viernes, 27 de junio de 2008

Justificación liberal de los Derechos Humanos (segunda parte).

Si es correcta esta asociación entre los procesos socio-históricos y la justificación filosófica, vale la pena revisar el proceso dado en Europa para ver si pueden ayudarnos a esclarecer el nuestro. En Europa el proceso histórico que da origen a los derechos humanos corre a la par que aquél que del que brota el liberalismo. Se trata del surgimiento del pluralismo respecto de las visiones del mundo fruto de la reforma protestante y la traumática experiencia que significó las guerras de religiones.

La guerras de religiones en Europa a partir del siglo XVI significó una experiencia que llevó a los europeos a una reflexión social importante. Tal reflexión fue conceptualizada y sintetizada por John Locke, quien, en el siglo XVII hizo dos aclaraciones altamente pertinentes. La primera era respecto de la naturaleza del propio cristianismo, según la cual el cristianismo es una religión del amor y la compasión, y en tal sentido resulta inconsecuente con él la actitud que han asumido las diferentes Iglesias autodenominadas cristianas de perseguirse mutuamente y matarse entre los mismos cristianos, por razones de orden doctrinal. La segunda intuición va dirigida a la naturaleza de la esfera política. La política tiene que permitir la convivencia pacífica en la misma sociedad de personas que abrazan diferentes versiones del cristianismo. En ese sentido se volvía necesaria la separación de la esfera política y la esfera religiosa, de modo que el monarca no deba imponer su credo sobre los súbditos. Esta separación de esferas surge de un consenso entre los europeos respecto de que las guerras resultan ser un mal que hay que evitar a causa del daño que generan en la sociedad y en las personas.

La misma separación entre la política y la religión trae consigo un proceso de racionalización del porqué la personas son dignas y merecen respecto. Antes se justificaba esa dignidad sobre la base de un argumento de orden religioso. Puesto que las personas son hijas de Dios – se decía- merecen respeto y son dignas. En cambio, en la modernidad se señala que es a causa de ser sujetos autónomos y de derecho que merecen el reconocimiento recíproco de su dignidad.

Con el tiempo surgen, al interior de las sociedades burguesas, reivindicaciones de derechos sociales, económicos y culturales que complementan los ideales y las aspiraciones de las sociedades occidentales. Ciertamente, estos últimos no son tomados tan en serio por ciertos denominados liberales (seguidores de Friedrich von Hayek), quienes enfatizan la libertad de empresa frente al derecho al trabajo y al derecho al trabajo digno (se trata de supuestos liberales que en nuestro medio preconizan la libertad de libre empresa, las desregulación de los contratos laborales, el fomento de las inversiones de manera incondicional, la aceptación ciega de los tratados de libre comercio, así como la intervención del Estado para contener y sofocar por la fuerza los movimientos de descontento social fruto de las situaciones oscuras respecto de los contratos minero a lo largo del territorio nacional). Estos pseudos liberales son los que viven la euforia del crecimiento de las cifras macroeconómicas que la situación favorable en la economía nacional está procurando. Con el fin de la guerra fría y el advenimiento de los pueblos en la escena internacional, también los derecho culturales han adquirido una relevancia en el seno de los derechos humanos. Pero los derechos humanos han comenzado a servir como puntos de referencia para evaluar la legitimidad de los Estado al interior del derecho internacional[1].

[1] Cf. RAWLS, John, El derecho de gentes y “una revisión de la idea de razón pública”, Barcelona-Buenos Aires-México: Paidos, 2001. Además, BUCHANAN, Allen; Recognitional Legatimacy and the State System, en: Philosophy and Publics Affair, 28, # 1, 1999. Pp.46 – 78. Además, The International Legitimacy of Humanitarian Intervention, en: The Jounal on Political Philosophy, 7, # 1, 1999. Pp. 71-87, y NATICCHIA, Chris; Recognition and Legitimacy: A riply to Buchanan, en: Philosophy and Publics Affair, 28, # 2, 2000. Pp. 242-257.


