lunes, 29 de julio de 2013

28 DE JULIO – DOBLE DISCURSO

             El  28 de Julio estuvo marcado por un doble discurso que es interesante apuntar: de un lado el discurso del Presidente de la República y, del otro, el discurso no verbal de la gente en las calles (#27J).  Ciertamente, el segundo fue más elocuente y de mayor fuerza expresiva.
            El discurso presidencial fue monótono, breve y simplemente explicativo. No salido del libreto. Marcado por grandes ausencias, especialmente, los errores del gobierno y el descontento de la gente por la corrupción de la clase política y por algunas medidas de gobierno.  Respecto de los errores, parece que se optó por no hablar de ello para que desaparecieran, pero el efecto fue el contrario: no mencionarlos los evocó como por un efecto mágico. Y el descontento de la gente parece no preocupar, pero sin embargo ya van varios pasos para atrás que este gobierno da por presión de la ciudadanía. Parece ser que al iniciar un tercer año con baja popularidad, el Presidente ha elegido ser cauto. Pero ser demasiado cauto, a veces puede ser un error político, especialmente cuanto se tiene el vecindario movido.
            Tampoco se dijo nada respecto del maremoto político en el congreso, y el reacomodo de las fuerzas políticas. Ni de la negociación con la dinastía Fujimori a cambio de la negativa al indulto, ni del discurso de Alberto por RPP. Claro todo eso es TOP SECRET. El discurso no fue otra cosa que un mensaje a los nuevos aliados políticos del gobierno –que ya no incluye ni a la izquierda ni a Perú Posible – señalando que respetará los acuerdos tomados.
            Tal vez, lo más interesante y relevante políticamente sea el #27J. Se trata de una manifestación más entre otras que se han ido sucediendo en estos meses.  Lo que moviliza a la gente son varias cosas, reclamos y sobre todo indignación.  Los reclamos tiene diferentes causas: la ley del Servicio Civil, la situación de los médicos, enfermeros y técnicos de la Salud Pública, entre otros. La indignación tiene como base la desfachatez de los paridos políticos. Se creía que si las cifras macroeconómicas iban bien, no habría descontento. Se creía que la indignación era propia de una Europa en crisis.  Parece que no es así. Brasil también está indignado, aunque macroeconómicamente está bien.
            Parece ser que la indignación muestra un desgaste del modelo neoliberal en general. Dicho modelo incluye la transacción política burda. Humala prometió una vía diferente, y ni siquiera ha podido atemperar la ola neoliberal que es más radical que nunca. Dicho modela pretende ingresar con toda su rabia en las zonas Awajun (a través de la alianza Universidad de Piura -  Grupo Romero), y en la  Zona de Selva del Vicariato “San Francisco Javier” eh Jaén.

            Un elemento claramente ausente este 28 de Julio ha sido los 10 años de la presentación del Informe Final de la CVR. Ni una mención de parte del ejecutivo, En un discurso político que no lo mencione  puede estás ocurriendo dos cosas: a) la plena indiferencia,  b) la colusión con la derecha radical para que el tema no aparezca. ¿O se espera hasta el 28 de Agosto para pronunciarse sobre eso?  Parece que a la derecha radical neoliberal en este país no le gusta ni la protesta ni la memoria. Respecto de la protesta, se busca criminalizarla, insinuando que el MOVADEF puede están infiltrada, cuando el APRA tuvo más infiltración y violencia en el #27J. Respecto de la memoria, es mejor no recordar cuando tus aliados políticos  rabo de paja.              Pero no es posible mantener silencio frente a los años de violencia, pues ello es abofetear a los deudos. Esta política (la del piloto automático en política y de la amnesia respecto del pasado) ya ha demostrado sus  límites claros. El MOVADEF  es un síntoma claro. 

