La encíclica Laudato si' del papa Francisco ha encendido la furia de la derecha conservadora a lo largo y ancho del mundo. Tanto la derecha fuera de la Iglesia, como la derecha dentro de la misma se han venido sintiendo incómodas con el Papa actual. Y es que, durante el largo periodo representado por los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, la derecha conservadora se ha sentido holgada y sumamente cómoda con lo que venía de Vaticano. Si bien, los pontífices anteriores renunciaron la pobreza y mostraros preocupación por el medioambiente, afinaron sus punterías a cuestiones de orden moral para hacer que el pensamiento conservador aparezca en primer lugar en la retórica de las autoridades de la Iglesia. En cambio, Francisco decide señalar con claridad que el problema ecológico que enfrentamos con angustia es responsabilidad de los propulsores del neoliberalismo, de los gobiernos y de los políticos. La dirección del pensamiento del Papa actual no ha sentado bien a la derecha conservadora por atreverse a cuestionar los pilares del su poder de manera abierta.
La derecha conservadora fuera de la Iglesia ya habían declarado su enemistad cuando los grupos conservadores tildaron de "papa marxista" a Francisco por haber declarado mártir a monseñor Oscar Romero. Claro que las posiciones que tomó Francisco respeto del aborto, de los gays y del capitalismo salvaje no les hizo mucha gracia. Pero, a raíz de la publicación de la encíclica, la respuesta furibunda de parte de Jeb Bush - el nuevo representante de dinastía Bush- no presenta ambigüedades. Cuando el político del partido republicano declara abiertamente: "espero que el cura de mi parroquia no me castigue por decir esto, pero no tomo mis políticas económicas de mis obispos, cardenales o de mi Papa". Además hay que señalar que la expresión "mis" para referirse a los obispos, los cardenales o al Papa de la Iglesia expresa un mensaje inconsciente que equipara a estas autoridades de la Iglesia con "mi secretario de campaña".
La derecha conservadora al interior de la Iglesia tampoco está contenta con el Papa actual. Desde su combate frontal contra la corrupción eclesial hasta sus posiciones sobre temas controvertidos, Francisco se muestra como humo en los ojos de los conservadores dentro de la Iglesia. Al definir sus posiciones sobre dichos asuntos y al darle cabida a teólogos como Gustavo Gutiérrez y valorar a teologías como la Teología de la Liberación, el Papa actual está dando un giro frente a sus predecesores, que más bien marginaron a la Teología de la liberación. Esto hizo que los conservadores dentro de la Iglesia comenzaran a manifestar su desacuerdo de manera soterrada. Por ejemplo, a través de artículos web titulados "Este Papa no nos gusta" (http://in-exspectatione.blogspot.com/2013/10/este-papa-no-nos-gusta.html), o la acusación que ACIPRENSA hace a la Teología de la liberación de ser una creación de la KGB (https://www.aciprensa.com/noticias/ex-espia-de-la-union-sovietica-nosotros-creamos-la-teologia-de-la-liberacion-45686/). Esto evidencia que los sectores conservadores dentro de la Iglesia entán comenzando a sentir urticaria frente a Francisco.
Es obvio que la derecha conservadora dentro y fuera de la Iglesia está esperando que a Francisco le llegue su hora, pues lo que no le perdonan es que este pontífice esté echando a rodar las consecuencias del Concilio Vaticano II, cuya potencia cuestionadora había sido neutralizada durante las últimas décadas. Pero lo que ha fastidiado profundamente a los conservadores dentro y fuera de la iglesia han sido las tesis fuertes que se desarrollan en Laudato si'. Dichas tesis han sido sintetizadas de manera magistral por el diario El País de España:
1.-Este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos
2.- Conviene evitar una concepción mágica del mercado
3.- La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto el derecho a la propiedad privada
4.- Lama la atención la debilidad de la política internacional
5.- El gemido de la hermana Tierra se une al gemido de los abandonados del mundo
6.- Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial
7.- La tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes - sobre todo el carbón, pero aún el petróleo y , en menor medida, el gas - necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora
Estas tesis levantan el dedo directamente sobre la política de los defensores del neoliberalismo. Es por ello que Jeb Bush cuestiona que las declaraciones del Papa "tengan un efecto en el ámbito político". Dicha reacción indica con claridad que las tesis centrales de la encíclica ponen el dedo en la llaga. Pero, además, la afirmación de Bush supone que la religión y la política deben ir separadas. Dicho supuesto es cuestionable y se basa en una deficiente interpretación del pasaje bíblico que señala que hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Esta interpretación señala que la defensa de los derechos de todos, el reclamo contra las violaciones de los derechos humanos de la población mundial que el sistema económico propina por medio de sus agentes, que los reclamos contra los abusos y la exigencia de la justicia no es algo "de Dios".
Además, la encíclica señala con claridad que las razones del cambio climático se encuentran en la actividad extractiva y la polución generada por el modelo energético impuesto por la derecha. Esta es otra de las razones por las que los agentes de la derecha conservadora han levantado la voz contra el texto. Según ellos, la explicación "científica" respecto del cambio climático no involucra al modelo económico imperante. Por ello, acusan al Papa de entrometerse indebidamente en política sino también en la investigación científica. Pero el hecho es que las investigaciones que defienden la posición conservadora tiene una base débil frente a la que apoya la posición que Francisco asume.
Hay una última cosa que tampoco gustará a los conservadores, el que la misma encíclica tenga un título que esté en latín, sino en italiano arcaico. Esto, debido a que el uso del latín dentro de la Iglesia es un baluarte de la Iglesia conservadora. No existe ninguna otra encíclica que no use el latín en su título. Esto muestra que desde el título, Francisco pensaba ya un cuestionamiento a los conservadores.
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