4 comentarios:

Christian dijo...

Razones pragmático-políticas también se pueden señalar para la existencia del estado de excepción y de las decisiones llamadas a enfrentarlas (considerándolo desde una visión amplia en el que no sólo se restringen derechos sino que incluso se los puede suspender). Hasta antes de la segunda guerra mundial existía una visión de ese tipo. Con la actual "guerra contra el terrorismo" se ha vuelto a recrear una visión de ese tipo (basta con chequear la legislación estadounidense y la europea de estos últimos siete años, perteneciente a países de "sociedades plurales y libres"). Ello no significa que me remito exclusivamente a la legislación para sustentar la existencia de "intuiciones sociales" a favor de un estado de excepción concebido ampliamente, sino que su vigencia no es sólo jurídica sino social, de modo tal que sin una "intuición" de este tipo no se podría tener una explicación completa de la permanencia de su concepción a través del tiempo para hacer frente a situaciones de connotaciones existenciales para el Estado. Una situación de excepción amplia cuestiona ese mínimo moral que se supone existe en todas las culturas y que sustentaría la existencia de los Derechos Humanos. Frente al estado de excepción, en todo su terrible esplendor, se ve, precisamente, como los Derechos Humanos pueden devenir en obstáculos para la restauración de la paz y de la convivencia social.

César Higa Silva dijo...

Hola:
no estoy seguro que la argumentación histórica pueda servir como justificación de los derechos humanos. Lo que si creo es que pueda explicar porque apareció la reflexión sobre los derechos humanos y se volvió un tema sobre el cual los filósofos y juristan han empezado a reflexionar, mas no veo cómo, primero, lógicamente y después valorativamente pueda la historia servir como justificación de los derechos humanos.
La historia es un argumento fáctico vinculado al ser, a como son o sucedieron las cosas, mientras que los derechos humanos está referido al deber ser, a cómo deben ser tratados los seres humanos. Yo considero que un argumento fáctico no puede sustentar un argumento de deontólogico o valorativo.
La historia no me parece un buen camino para justificar los derechos humanos.
De otro lado, el argumento prágmatico me parece un mejor camino, pero dirigido a evaluar la validez de mi teoría, esto es, para ver si estoy dispuesto a aceptar las consecuencias que puede acarrear mi teoría, lo cual luego me puede permitir matizarla, cambiar algunos aspectos, etc. Pero creo que todavía no pueden servir como fundamento de mi argumentación.
saludos,
César

Víctor Samuel Rivera dijo...

De acuerdo enteramente con Christian y César. Los argumentos de Christian confirman lo afirmado por César. Los argumentos pragmatistas son epistemológicamente neutrales, esto es, son favorabvles a una u otra postura sobre la base factual de la adherencia a una narrativa, un concepto que es valorativamente vacío, lo que vale tanto para los estados de excepción que ven en la creencia metafísica en "derechos" un obstáculo, como para justificar la ideología de un Estado liberal en situación "normal". En realidad, un argumento pragmatista es ningún argumento. Es sólo la reiteración retórica de creencias previamente aceptadas como "verdaderas" o "incuestionables".

Alessandro Caviglia Marconi dijo...

Estimados,

Estiendo su punto de vista sobre el pragmatismo y el historicismo.

Si se dicen que los argumentos pragmatistas son neutrales, quieren decir que no necesariamente se comprometen con el pensamiento reaccionario. Ha habido una discusión sobre ese asunto, pero John Dewey es claro en su defensa de la democracia, y Rorty también. Lo que tienen que hecer Uds,. es rebatirlos a ambos, y es algo que no he visto aún que se haya realizado con eficacia.

Si algunos reaccionarios han instrumentalizado el pragmatismo, es como el caso de los senderistas que hacen lo mismo con la democracia. La pregunta es ¡es el pragmatismo neutral? ¿o es que acaso se está instrumebtalizando?

Quienes acusan al pragmatismo de una posición simplemente historicista, creo que están simplemente rascando donde no pica.