domingo, 9 de febrero de 2014

La formación del juicio y del discernimiento crítico. (Tercera Parte)



Dentro de este proceso los estudiantes no van asumiendo valores externos, sino que van construyendo criterios internos que les permiten juzgar críticamente las diferentes jerarquías de valores morales que se les ofrece. Esto les resulta ser mucho más provechoso para sus vidas puesto que la sociedad tiende a bombardearlos con listas antagónicas de valores. En vez de indicarles cuál de las listas valorativas deben asumir, los maestros han de ayudarles a formarse sus propios criterios de juicio moral.
El criterio de juicio moral opera como instancia crítica que permite al alumno ejercer el discernimiento. Éste es una instancia interna a la subjetividad que se va consolidando conforme la persona es capaz de explorar, gracias a la experiencia y al diálogo con otros, su identidad. El fortalecimiento de la capacidad de discernimiento moral cuenta además con una ventaja adicional. Cuando el compromiso con un bien moral no es fruto de un discernimiento y una búsqueda que parte de la propia experiencia del alumno, lo que se tiene es un vínculo externo y artificial con ciertos valores. En cambio, cuando la orientación moral brota de una búsqueda en la propia experiencia, el vínculo moral es más vigoroso y natural.
Así, la pregunta a la que debe responder la educación  moral no es “¿cómo han de interiorizar los individuos estos valores morales?”, sino esta otra “¿cómo han de orientarse los individuos ante la diversidad de jerarquías de valores morales que se le proponen?”. Inmanuel Kant, escribió un opúsculo  titulado ¿Qué significa orientarse en el pensamiento?[1] En él señaló que orientarse en el pensamiento es como orientarse espacialmente. Lo primero que tiene que hacerse es saber cuál es su mano derecha y cuál es su izquierda y a partir de esta diferenciación interna puede ubicarse conforme a lo que se encuentra a su derecha y a su izquierda. Por ejemplo, llegamos a una dirección que apenas conocemos sabiendo, después de tantas esquinas hemos de doblar hacia la izquierda y después a la derecha. La derecha y la izquierda son referentes subjetivos, internos, porque corresponden a mis dos lados. Lo mismo sucede con la orientación moral. Es a partir de la consolidación de un referente interno, subjetivo, es decir, un criterio, puedo orientarme, saber qué ofertas morales se encuentran a la izquierda y a la derecha. Con ello puedo ejercer un discernimiento moral crítico.



[1] ¿Qué significa orientarse en el pensamiento?, en: KANT, Inmanuel, En defensa de la ilustración, Barcelona: Alba Editorial, 1999.

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