domingo, 30 de noviembre de 2014

EL CHEQUE SIN FONDOS DE LA JUSTICIA NORTEAMERICANA Y LA RELIGIÓN PROFÉTICA

En 1963 el Dr. Martin Luther King Jr. pronunció su discurso profético titulado "Yo tengo un sueño". Dicho discurso fue pronunciado en Washington DC. frente al monumento a Abraham Lincoln.  Dicho discurso se inscribe en la lucha por los derechos civiles en Estado Unidos y se recuerda en él que cien años antes el presidente Lincoln abolió la esclavitud. Pero se recuerda algo aún más importante. Que tanto en la Declaración de Independencia como en la Constitución norteamericana se señala que es evidente que los seres humanos han sido creados iguales en derechos inalienables, independientemente de su sexo, raza, religlíón, cultura, ascendencia étnica, cultura y orientación sexual. El controversial fallo en el juicio Brow vs James, en el que juzgó y absolvió a un policía blanco por la muerte de un adolescente negro deja  en entredicho la promesa que brota de la Carta Magna norteamericana a la que Luther King hacía referencia.

En un momento memorable de su discurso, el pastor de la Iglesia Bautista señala lo siguiente: 

Hemos venido a la capital de nuestra nación en cierto sentido para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magnificientes palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, estaban firmando un pagaré del que todo americano iba a ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres —sí, a los hombres negros y también a los hombres blancos— se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Hoy es obvio que América ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus ciudadanos y ciudadanas de color. En vez de cumplir con esta sagrada obligación, América ha dado al pueblo negro un cheque malo, un cheque que ha sido devuelto marcado “sin fondos”.

Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dé mediante reclamación las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

Hoy en día parece ser que el banco de la justicias sigue rebotando dicho cheque. La muerte de Micheel Brown y la reciente muerte de un niño negro, Tamir Rice, a manos de un policía blanco en Cleveland, Ohio. Los audios revelados por la prensa señalaban que, en la comunicación de la policía se preguntaba  se trataba de un blanco o un negro, y aunque se le informó al oficial que posiblemente el niño tenía un arma de juguete en la mano, éste bajo de la patrulla y disparó a matar. Los padres preguntaron, con justa razón, por qué el oficial no disparó con arman paralizantes en ves de a matar.

Con esto se muestra cómo la justicia racial y los derechos civiles se encuentran aún lejos de realizarse en los Estado Unidos. A raíz del 11 de septiembre del 2001 las leyes que protegen los derechos de la población vulnerable (especialmente afrodescendientes y latinos indoculemtados) se han banalizado y tanto la policía como los funcionarios públicos han modificado su relación con los ciudadanos. En este tránsito han pasado de ser servidores de la ciudadanía y colocarse en la posición de servidores de los ciudadanos a colocarse por encima de los ciudadanos, especialmente, los más vulnerables. Esto ha hecho que el Estado mismo se convierta en un Estado militarizado. La noche del fallo Brown -Wilson un periodista de la CNN se preguntaba por la razón por la cual la polícía cargaba equipamiento bélico tan sofisticado en sus patrullajes. 

De otra parte, los ciudadanos blancos y los ciudadanos latinos asimilados al stablishment justifican ese trato con los afrodescendientes y los latinos indoculentados señalando que son pobres,  no tienen trabajo y no son profesionales. Parece que asumieran que la sociedad en la que viven brinda igualdad de oportunidades a todos y que los afrodescendientesx y los latinos indocumentados tienen esa suerte por ser personas flojas, viciosas y de mal vivir. Lo cierto es que la sociedad estadounidense está lejos de ser el paraíso en la tierra y que es radicalmente injusta. Pero ¿cómo entender que el banco de la justicia de la democracia de los Estado Unidos carezca de fondos cada vez que la comunidad afrodescendiente intenta cobrar el cheque que brota de la Declaración de Independencia y de la Constitución? 

Evidentemente, no se trata de carencia de recursos, sino de justicia. Los recursos escasos se administran, por más escasos que fueren. Pero el modo de administrar tales recursos depende de decisiones políticas. En el caso de la justicia, es difícil pensar que se trate de un bien escaso, sino, más bien, que los poderes fácticos de la sociedad imponen una forma de distribución de la justicia debido a que controlan las industrias, el dinero y la venta de armas. En este contexto, el discurso profético de Luther King adquiere un pleno sentido. 

