sábado, 25 de agosto de 2012

LA VIGENCIA SOCIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA ESCENA PERUANA RECIENTE (SEGUNDA PARTE)


2.- Los intereses de los grandes capitales nacionales

             Otro elemento que contribuye al rechazo a los derechos humanos es el convencimiento de la población de que los intereses de los grandes capitales nacionales son sinónimo de los intereses del país en su conjunto. La estrategia para llevar a cabo este convencimiento se llevó a cabo de un razonamiento falaz según el cual la satisfacción de los intereses económicos de las grandes empresas va a generar un efecto de crecimiento del resto de la población por medio del empleo y los otros mecanismos de “chorreo económico”. El slogan era el siguiente: “si las grandes corporaciones familiares se enriquecen, se enriquece todo el país”, de tal manera el Perú avanzaría si los intereses de los grades capitalistas nacionales lo hace.

            Esta acción fue desplegada desde la década de los 90 y continúa desarrollándose incluso en nuestros días.  Ella encontró su respaldo jurídico en la controversial Constitución de 1993. En dicha Constitución se vulneran los derechos económicos sociales y culturales, que son un conjunto de derechos importantes de los derechos humanos. Ello se realiza en dos apartados centrales de la Constitución: en el dedicado a los Derechos Fundamentales y en el Capítulo Económico. Respecto de la sección dedicada a los Derechos Fundamentales, se ha realizado un importante ataque contra los derechos económicos y sociales, dando primacía a los derechos civiles y políticos; y en el capítulo económico se ha vulnerado los derechos por medio de una extrema flexibilización de las normas laborales.

            Los grandes capitalistas nacionales han conseguido ganar terreno en su lucha en contra de los derechos humanos en el país por medio de tres estrategias sumamente efectivas: a) su participación directa en el gobierno, b) la propaganda a favor de sus intereses, por medio de los medios y la prensa, y c) construyendo el discurso del “sujeto empresario”. Por medio del fenómeno que los sociólogos llaman “las puertas giratorias” los grandes empresarios han pasado del mundo empresarial al gobierno, como asesores,  ministros, u ocupando otros puestos claves a fin de ajustar la legislación en dirección a sus intereses empresariales. Pero, además a través de los medios de comunicación han conseguido una amplia plataforma de propaganda que difunda la idea de que la defensa de sus intereses económicos es sinónimo de los intereses del país; y junto con ello han tenido un ejército de periodistas que han repetido argumentaciones en defensa de los intereses de las grandes empresas, periodistas que se han opuesto reiteradamente a la regulación del mercado de trabajo, entro otras cosas[1]. Junto con estos dos políticas,  las grandes empresas han construido el discurso o constructo del “sujeto empresario”, según el cual el Perú es un país de empresarios.

Dicho constructo se ha producido sobre la base de una constatación empírica innegable, a saber, la consolidación de un sector de la clase media que dedicándose a los negocios ha ido prosperando. Pero sobre la base de esa constatación, se ha construido un discurso tendencioso añadiendo a esos elementos constatables a) la idea de que ese sector representa a toda la clase media, de manera que no existirían ni profesionales, ni empleados privados ni empleados públicos, b) que esos sectores pujantes podrán con constituirse todas en grandes empresas y no serán estranguladas por créditos bancarios desregulados jurídicamente, y c) que los grandes capitalistas les permitirán que crezcan lo suficiente hasta que se conviertan en potencias económicas que atenten contra sus intereses. Lo cierto es que los grandes capitales tiene tanto poder económico e injerencia política que jamás permitirán que las pequeñas y medianas empresas crezcan los suficiente hasta hacerles competencia.

A través de estas tres estrategias las grandes empresas en el Perú han realizado un ataque frontal contra los derechos humanos en dos frentes. El primero lo constituye el de la vulneración directa de los derechos, especialmente los sociales y económicos, mientras que el segundo frente es el de hacer propaganda indirecta contra los derechos y la democracia a través de los medios de comunicación.  

 
3.- Educación de carácter autoritaria


            El carácter autoritario de la educación en el Perú es otros de los factores que permiten explicar la poca vigencia social de los derechos humanos en el Perú de nuestros días. En todos los niveles de la educación se ha instaurado un acento autoritario debido a diferentes factores. Entre ellos destacan a) las dinámicas autoritarias que se fomentan en los centros de enseñanza, b) la formación de sujetos para el mercado más que formación de ciudadanos para la democracia, c) la enseñanza militarizada de la historia nacional, y d) la educación en  los valores domésticos de la cultura dominante.