miércoles, 24 de julio de 2013

LA FALLIDA ELECCIÓN DE LOS MIEMBROS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y DE LA DEFENSORA DEL PUEBLO

          La fallida repartija fraguada en el Congreso de la República ha sacado a luz varios problemas de la política y de la endeble democracia peruana. Entre ellos podemos destacar la descarada negociación política que los partidos intentaron cristalizar en esas elecciones, la fortaleza de la movilización social en el Perú (que puede hacer que el Congreso y el Ejecutivo den marcha atrás), la manera de actuar de la “clase política” (que juega a tirar la piedra y a esconder la mano, y a ver si alguien se queja respecto de acuerdos tomados bajo la mesa).
            Pero hay un elemento que quisiera abordar, y que tiene que ver con la misma institución del TC. Al ser sus miembros elegidos  por el Congreso, el resultado siempre será político. El TC es una institución política y la elección de sus miembros es un acto político. Lo que se espera es que dicho acto sea fruto de un acuerdo entre las fuerzas de políticas representadas en el Congreso, y no fruto de una negociación. Pero el acuerdo parece ser demasiado ideal, especialmente cuando no hay partidos políticos fortalecidos y por lo tanto siempre tendremos un TC fruto de una negociación. Ésta puede ser solapada o ser burda, pero lo indignante no es que sea burda, sino el que sea fruto de un regateo político y una jugada de ajedrez.
            En vista de las circunstancias se escuchan voces que reclaman repensar la manera de elección a los miembros del TC. Pero todas las combinaciones posibles terminan dejando la decisión en manos del Congreso.  La única solución es disolver el TC y desplazar sus funciones a la Corte Suprema,  tal como sucede en otros países, como los EEUU, por ejemplo. En el Perú las dos instituciones se dividen el trabajo de la siguiente manera: el TC toma decisiones políticas mientras que la Corte Suprema se encarga de cuestiones jurídicas y procedimentales. Esta división ha sido fortalecida teóricamente por la presencia del neoconstitucionalismo, que bien no hace a las Instituciones democráticas por las confusiones internas que tiene como teoría respecto de las cuestiones constitucionales. El neoconstitucionalismo, junto con el positivismo imperante en la academia jurídica, termina por establecer una falsa distinción entre el derecho y la política.
            El enfoque de colocar de un lado el derecho y del otro la política (reproducido en el esquema “Corte suprema – Tribunal Constitucional”) no es sólo errado, sino perverso, puesto que permite validar intereses políticos subalternos bajo una supuesta neutralidad. Pero tal como varios intelectuales, como el Ronald Dworkin señalaron, es necesario desenmascarar tal hipocresía conservadora. El punto de vista más adecuado es pensar el derecho y la política como círculos concéntricos, en el cual el derecho se inserta en la dinámica política de la sociedad democrática. Asumir este punto de vista permite sincerar las cosas y fortalecer la democracia.  Esto supone sumar a las funciones que actualmente tiene la Corte Suprema las del control constitucional, que actualmente se encuentra en manos del TC.

            Los miembros de la Corte Suprema deben ser elegidos democráticamente, y no por el Congreso. Y los candidatos deben reunir condiciones exigentes, especialmente tener una trayectoria importante en tanto jueces. La idea de dejar en manos del Congreso la elección de los miembros del TC o de la Corte Suprema tiene la aristocrática idea de que los ciudadanos no están capacitados para tomar una decisión de tal importancia. Esa idea va en contra de la propia constitución democrática. A los alumnos de derecho de las universidades se les enseña una idea que está pensada para que se mantenga el sistema como está hasta ahora, y para que los partidos políticos puedan hacer de las suyas. Se les dice que la Constitución Política del Perú, es “política”, pero no deben olvidar que también es “jurídica”. Pero con ese estribillo “también es ‘jurídica’” se les manda el mensaje ambiguo de que la Constitución Política es jurídica y no política. Ese extraño juego de palabras oculta un juego político. Otra cosa que no se dice a los estudiantes de derecho es que en política no hay coincidencias, si las hay se trata de las coincidencias de los intereses políticos.