No hemos de olvidar que cuando hablamos de él nos referimos a un pastor de la Iglesia Bautista norteamericana que asume la causa de la lucha por los derechos civiles por razones religiosas. No es que se trató de un pastor que decidió dedicarse a la política, como quien se dedica a una actividad que es adicional a sus funciones, sino que entendió con plena lucidez que su condición de pastor y la fe cristiana lo conducen necesaria y forzosamente a comprometerse con la justicia. En este punto, toma distancia de la posición extremadamente conservadora que se ha instalado desde siglos en el cristianismo, según la cual lo religioso exige que uno se aparte de la denuncia social y se pliegue a una moral conservadora que refuerza el status quo y rechaza toda transformación.  El pastor Martin Luther King Jr. rechaza esa lectura del cristianismo y abraza la dimensión profética que se encuentran en las fuentes del legado cristiano. 

La dimensión profética del cristianismo cuestiona tanto las estructuras metafísicas y de poder en las que las instituciones religiosas conservadoras asientan su poder. Además, denuncia las injusticias que se producen en la sociedad. Pero el profeta sabe que su posición frente al poder establecido es frágil. Lo sabía el Dr. Luther King, quien terminó siendo asesinado. La situación del profeta es, además, la del compromiso contra la catástrofe humana que las injusticias patentes y aquellas que se encuentran debajo de la alfombra de la sociedad. La suerte de Brown y Rice, así como la suerte de los afrodescendientes y los latinos a quienes los republicanos acaban de negarles el acceso de la justicia es importante para el cristianismo comprometido que la profecía representa. Los mismo sucede con aquel padre de familia muerto en Cajamarca por negarse a acatar una orden judicial  que lo obligaba a desalojar la casa. Aunque las órdenes judiciales deben ser respetadas por los ciudadanos, no puede ser a costo de vidas humanas.  Momento como esos son en los que la voz profética debe hacerse oír. Y en Perú la democracia tiene una gran deuda con las víctimas del conflicto armado interno. El discurso del emprendedurismo, defendido entre otros por Daniel Salas, una forma de darle la espalda a la justicia, es por ello que la religión profética debe denunciarlo como la nueva moral que abala el status quo perpetua las injusticias en nuestra sociedad.



domingo, 23 de noviembre de 2014

ESTADO ISLAMICO. APUNTES FILOSOFICOS

El actualmente conocido Estado Islámico (EI) ha sido un fenómeno cuya expansión vertiginosa ha tomado por sorpresa y ha escandalizado a la opinión publica mundial. Lo sanguinario de sus acciones,  el ataque contra los mismos musulmanes de origen chiitas y las pretensiones de instaurar una Jilafa o Estado Islámico que vaya de España hasta las Filipinas han generado terror por mundo entero. Junto con esto, el utilizar medios masivos de comunicación como herramientas para presentar tus actos de ejecución han servido como forma de terrorismo amplificado. No soy especialista en cuestiones islámicas ni en la política del medioriente,  por lo tanto haré algunas precisiones desde la filosofía política y la filosofía de la religión que puedan aportar al debate.

Estado Islámico y fundamentalismo

Resulta claro que EI representa una variante radical del fundamentalismo religioso.  Si, en términos estrictos el término "fundamentalismo" refiere a un fenómeno propio del cristianismo evangélico estadounidense de principios del siglo XX vinculado al pronunciamiento denominado The Fundamentals en el que se cuestionaban algunos aspectos de la modernidad y en especial la teoría de Charles Darwin, se comenzó a utilizar a todo movimiento que tenga una actividad política radical y violenta, ya sea religioso o laico. Una de las características más resaltantes de los  grupos catalogados como fundamentalistas es que opera una distorsión en la identidad de las personas. 

Esta distorsión se dirige transformar la identidad compleja, en la cual la persona se comprende como teniendo una serie de pertenencias o focos de identidad,  que caracteriza a toda persona en una identidad singularista, en la cual se genera la ilusión de que uno tiene una pertenencia central y que opaca todos los demás focos de identidad. Así, el feminismo exaltado genera en las mujeres que su identidad termina el los límites de su ser mujer, y la religión irritada genera la idea de que los confines de lo que somos acaban en los bordes de las creencias religiosas. 

EI ha conseguido construir una identidad falsa en muchas personas alrededor del mundo que señalan que ésta se circunscribe en una de las interpretaciones del Islam, específicamente en una variante extremadamente radical del Islam sunita. Como todo movimiento fundamentalista, esta identidad incorpora la tesis del "todo o nada", es decir, o aceptas todo lo que el grupo indica o no formas parte del mismo.  En este caso concreto, como en muchos otros, pensemos en Sendero Luminoso en Perú, la tesis del "todo o nada" es complementada con otra "o formas parte del grupo o debes de desaparecer".  En esta vuelta de tuerca se muestra una radicalización del fundamentalismo y de la singularismo de la identidad. 