            Lo que tanto niños como adolescentes aprenden más rápidamente son las actitudes que tienen las personas en el centro educativo. Si los profesores dentro del aula generan relaciones autoritarias, donde el debate, la discusión de ideas y la libertad para pensar diferente están bloqueados, los alumnos aprenderán actitudes autoritarias aunque la clase verse sobre democracia y no valorarán los derechos humanos, aunque el curso trate de ellos. Si el profesor no guarda el debido respeto para con los alumnas y alumnas, o permite que entre estudiantes no se cultive el respeto y la tolerancia, entonces el aula se convierte en un espacio de formación de personas intolerantes, autoritarias y adherentes a sistemas políticos autoritarios. Si el mismo profesor se encuentra inserto en un sistema de relaciones dentro de la escuela o la universidad en el que predomina el trato directivo y autoritario de parte de las autoridades (ya sea el director del colegio, el jefe de departamento, el decano o el rector de la universidad), la institución transmite a los alumnos el mensaje de que cree más en relaciones  autoritarias que en democráticas y basadas en el respeto a los derechos humanos. En aquellas instituciones donde las relaciones entre los docentes y las autoridades están mediadas por prácticas corruptas (ascensos que no respetan reglas universalmente aceptadas y reconocidas como válidas) o en aquellas donde existen prácticas de malversación de fondos, o negociación pecuniaria o sexual  de la nota, en tales instituciones los estudiantes no aprenden a valorar la democracia ni los derechos humanos. Por desgracia, todas estas prácticas son reiteradas en muchas escuelas, institutos técnicos y universidades del país, de tal manera que se convierten en instituciones donde se inculca el autoritarismo y el desprecio por los derechos del otro[2].

            Pero, además, las escuelas, los institutos técnicos y las universidades se han convertido en centros de formación de agentes funcionales al mercado y al sistema mercantil. El mensaje fundamental que transmiten es que forman a sujetos para que ganen dinero, sin importar si respetan las reglas de juego democrático y los derechos humanos, donde las artes y las humanidades están siendo arrinconadas cada vez más, porque se les consideran disciplinas no lucrativas. Esto resulta sumamente pernicioso para consolidar una democracia donde los derechos humanos adquieran vigencia social[3]. Las mismas universidades se han convertido en empresas con fines de lucro, lo que hace que el poder del dinero penetre la institución universitaria y desnaturalice su dinámica interna. De esta manera, la universidad deja de ser un centro de debate y discusión de ideas, para imponer sólo aquellas creencias que son funcionales a la dinámica del mercado[4].

            Por otro lado, el hecho de que la historia del Perú se enseñe desde el punto de vista de los héroes militares y no desde héroes civiles o los héroes de la pluma indica que las virtudes que se intentan inculcar en los estudiantes son las de los institutos castrenses, virtudes que destacan la lealtad antes que la libertad, la valentía antes que la tolerancia. Si bien la lealtad y la valentía son virtudes deseables, cuando se colocan por encima de la tolerancia y la libertad terminan fomentando sociedades autoritarias y no democráticas, sociedades en las que los derechos humanos no son valorados suficientemente. Pero, además, la escuela y la universidad se convierten en centros de de formación de valores de una cultura dominante en una sociedad multicultural como la peruana. De esta manera, la escuela y la universidad peruana suele fomentar la formación en valores domésticos, donde tales valores son los valores católicos tal como lo entienden los sectores del catolicismo más radical e intransigente. Dicha “formación en valores domésticos” suele imponer una escala de valores sobre la escala de valores de los mismos estudiantes, con lo que transmiten el mensaje de que la cultura del catolicismo radical es superior la propia cultura de los alumnos y alumnas[5].  

            La educación de naturaleza autoritaria que se imparte en la escuela y en las universidades sirve de plataforma adecuada para la injerencia de Sendero Luminoso en la mente de los jóvenes. Es por esa razón que muchos jóvenes en la actualidad adhieren al Movadef, y consideran que Abimael Guzmán debe ser amnistiado además de que consideran que su prédica  y actuar terroristas son loables.   Al igual que en la década de los 70, Sendero utiliza los espacios donde la educación autoritaria se entrelaza con el descontento social a fin de adoctrinar a jóvenes con su prédica de odio[6]. Es por esa razón que esta educación autoritaria no sólo es adversa a los derechos humanos sino que resulta ser sumamente peligrosa para el presente y el futuro del país.  La algarabía y la autocomplacencia  de los sectores empresariales están conduciendo al arrinconamiento de la agenda de derechos humanos en muchos sectores de la política nacional, espacialmente política educativa, cosa que resulta ser no sólo una vergüenza sino además sumamente peligroso. El ataque sistemático a las organizaciones defensoras de los derechos humanos, especialmente a la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos tiene una perversa conexión con el fortalecimiento de presencia del extremismo senderista, tanto a través de la política, con el Movadef, como a través del sector educación, a través del SUTEP-CONARE.   



