historia. Este reduccionismo social, que elimina la responsabilidad de las personas es extraño incluso al pensamiento de Marx. Es como pensar que cuando se dinamitó el cuerpo de Maria Elena Moyano, quienes hicieron no actuaron con extrema crueldad y no fueron responsables por dejarse llevar por su odio extremo, al igual que cuanbdo su hermana Martha, al irse tras las filas del dictador Fujimori no tuviese la responsabilidad por utilizar el nombre de su hermana para un fin torcido y moralmente cuestionable.
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