Fundanentalismo y neoliberalismo

La información que disponemos señala que hay tres grupos de personas que adhieren a EI: 1) Musulmanes que abrazan una versión radical del Islam, 2) No musulmanes que abrazan la misma versión y 3) Musulmanes que no abrazan esa versión, pero que apoyan a EI como estrategia de supervivencia económica. 

Esto merece algunos comentarios. 1 y 2  constituye lo que ahora se denomina yihadistas. En 2 se encuentran europeos y no europeos que adhieren al EI por razones de desorientación en sus vidas. La crisis económica, o la variante de la modernidad que se conoce como neoliberalismo ha hecho que encuentren en EI un movimiento que acoge sus frustraciones. Otro grupo de europeos que adhieren al yihadismo se encuentran una parte de los partidarios tradicionales de la extrema derecha. No es casual que, en la actualidad, los grupos de extrema derecha tengan tanta acogida en países como Alemania, Francia, Holanda e Italia, entre otros.  No es casual, digo, que el asenso de este extremismo coincida con la presencia del fundamentalismo islámico. 

Pero, de la mano con el yihadismo y la extrema derecha europea, se has dado un fenómeno de encrudecimiento de las políticas neoliberales en muchos países, presentándose como una ola que se expande y que ha tomado una posición dominante en Perú.  El yihadismo, la extrema derecha y el neoliberalismo comparten dos componentes: son de extrema derecha y son homogeneizantes. Esto quiere decir que rechazan el diálogo razonado y la diversidad. Hace poco Daniel Salas defendió la idea, popular en nuestro medio,  según la cual la ideología del emprendedurismo era compatible con la diversidad cultural. Esa idea es falsa, pues es suponer que el neoliberalismo es compatible con la diversidad. 

En 3 encontramos personas que abrazan una moral conservadora y que, por los conflictos regionales suscitados a la caída de Sadam Husein, se encuentras en una pésima situación económica. EI los ha provisto de un ingreso mensual considerable y, como se trata de una población conservadora, no tienen problemas con las ideas radicales. 


Desorientacion religiosa y Estado de Precariedad

El imperio del neoliberalismo en el mundo ha hecho que pasemos del Estado de Bienestar al Estado de Precariedad.  Esto se expresa claramente con la modificación de la política económica en muchos países. El debate sobre la política económica ha cambiado su eje, desde hace muchos años. Antes se encontraba centrada en la cuestión de la redistribución de la riqueza. En cambio, desde hace unas décadas, ha girado a la cuestión del crecimiento económico.  Este giro trae consigo la precarización del empleo y de las condiciones de vida. 

En las circunstancias de precarización de la subsistencia y del empleo, la población adhiere a posiciones políticas de extrema derecha y abraza versiones conservadoras de la religión. Ello se debe a que, de ese modo encuentran una aparente protección que el derecho de la sociedad democrática que garantizaba el bienestar les ofrecía anteriormente. 

Este fenómeno también se expresa en términos religiosos.  Los grupos religiosos conservadores han crecido desmesuradamente, debido a que se presentan como lugar de consuelo frente a las condiciones de precariedad de la vida. Esto ha sucedido tanto en contextos donde hay crisis económica como donde hay bonanza. Y esto de deba a que tanto en Irlanda como en Perú las recetas  económicas de precarización del empleo se han implementado de la misma manera. 

Este volcarse a la religión conservadora trae consigo el efecto de normalizar la conducta de las personas, pues la moral que esta religión expande es la que avala el status quo.   La moral religiosa conservadora adelgaza la preocupación por la justicia del sistema sociopolítico imperante y  engrosa la cuestión de lo pecaminoso que es el ser humano, especialmente en cuestiones sexuales. Ha desplazado la cámara de dios del comedor y la cocina a la alcoba y a los hostales.

Este crecimiento de la religión conservadora, cuya expresión más radical se encuentra en el yihadismo, mas que expresar una claridad conceptual respecto de lo que le sucede a la gente, expresa una desorientación fruto del Estado de precariedad impuesto por el neoliberalismo. 

lunes, 3 de noviembre de 2014

La filosofía moral en la modernidad

Para poder entender la ética o la filosofía moral en la modernidad, es necesario remontarnos al advenimiento de esta etapa de la historia de occidente. En el corazón del proceso que dio surgimiento a la modernidad se encuentra el fenómeno denominado “Reforma Protestante”.  El personaje central de dicho fenómeno fue Martín Lutero, quien era un teólogo y hermano agustino –de mediados del siglo XV y XVI-  quien, estudiando las obras de San Agustín y de San Pablo, llega a presentar algunos cuestionamientos a la Iglesia Católica, iglesia que había dominado el espectro político y cultural durante la Edad Media. Los cuestionamientos centrales de Lutero a la Iglesia Católica giraron sobre tres puntos: a) la cuestión de la justificación, b) el pago de las indulgencias y c) la centralidad de la Iglesia en Vaticano y en el Papa.