martes, 16 de julio de 2013

LA UNIVERSIDAD, LAS HUMANIDADES Y LA FORMACIÓN MORAL

           La crisis de la educación que trae consigo el imperante modelo neoliberal ha generadoo un debate en torno a la necesidad de la educación humanista para la forjación moral de los ciudadanos. Las partes en conflicto son, de un lado, los defensores de la introducción del lucro en la educación, y en especial, en la universidad, y aquellos quienes, de otro lado, consideramos la necesidad de defender a las instituciones educativas, en general, y a la universidad, en particular, de la centralidad en el lucro.
            Hay cuatro precisiones necesarias antes de continuar: a) No sólo a través de la universidad se puede forjar el carácter moral de los ciudadanos (ello nos conduciría a la idea absurda que aquellos que no han pasado por la universidad carecen de la posibilidad de desarrollar un carácter moral); b) No todos los individuos que cursan la universidad logran fortalecer un carácter moral (también la casa, la escuela y las circunstancias influyen); c) La ganancia económica no está reñida con la universidad y la formación moral (pero cuando las universidades se centran en el lucro, la formación moral de los estudiantes parece afectarse gravemente, pues ni siquiera se reflexiona seriamente respecto de la exigencias morales que tienen los ciudadanos); y d) La formación moral de la que estamos hablando no es en una moral convencional (religiosa o basada en la tradición), sino en una moral crítica (depurada a través del examen racional y compatible con una sociedad democrática caracterizada por el hecho del pluralismo).
            Teniendo en cuenta estas cuatro precisiones, quiero enfocar la siguiente reflexión en la posición que ocupa la universidad dentro de una sociedad democrática. Es aquí donde se abren dos concepciones diferentes. Los partidarios de la arremetida neoliberal en la educación consideran que las funciones de la universidad son básicamente dos: a) Generar individuos funcionales al sistema neoliberal, y b) Proteger el sistema neoliberal de toda alteración o cambio social. Pero esta segunda tarea no supone mantener y proteger la democracia y sus instituciones, sino, perforarlas para que las políticas neoliberales puedan tener un mayor espacio en la vida social. Neoliberalismo y democracia no son sinónimos, sino todo lo contrario. Esto explica porqué muchos partidarios del neoliberalismo se sienten más augusto con sistemas autoritarios y admiran países que tienen regímenes políticos no democráticos. Por esta razón operan recortes en cursos, departamentos y áreas académicas humanistas, porque la reflexión humanista puede formar intelectuales comprometidos con el cambio social.
            Quienes defendemos, en cambio, la necesidad de las humanidades en la universidad consideramos que las cuatro consideraciones que introduje arriba deben ser tomadas en cuenta, pero además vemos en la universidad un espacio particular desde el cual se puede adquirir una diversidad de conocimientos, desde diferentes orientaciones de pensamiento y que, además, se puede generar una reflexión sobre la forma en que debemos de vivir como comunidad. Esta reflexión es inevitablemente de carácter ético-político, asumiendo u punto de vista crítico respecto de nuestras formas actuales y convencionales de asumir la vida personal, social y política. Ciertamente, la reflexión no nos vuelve en personas morales de manera automática, pero nos brinda una plataforma que nos hace pensar una toma de posición en nuestra vida personal y social respecto de diferentes temas. Esto hace que la universidad se convierta en una institución comprometida con la transformación y el mejoramiento social. Las humanidades en la universidad pueden forjar ciudadanos comprometidos con el fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, y que la protejan frente a la arremetida neoliberal.

            Quienes defendemos las humanidades en la universidad no consideramos que la universidad es el único espacio en el que se puede tener este tipo de reflexiones, pues otras instituciones también lo pueden desarrollar, pero somos de la idea de que la universidad es un lugar privilegiado para ellas. Si bien, la conexión entre el conocimiento y la reflexión con la formación del carácter moral no es automática, sí hay una colaboración estrecha entre una cosa y la otra. La virtud moral y la conciencia de las injusticias pueden ser fortalecidas en las universidades donde la filosofía, la historia y la literatura están presente, junto con las artes. El hecho de que en algunos casos ese fortalecimiento no se dé, ya no es un  problema de la universidad, sino de la casa o de los otros ambientes sociales. Las llamadas universidades empresas, que destierran las humanidades no pueden ofrecer esa plataforma para que los estudiantes formen carácter moral. Si en esas universidades empresa los estudiantes adquieren espíritu crítico, fortaleza moral y reflexión sobre qué tió de vida debemos vivir como sociedad no se debe al fomento que viene de la universidad empresa, y a veces, es a pesar de la misma universidad. 

