Dentro de este proceso los estudiantes no van asumiendo
valores externos, sino que van construyendo criterios internos que les permiten
juzgar críticamente las diferentes jerarquías de valores morales que se les
ofrece. Esto les resulta ser mucho más provechoso para sus vidas puesto que la
sociedad tiende a bombardearlos con listas antagónicas de valores. En vez de
indicarles cuál de las listas valorativas deben asumir, los maestros han de
ayudarles a formarse sus propios criterios de juicio moral.
El criterio de juicio moral opera como instancia crítica
que permite al alumno ejercer el discernimiento. Éste es una instancia interna
a la subjetividad que se va consolidando conforme la persona es capaz de
explorar, gracias a la experiencia y al diálogo con otros, su identidad. El
fortalecimiento de la capacidad de discernimiento moral cuenta además con una
ventaja adicional. Cuando el compromiso con un bien moral no es fruto de un
discernimiento y una búsqueda que parte de la propia experiencia del alumno, lo
que se tiene es un vínculo externo y artificial con ciertos valores. En cambio,
cuando la orientación moral brota de una búsqueda en la propia experiencia, el
vínculo moral es más vigoroso y natural.
Así, la pregunta a la que debe responder la educación moral no es “¿cómo han de interiorizar los
individuos estos valores morales?”, sino esta otra “¿cómo han de
orientarse los individuos ante la diversidad de jerarquías de valores morales
que se le proponen?”. Inmanuel Kant, escribió un opúsculo titulado ¿Qué significa orientarse en el
pensamiento?[1] En él
señaló que orientarse en el pensamiento es como orientarse espacialmente. Lo
primero que tiene que hacerse es saber cuál es su mano derecha y cuál es su
izquierda y a partir de esta diferenciación interna puede ubicarse conforme a
lo que se encuentra a su derecha y a su izquierda. Por ejemplo, llegamos a una
dirección que apenas conocemos sabiendo, después de tantas esquinas hemos de
doblar hacia la izquierda y después a la derecha. La derecha y la izquierda son
referentes subjetivos, internos, porque corresponden a mis dos lados. Lo
mismo sucede con la orientación moral. Es a partir de la consolidación de un
referente interno, subjetivo, es decir, un criterio, puedo orientarme, saber
qué ofertas morales se encuentran a la izquierda y a la derecha. Con ello puedo
ejercer un discernimiento moral crítico.
[1] ¿Qué significa
orientarse en el pensamiento?, en: KANT, Inmanuel, En defensa de la
ilustración, Barcelona: Alba Editorial, 1999.
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