La cuestión de la justificación tiene que ver con cuáles son los medios centrales con los cuales el creyente consigue la salvación. Podemos decir que la “salvación” consiste en caer del lado positivo del cosmos una vez llegado el momento del fin de nuestro mundo. Para la Iglesia Católica, la salvación se conseguía por medio de las obras y la fe, principalmente, pero el primer elemento era más importante que el segundo. En cambio, Lutero, estudiando la cuestión en San Agustín y en San Pablo, señala que si bien las obras constituyen un elemento importante para la salvación, la fe es el elemento más importante. Pero Lutero no sólo difería de la Iglesia Católica en ese punto, de carácter estrictamente teológico, sino que cuestionaba radicalmente una práctica muy extendida en la segunda etapa de la Edad Media, que era la del pago de indulgencias.

El pago de las indulgencias consistía en la práctica por medio de la cual la Iglesia perdonaba los pecados y aseguraba la salvación a una persona a cambio de dinero o bienes. Ésta representaba, a todas luces, un alto grado de corrupción de la institución eclesial. Lutero cuestionó radicalmente esta práctica. Pero también cuestionó el hecho de que la Iglesia Católica se encuentre centralizada en el Vaticano y en el Papa. El principio, el Papa – el obispo de Roma - es un obispo más entre  otros, pero paulatinamente fue ganando poder político en la Iglesia por reivindicarse como el sucesor de Pedro (el Vicario de Pedro y, posteriormente, como el Vicario del mismo Cristo).  A través de un conjunto de reformas dadas durante la segunda mitad del Medioevo, que incluyeron un ordenamiento legal y la estructuración de un sistema educativo del clero y los frailes, la figura del Papa pasó a ser primus inter parís, es decir, un obispo importante entre los demás obispos, que eran sus pares, a ser la cabeza destacada de la Iglesia. Con ello, logro concentrar el poder político de la Iglesia en el Vaticano y en su propia persona. Ciertamente, este proceso no fue realizado por una sola persona, sino que hubo un impulso importante que fue consolidándose paulatinamente a través de un par de siglos. Lutero cuestionará esta centralidad del poder en manos del Papa y en Vaticano, y sostendrá que todos los obispos deben encontrarse al mismo nivel dentro de la Iglesia.

Estas críticas llevaron a Lutero a un enfrentamiento con la Iglesia Católica, el cual no pudo amenguarse, sino que, más bien, se agudizó cada vez más. Finalmente, el rompimiento de Lutero con la Iglesia fue inevitable, pero como el fraile alemán había conseguido el apoyo de los príncipes alemanes, consiguió que un grupo de obispos locales se le uniesen y formó una Iglesia diferente a la católica. Así logró fundar la Iglesia Luterana. Es necesario señalar, además, que los príncipes alemanes deciden apoyar  Lutero porque habían conseguido el poder político y militar para poder oponerse al  dominio de Vaticano. Rápidamente, otros grupos comenzaron a tomar distancia de Vaticano y se fundaron la Iglesia Calvinista – en Ginebra -, la Anglicana –en Inglaterra- , entre otras. Con esto se produjo un hecho muy importante para la cultura y la moral europea: la cosmovisión que le daba unidad tanto a la moral como a la cultura en Europa se hizo pedazos. Esto hizo imposible seguir manteniendo la idea de que la moral debía derivarse de la religión, puesto que ya no había una sola sino un conjunto de religiones cristianas que diferían en sus comprensiones de la moral. Una solución que se ensayó fue que cada Iglesia se las arreglase con su propia moral, pero esto trajo un problema muy grande: las guerras de religiones que asolaron Europa durante el siglo XVI y XVII.