jueves, 11 de julio de 2013

¿Y DESPUÉS DE LA CANDIDATURA DE NADINE QUÉ? LOS 10 AÑOS DEL INFORME FINAL DE LA CVR

            Ahora que Nadine Heredia dijo que no va a postular el 2016, se ha acabado con uno de los temas medulares de la coyuntura política nacional: la reelección conyugal. ¿Y ahora qué? ¿Tendremos que debatir cuestiones de fondo o encontraremos aún temas como las casas de Toledo para tapar las cosas? Claro que los asuntos financieros de Toledo son importantes, como la investigación a García, al igual que descubrir la ruta del dinero F. Todo ello es importante, pero se puede prestar para la política menuda en la cual los partidos tratan de dañarse mutuamente para ver quién llega menos quiñado el 2016.
            El 28 de Agosto se cumplen 10 años de la entrega del Informe Final de la  CVR. Se trata de un acontecimiento de suma importancia como para que la baja política se la coma. Por su contenido, que es la investigación respecto de los años de violencia más cruenta que este país ha sufrido en su época republicana, los 10 años del Informe nos sirve como horizonte para debatir las cuestiones políticas y sociales de fondo en el Perú actual. La fecha no será una simple conmemoración de un pasado remoto, sino que puede servir para organizar la agenda de debate público, puesto que con ella se conectan cuestiones de actual importancia para nuestro país: los problemas de la desigualdad y la cuestión del servicio militar, la reforma del Estado y la ley del servicio civil, el debate sobre la ley universitaria, la situación de la educación en el Perú, la cuestión de la relación entre el Estado y el mercado; incluso la estructuración de los partidos políticos para hacerlos más fuertes y democráticos, y la discusión sobre qué hacer con los partidos radicales y autoritarios de extrema derecha y extrema izquierda; la recomposición de una izquierda democrática.

            Sobre estas y otras  cuestiones de fondo deberíamos de estar discutiendo. Todos estos temas tiene conexión con los tema Toledo, García y Fujimori. Pero dichos temas están enfocándose desde una perspectiva política partidaria que tiene el nivel del chaveteo  y no se encuentra a la altura de las circunstancias. En cambio, colocarlas sobre el trasfondo del Informa Final de la CVR las dota de una perspectiva que puede fortalecer la integración social y el sistema político. Pero, lamentablemente, eso no va a suceder, ya que los partidos políticos y los medios no lo permitirán, porque con ello tendrían que rendir cuenta ellos y sus aliados. Lo cierto es que si uno quita todas las cortinas de humo y todos los enfoques distractores, lo que queda  es el Informe, que el que el país tiene una enorme deuda. 

miércoles, 3 de julio de 2013

VATICANO CONTRA VATICANO II. ¿FIN DE UNA GUERRA?