[1] Respecto a esto, podemos observar la conducta de tres periodistas políticos emblemáticos que se encontraban vinculados a “El Grupo El Comercio”: Jaime de Althaus y Rosa María Palacios. El primero permaneció con su programa en el Canal N porque es un abanderado de la política neoliberal que defiende los intereses de la gran empresa privada y ataca a todos sus adversarios. De Althaus fue un defensor acérrimo de Keiko Fujimori en la última campaña electoral, por lo que mantiene un lugar preferencial en el canal n y en el diario “El Comercio”. Cosa distinta sucedió con Rosa María Palacios, quien durante los 90 gozó de una buena posición en los medios mientras periodistas adversos al régimen de Alberto Fujimori, como Gorriti fueron hostigados por el fujimontesinismo. Sin embargo, la periodista y su programa Prensa Libre fueron retirados del aire en América Televisión (canal en el que “El Grupo El Comercio” tiene una alta cuota de poder) por no alinearse con la candidata Fujimori. Y no era el caso de que la mencionada periodista se haya convertido al izquierdismo o al humalismo, pues sus críticas al programa de Gana Perú fueron fuertes. Ella simplemente mantuvo si independencia. Un tercer caso es el de Jaime Bayly, quien fue contratado expresamente por América Televisión para demoler la candidatura de Ollanta Humala, teniendo en cuenta que consiguió mellar profundamente la candidatura de Flores a la alcaldía, pero como en esta segunda oportunidad era evidende que lo que Bayly hacía tenía una motivación pecuniaria más que una convicción política y/o moral, la estrategia no surtió efecto, pues el rating de su programa era bastante bajo.
[2] En relación al autoritarismo en las escuelas Cf. NUGENT,  Guillermo; El orden tutelar: sobre las formas de autoridad en América Latina, Lima: Desco, 2010.
[3] Este fenómeno no sólo sucede en el Perú, sino que tiene una gran presencia en muchos países del mundo. Al respecto puede tomarse nota de la retórica del periodista argentino del The Miami Herald, Andrés Oppenheimer, quien en reiteradas publicaciones afirma que la educación primaria, secundaria, terciaria y universitaria debe dirigirse a la instrucción técnica y científica, y alejarse de las humanidades, especialmente de la historia. Sobre lo pernicioso de esa retórica y del desmedro de las artes  y las humanidades en la educación Cf. NUSSBAUM, Martha; Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, Buenos Aires: Katz Editores, 2010.  
[4] La tendencia, en este sentido, es a intentar expulsar la discusión política de las universidades a fin de convertirlas no en un centro de formación política democrática, sino en lugares de adoctrinamiento político donde no se toleren ideas diferentes a las fomentadas por los dueños. La universidad deviene en un centro de formación para la política democrática cuando los estudiantes aprenden a debatir respecto de ideas políticas y cultivan el debido respeto y tolerancia frente a las ideas políticas diferentes. En cambio, las universidades devienen en centros de adoctrinamiento político cuando el debate de ideas es eliminado y los cursos se orientan a reforzar determinadas creencias políticas. En sintomático que en la campaña para la primera vuela, el candidato de la Alianza para el Gran Cambio haya señalado que a las universidades se debe ir para estudiar y no para hacer política, es decir, que el proyecto político que dicho candidato tenía incluía el que las universidades peruanas se conviertan en centro de adoctrinamiento político.
[5] Al respecto Cf. GAMIO, Gonzalo; Racionalidad y conflicto ético, Lima: CEP, 2007. Además, CAVIGLIA, Alessandro; Autonomía universitaria y calidad de la enseñanza en: Revista Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón, n° XVI, Enero-Diciembre 2010.
[6] Cf. PORTOCARRERO, Gonzalo; Profetas del odio. Raíces culturales y líderes de Sendero Luminoso, Lima: PUCP, 2012.

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