Las guerras de religiones tuvieron su origen la exigencia que se había establecido en Europa, según la cual, si el gobernante profesaba una religión determinada, los súbditos debían abrazar esa religión, o debían convertirse a ella o ser hostigados, perseguidos, matados o expulsados. De este modo, las diferentes facciones religiosas luchabas hasta la muerte por el poder político. Además, es necesario señalar, las diferentes facciones eran extremadamente radicales e intransigentes. El mal radical, que representaban las guerras religiosas, hizo pensar a muchos intelectuales del siglo XVII la manera de asegurar principios que permitan un régimen de tolerancia en los estados europeos. A eso se dedicaron John Locke, en Inglaterra, Baruch Spinoza en Holanda y Gottfried Leibniz en Alemania. La propuesta que logró mayor apoyo y viabilidad fue la que Locke presentó tanto en su Ensayo sobre la tolerancia de 1667 y su Carta sobre la tolerancia  de 1689. En ellas se establecen dos principios fundamentales. El primero señala que la estera del Estado y la esfera de la Iglesia deben de separarse. El segundo principio indica que el Estado debe tolerar la coexistencia de diferentes credos religiosos en el ámbito de la sociedad. De esta manera, no importando cuál sea la religión del soberano, los ciudadanos podían seguir profesando sus propias creencias. Además, el primer principio instaura el régimen de laicidad del Estado, según el cual éste debe ser neutro en cuestiones religiosas a fin de asegurar que los ciudadanos se encuentren en pie de igualdad ante la ley y el Estado. De otro modo, es decir, si el Estado seguía comprometido con una religión particular, dividiría a los ciudadanos entre aquellos que se encuentran en primer y en segunda fila.

Con los principios de laicidad del Estado y de tolerancia frente a los diferentes credos se abre un conjunto de libertades como son la de creencia religiosa, de pensamiento y de expresión.   Esto da inicio a una cultura política que sigue siendo de suma importancia en occidente, a saber, la cultura liberal. La cultura política liberal apunta a defender un amplio abanico de libertades para las personas en la sociedad. Sin embargo, desde el siglo XIX, XX y en la actualidad, se han presentado una serie de distorsiones del liberalismo debido al poder político del dinero, que tiende a distorsionar las relaciones humanas y a hacer que todos los bienes de la sociedad, tanto materiales como no materiales, se distribuyan a través del mercado. Pero el liberalismo, que tiene su  nacimiento en el siglo XVII con Locke, tiene recursos para hacer una crítica a esas desviaciones. De esta manera, para el liberalismo, el mercado es un importante distribuidor de bienes, más no el único. Hay muchos bienes que no se deben distribuir por medio del dinero en el mercado, como por el poder político o los grados académicos.

Pero junto con este proceso político que los principios de laicidad y de tolerancia representan, se dio en Europa una conciencia de que era necesario buscar una base más universal a la moral. De tal manera que se cuestiona el hecho de que la moral se pretenda fundar en la religión, para buscar un fundamento más adecuado.   Esta base va a ser identificada con la razón, pues ésta es una facultad que todo ser humano comparte. Con ello se inició un proceso de investigación moral que se inicia con Descartes, quien señala la necesidad de argumentar a favor de una moral racional, y que culmina con Kant, quien termina por presentar una moral estrictamente racional en su Fundamentación para la metafísica de las costumbres de 1785. Pero ya, desde el siglo XVII fue tomando fuerza una intuición moral básica y sumamente profunda que es la igualdad moral entre las personas.

Llegados a este punto, debemos hacer dos observaciones. La primera es que este proceso histórico que estamos presentando ha dado como resultado un conjunto de principios políticos, jurídicos y morales que no son ni arbitrarios ni ahistóricos. Se trata, más bien de conquistas logradas en un proceso histórico que ha sido doloroso y que exigió un ejercicio de reflexión importante. De esta manera, la acusación de que principios como el de la libertad, la tolerancia o la democracia  terminan por caer en saco roto pues muestran que no comprenden el proceso histórico y la reflexión que acompaño a ese proceso, y que terminaron por constituir y darle sentido al mundo en el que vivimos.


La segunda observación es que en la actualidad se ha seguido explorando las bases para la moral y se ha pasado de la razón al lenguaje y la deliberación como puntos más adecuados para fundar nuestras ideas morales centrales. Así, la reflexión conjunta entre las personas ha permitido llegar a principios plausibles para la moral contemporánea. Ciertamente, esto no elimina la importancia de la diversidad cultural y religiosa, pero coloca un foco importante para llegar a un acuerdo básico que permita dotarnos de principios para las relaciones intersubjetivas, jurídicas y políticas entre las personas, respetando su diversidad cultural y religiosa. Todo este proceso que va de la moral basada en la razón a la moral basada en la deliberación conjunta ha exigido regresar a las bases socráticas de la moral, de modo que el razonamiento y el acuerdo en conciencia permita servirnos como pautas para orientar nuestras vidas