           La presencia del Papa Francisco está intensificando los aires nuevos que Benedicto XVI buscó imprimir en la Iglesia Católica. Éstos incluyen dos líneas importantes de acción: a) combatir las fuerzas corruptas que se encuentran en Vaticano. Estas fuerzas corruptas se expresan en los protectores de los sacerdotes pedófilos y en los agentes de los negocios turbios. Por otra parte, la segunda línea de acción se dirige a b) atemperar las fuerzas conservadoras adversas al Concilio Vaticano II. Ambas líneas de acción deben de llevarse a cabo a la vez, porque se encuentran estrechamente vinculadas, a través de una relación causal.
            En esta segunda dirección se encuentra la expresión del cardenal G. L. Müller a favor de la Teología de la Liberación. Actualente Müller es Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución vaticana encargada de revisar los contenidos de las teologías para certificar su aceptación por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica. Estas expresiones se encuentran en el libro “De parte de los pobres. Teología de la liberación. Teología de la Iglesia”, que es una antología de artículos de Müller y Gustavo Gutiérrez (el teólogo peruano que dio origen a la Teología de la liberación). Como es sabido, Müler fue discípulo de Gutiérrez y el hecho de que actualmente ocupe el lugar que ocupa es un signo de cambios importantes en la Iglesia, que involucran indudablemente cambios en la Iglesia en el Perú.
            Todo esto ha sido presentado por el diario conservador italiano La Stampa, en su sección Vatican Insider bajo el título “Roma y la Teología de la liberación: fin de la guerra”   http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/teologia-della-liberazione-freedom-theology-teologia-de-la-libertad-vaticano-vatican-25842/Gonzalo Gamio hace, en su blog, un importante análisis de este artículo del diario conservador en http://gonzalogamio.blogspot.com/Tal como presenta la situación el articulista de La Stampa, Gianni Valente, la guerra contra la Teología de liberación tuvo como escenario más amplio el fin de la Guerra Fría y la escalonada neoliberal que vino después. La idea era combatir, con todas las armas posibles todo aquello que oliera a “comunismo”, y los agentes del neoliberalismo y el conservadurismo aliados dentro y fuera de la Iglesia hicieron todo lo que estaba a su alcance para lograr su objetivo.  Ciertamente, Valente no lo expresa directamente, sino usando las palabras de Müller.
            Si hubo una guerra contra la Teología de la liberación  -como ha sido evidente- y esta terminó, sería legítimo preguntarse quién gano y quien perdió, y especialmente, a qué se debe el fin de la misma. Ensayaré algunas respuestas al respecto. En primer lugar, la guerra no fue precisamente contra la Teología de la liberación, sino contra lo que ésta  representaba. Ella no representa, como han tratado de hacer creer, al comunismo dentro de la Iglesia, sino más bien al Concilio Vaticano II. La Teología de la liberación ha sido hija y se gesta en el proceso que se abre con el Concilio. En la Iglesia ha habido una fuerza poderosa que intentó desactivar los cambios que trajo consigo el Concilio. ¿Qué representaba el concilio? Entre otras cosas, un cuestionamiento a las posiciones más conservadoras y tradicionalistas dentro de la Iglesia. Para mucho, el Concilio mismo expedía incienso comunista.
            En segundo lugar, lo que hace que la guerra termine es el desgaste de la posición radical conservadora dominante. El síntoma de ese desgaste son los escándalos de pedofilia y los escándalos financieros. Equivocaríamos si interpretamos dichos escándalos son la causa de la crisis. No, se trata de los síntomas. La causa es el endurecimiento conservador, que expresa una espiritualidad desgastada. En otras palabras, una gran parte de la Iglesia Católica tenía una espiritualidad desgastada, enferma en su radicalismo y fundamentalismo. Pero hay que precisar una cosa: la guerra no ha terminado, sólo que la correlación de fuerzas se está reconfigurando. En gesto de renuncia de Benedicto XVI fue un elemento de suma importancia para que esta correlación se modificase. Es por eso que nadie debe ser triunfalista, sino que es momento de prestar detenida atención al proceso.

            Esta guerra tiene al Perú como uno de sus lugares de desarrollo. Si hay un país donde las posiciones ultraconservadoras tienen posiciones claves es el Perú. Pero esta situación no es expresión de un conflicto sólo local, sino que es uno de los territorios en el que la guerra vaticana contra el Concilio. Esto quiere decir que lo que suceda en Vaticano va a traer cola aquí. Es por eso que los grupos más conservadores en el Perú tienen una doble actitud. De una parte, tratan de negar la crisis de la Iglesia, y por otra, están comenzando a asumir un perfil bajo. ¿Cuál es la estrategia? ¿Esperar que pase el huracán mientras rezan que éste no se lleve sus bases de operaciones? Es probable que eso no les funcione, pero  eso dependerá también en parte de lo que podamos hacer para liberar la Iglesia en el Perú de esos radicalismos.